11 junio 2007

Ceder el paso

No hay quien pueda negar que la participación de los jóvenes en los procesos decisorios de una nación es, al extremo, trascendente.

No sólo le incorpora a los más importantes temas del quehacer venezolano la frescura de quienes no poseen visiones sesgadas o viciadas por el enmarañado mundo político nuestro, sino que además, de algún modo, nos brinda una garantía mayor de construcción a largo plazo, puesto cuanto se idea, diseña e implementa forma parte de la visión de este enorme sector de la población, en cuyas manos, y no es un simple lugar común del discurso de nuestros días, está el futuro del país.

Sin embargo, es también vital aprovechar la experiencia de quienes han dedicado su vida a hacer país, quienes han luchado, han perdido, han ganado, se han caído y se han levantado más fortalecidos; porque aunque según la riqueza de nuestro imaginario popular, "nadie escarmienta por cabeza ajena", sus historias pueden ahorrar tiempo, energías y fracasos a las rutinas de los líderes emergentes.

En las organizaciones, hemos emprendido una lucha por lograr que se genere esa línea de sucesión que garantice el curso efectivo de los procesos, aun cuando el liderazgo formalmente establecido deba ausentarse, cuando llegan esos momentos de crisis propios de la vida humana, que el mundo empresarial no puede eludir. Tal cual pasa en las organizaciones de todo tipo; incluidas las políticas, académicas e incluso gubernamentales, a pesar de la dinámica marcada por cada proceso electoral.

Quien hoy asume posiciones de liderazgo en alguno de esos ámbitos, debe estar, cual cazador de talentos, atento, orientado hacia la búsqueda de esos jóvenes cuya mirada, cuyo actuar y cuyo discurso hablan de un futuro conjunto, aliado a los valores e intereses que hoy estamos promoviendo.

Sólo cediendo el paso a gente joven, preparada y apasionada podemos garantizar que las luchas de hoy, sean los logros impostergables del mañana. De multiplicar los dones se trata.


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