29 julio 2007

Cuestión de dignidad

A medida que las protestas y el rechazo popular se intensifican, las agresiones de Chávez a propios y extraños se aceleran de manera alarmante. Su desesperación es tal, que no logra disimularla cuando tiene frente a sí espejos tan peligrosos como las cámaras de la TV, así sea las muy controladas de VTV. Lo ocurrido en el Aló Presidente del domingo con el joven Nelson Mora del barrio Federico Quirós -un chavista indócil, como la mayoría de los venezolanos a quienes no les gusta ser nariceados- pone de manifiesto lo difícil que va a ser para el totalitario Chávez dominar los consejos comunales y convertir a los ciudadanos de los barrios en peones ideologizados.

Las propuestas de Chávez sobre la reelección perpetua para él solito y la orden de expulsar a cuanto extranjero venga a hablar mal del "infalible", opacaron la intervención de Nelson Mora, dirigente comunitario del barrio Federico Quirós, a cuyos habitantes quiere Chávez desalojar bajo el argumento de que están corriendo grave riesgo. Se pretende llevarlos a un futuro gueto "socialista", que la fértil imaginación presidencial bautizó como "El camino de los indios", llamada también "ciudad Chávez", quizá porque no ha sido construida, como no lo han sido los cientos de miles de casas que prometió a quienes vemos desesperadamente aglomerados a las puertas de los burócratas del ministerio de la Vivienda. El arquitecto Oscar Tenreiro rechaza la construcción de "El camino de los indios" en una "zona de protección, de altas pendientes, donde el equilibrio natural es delicado". Ya puede verse en la maqueta lo que ocurrirá: se "descabeza" la fila de la montaña y se lanza la tierra para los lados, a media ladera. Todo un medio de urbanizar típico del capitalismo salvaje" (¿).

¿Dónde va a trabajar la gente que allí viva? ¿Hay propuesto un desarrollo local de fuentes de trabajo? La respuesta es no. En el Federico Quirós opera el "módulo de producción endógena Fabricio Ojeda" que elabora uniformes militares y muchas de las franelas rojas en las que aparece la "patriótica" efigie del Che Guevara. Ese módulo no ha significado beneficio alguno para los habitantes de la zona, según ellos mismos confiesan. Lo que desea Chávez es ampliar ese núcleo para convertirlo en el atractivo turístico de la variada fauna izquierdista que, con cargo al presupuesto nacional, visita el país para asistir a cuanto sarao ideologizante se le ocurre al "infalible". Los vecinos del barrio (fundado en 1957) se preguntan por qué ellos deben mudarse y el centro endógeno se queda, y llegan a la conclusión de que si la zona es riesgosa, lo es también para quienes trabajan y viven en el "Fabricio Ojeda".

Ante la persistencia oficial de llevar a cabo la medida de desalojo, los vecinos pidieron asistir a un Aló Presidente. Nos cuenta Norkis, una dirigente chavista del lugar, que el primer listado de asistentes al programa era de 300 vecinos. Después de numerosas purgas (la lista fue revisada por la Casa Militar, la Disip, pasada por la lista Tascón y por la de inscritos en el PSUV), fueron quince los asistentes. Norkis, quien ha votado nueve veces por Chávez, quedó fuera por no haberse inscrito en el PSUV. Los otros 284 vecinos fueron también excluidos.

Nelson Mora, funcionario de la Alcaldía Libertador, pasó la prueba. Creyó que esa era una gran oportunidad para decirle a Chávez las verdades que le estaban ocultando los burócratas a quienes a veces regaña públicamente. La iracundia presidencial dio al traste con sus ilusiones. Mora fue humillado públicamente por haberse atrevido a decirle a Chávez que le estaban engañando. Mora denunció que el viceministro del Hábitat les imponía un guión sobre lo que debían decir, y que muchos no estaban dispuestos a seguirlo: "Estamos en un país libre y democrático en el que te nemos que decir lo que sentimos. Y lo que sentimos es que nosotros, como comunidad organizada, queremos ser escuchados y que los comités de tierra sean desactivados". Al concluir el "Aló" el transporte oficial que los había llevado desde al barrio hasta el lugar del programa, se negó a llevar de regreso a Mora, no así a quienes dieron la razón a Chávez. Los vecinos llegaron en su auxilio y le condujeron hasta su casa.

Hay miedo en el Federico Quirós por la posible venganza de un poder envilecido que dice promover la "democracia participativa" y sin embargo castiga a quienes reclaman sus derechos. A Mora le obligan a que no declare, so pena de perder su trabajo. A pesar de las presiones, en la masiva asamblea de vecinos posterior al insultante "Aló", el apoyo a Mora y la decisión de no mudarse fueron prácticamente unánimes.

La petrochequera compra voluntades y el miedo puede inhibir las protestas por un tiempo. Pero cuando la dignidad popular es pisoteada, la reacción en cadena puede decir ¡Basta!

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