Mientras los estudiantes, transportistas, amas de casa, profesionales, partidos políticos, y cuanto sector hay en el país disconforme con el gobierno, no podía acercarse a dar a conocer su parecer ni a tres kilómetros de los centros deportivos, hoteles o aeropuertos, miembros del equipo chileno desahogaron sus ímpetus de juventud, su frustración por la actuación en la copa y el efecto de una noche de juerga contra las instalaciones del hotel en Puerto Ordaz; por otra parte, representantes del equipo argentino de fútbol y de al menos un canal de televisión de ese país compensaban el calor zuliano refrescándose dentro de la piscina del hotel en Maracaibo pero con ropa y zapatos.
Ante estas dos "manifestaciones" de nuestros visitantes todavía no hemos escuchado un solo comentario de censura por parte de los organizadores del evento o de los ministros de Relaciones Interiores o Turismo (más aún de este gobierno tan ultrasensible, a medir por las reacciones de unas pitas contra Barreto) para cuestionar y hasta para reclamar con firmeza las acciones de esos visitantes. Sin embargo, ya hemos tenido noticias de que la Federación Chilena de Fútbol sancionó a quienes cometieron las barbaridades en tierras bolivarenses, con una penalidad de 20 partidos.
Ya se ha vuelto costumbre que Chávez hable pestes de los venezolanos cada vez que sale del país para firmar convenios económicos favorables a otros países. Pero que en nuestra propia tierra se permitan estás agresiones con el silencio cómplice del gobierno es inaceptable... como tantas otras cosas.
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