16 julio 2007

Embestida publicitaria

La arremetida publicitaria emprendida desde el Gobierno para hacer pasar por cierto el éxito de una gestión que poco tiene que exhibir, configura uno de los procesos de manipulación más desequilibrados que conozca nuestra historia. Con esquemas extraños a nuestra cultura y, más bien, propio de los regímenes nazistas, fascistas y comunistas, pretende imponerse a través de una multiplicidad de recursos una verdad revolucionaria que nada tiene que ver con la inexcusable crisis social que vive el país.

La beatificación de la religiosa venezolana, Candelaria de San José Paz Castillo Ramírez, no se debe al mérito de su bondad en la Congregación de Las Hermanas Carmelitas sino al gobierno revolucionario que hasta santos y beatos logra en su gestión. En toda la prensa de circulación nacional, a página completa, se resalta el júbilo oficial pero siempre con la coletilla de "Con Chávez el pueblo es el gobierno". No importa que días antes el mismísimo Chávez haya arremetido peyorativamente contra la clerecía.

Lo mismo sucede con la Copa América de Fútbol. La propaganda, por demás fallida que no logró los efectos buscados, inunda la administración del gobierno, incluidos los gobernadores y alcaldes oficialistas, que a través de un inmenso gasto sin control quieren convencer al pueblo del milagro de sus respectivas gestiones. No fue el trabajo tesonero de Richard Páez, quien se ha empeñado desde hace años en configurar un equipo a la altura de los mejores. No, fue la voluntad y el buen soplo del "jefe" quien provocó al equipo para lograr por primera vez en su historia su pase a los cuartos de final.

Igual sucede con el petróleo. Los aduladores de siempre vocean a través de los medios, sin pizca de rubor, que el valor actual del precio del petróleo se debe a la meticulosidad de gran negociante, de Hugo Chávez, quien había logrado, gracias a su experticia en la materia, convencer a todos los países de la OPEP de la necesidad de subir el valor del barril. No fueron las crecientes necesidades de demanda de China y la India ni de los propios países en crecimiento. Tampoco se debe a la escasez del hidrocarburo ni al deficiente número de refinerías, las cuales hace décadas que no se construyen por las limitaciones de los conservacionistas. Todo se debe a la magia del infalible líder.

De seguir inquiriendo podríamos llegar a la conclusión que la conformación del Estado republicano a lo largo del tiempo se debe al ánima del líder que desde entonces rondaba por los auras esperando el momento oportuno para materializarse como el guía de una República insurgente que no se parece a ninguna de las anteriores y que promete, por fin, la felicidad de todos. Sin duda que la patología del poder se ha apoderado de una manera sin igual de los nuevos revolucionarios, quienes no importa el alto grado de corrupción que se perciba, ellos condenan la ostentación de bienes como el peor de los pecados mientras se pasean sin sonrojo por las calles de las ciudades más importantes exhibiendo los símbolos de la riqueza: joyas, vehículos, aviones, ropas de marca.


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