29 mayo 2007

Marcel versus Hugo

Con el cierre de RCTV Chávez convirtió a Marcel Granier en un líder político. Quizás a su pesar el presidentes de las empresas 1BC, comprometido, como está, a emprender una lucha que trasciende la recuperación de la señal, para convertirse en causa por la libertad de expresión, se ha rebelado, durante los últimos cinco meses, como un duro bregador, capaz de asimilar golpes sin apenas despeinarse. Y más allá como un hombre capaz de poner los principios sobre los intereses económicos, lo cual lo reviste de un poder moral y una dignidad ante los que muchos venezolanos no resultan indiferentes.

Ya Marcel dijo a este diario que continuará su cruzada por los derechos humanos desde una fundación o una ONG y uno no puede menos que preguntarse si tendrá el mismo talento que tuvo para hacer de RCTV el canal con mayor audiencia en el país, a la hora de combatir con ese animal político llamado Chávez, despiadado cuando se trata de liquidar a quienes han tenido la ocurrencia de subirse con él al ring.

La respuesta no la sabemos todavía, pero si Marcel cumple su palabra no tendrá otro camino sino ir al combate porque en este país, en este momento y frente a un Gobierno como éste, resulta imposible pelear por la libertad de expresión sin plantearse la toma del poder. En otras palabras, Chávez no está dispuesto a mandar haciendo concesiones parciales que signifiquen la coexistencia con unos medios y una sociedad capaces de imponerle, por ejemplo, el respeto a los derechos humanos.

A estas alturas la única posibilidad de recuperar la democracia plena pasa por su salida del poder. Una perogrullada, se podrá pensar, porque, al fin y al cabo las revoluciones no cohabitan con el adversario sino que lo eliminan, bien sea física, moral o políticamente. Pero así es.

No hay medias tintas posibles y más allá de los repliegues tácticos, su objetivo, a un plazo cada vez menos largo, es la toma total de los medios, un factor que, a diferencia de otros, no ha podido doblegar a través de los procedimientos ordinarios, es decir, utilizando los recursos democráticos para destruir la democracia y acumular poder.

Con RCTV no funcionaron presiones, halagos o acuerdos y eso lo obligó a una acción brutal que lo muestra, ante el país y el mundo, como un dictador ahora puesto en evidencia. El paso lo ubica en posición de fuga hacia adelante, sordo, ciego y mudo a lo que era la base fundamental de su poder: la voz popular. Y por eso cada día se le hará ya no digamos necesario, sino imprescindible, el uso de la represión.

Tal es la coyuntura con que se topa Marcel en su forzosa entrada a la lucha política. Pero ya lo dijo aquel profeta llamado Buck Canel: "No se vayan, que esto se pone bueno".

Roberto Giusti

El Universal

rgiusti@eluniversal.com

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