28 junio 2007

País rojo, país en rojo

Venezuela es roja. Y quien lo dude, que se centre, para comenzar, en los cientos de asesinatos que riegan por todas partes la sangre de los habitantes de nuestro país.

La sangre que se derrama en los numerosísimos accidentes que ocurren por el catastrófico estado de nuestras autopistas y carreteras, y la sangre que se desperdicia como consecuencia de la trágica desasistencia hospitalaria, también ponen lo suyo en la dimensión del macabro mapa de este país rojo que ahora es de todos.

Venezuela es roja. Y a quien se le ocurra creer que no es así, Patria, Socialismo o Muerte con él, o con ella. Esa Muerte Revolucionaria, que cuando finalmente suceda, si es que llega a ocurrir alguna vez (no podrá suceder gracias a la saludable reserva democrática que se sembró hace mucho en la mente de la mayoría de nuestros ciudadanos), contribuiría también a seguir tiñendo de rojo la geografía nacional.

El país es rojo, ensangrentado. Cosa grave. Pero no sólo es que el país es rojo. Es también que el país está en rojo.

El país está en rojo con la deuda social y moral que adquiere todo gobierno con sus gobernados.

El país está en rojo con el respeto a la separación de los poderes públicos. La sumisión de los poderes constitucionales mina los pilares de la democracia como forma superior de gobierno.

El país está en rojo con la verdad. La mentira ha sido institucionalizada en la práctica cotidiana del ejercicio de gobierno.

El país está en rojo con la tranquilidad y con la paz de sus ciudadanos. Las madres ven salir a sus hijos y se quedan con la angustia en la boca de que esa puede ser la última mañana, o la última tarde, o la última noche en que los vieron con vida.

El país está en rojo con la educación de sus hijos. El pensamiento único; la visión única; la historia falseada y distorsionada al antojo de la Revolución. El endiosamiento del líder único, se espera, terminarán por dar a luz al hombre nuevo, de rojo todo, por dentro y por fuera, que tanto anhela.

El país está en rojo con la fuerza creadora de la disidencia. "Cuando quieras opinar, te diré qué decir".

El país está en rojo con las libertades cívicas. Todo está prohibido, y lo que no pueden prohibir lo quieren hacer obligatorio. ("La FIFA también prohíbe", nuevo modelo gubernamental de soberanía).

El país está en rojo con la condición bondadosa y amistosa de sus ciudadanos. Han creado divisiones, han marcado diferencias donde nunca las hubo.

El país está en deuda con los presos políticos. Pero no sólo con los presos políticos que han sido privados de su libertad de movilización (no de conciencia, imposible), como consecuencia de la obscenidad del ejercicio del poder.

El país está en rojo también con los demás presos políticos. Con todos aquellos que para tener trabajo, para obtener un documento de identidad, ahora hasta para ir al fútbol, tienen que ponerse una franela roja. Esa franela roja que se ha transmutado en la pavorosa cárcel en la que han obligado a vivir sin verdadera libertad, aunque algunos quieran creer otra cosa, a muchos ciudadanos de nuestro país.

Hay que seguir el ejemplo del histórico gesto esperanzador, lleno de valor y de significados muy importantes que tuvieron los estudiantes en la AN cuando se despojaron de la franela roja.

El país está en rojo, en deuda con todos. Cosa grave.

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