09 julio 2007

La maraña endógena

Las incursiones dañosas del Presidente en el ámbito internacional; la amenaza de una crisis económica sin precedentes; la merma de la producción petrolera; la indetenible inflación; la desaparición de los productos básicos de la cesta básica; el fracaso de la política habitacional; la inclemente inseguridad personal que ocasiona decenas de miles de muertos y heridos al año; el abandono de la infraestructura vial y estructural; han entretejido una maraña institucional reflejada en la sostenida merma de los índices de popularidad del Presidente. Muchos sostienen que las rutas hacia el desastre estaban perfectamente fijadas y que obedecen a un trazado previamente establecido.

Estos dominios son incomprensibles a la mirada de los demócratas. Todas las agujas de esta revolución están orientadas de tal forma que el encontronazo, más que inevitable, es seguro. Los inmensos recursos económicos y tecnológicos supuestamente destinados por el Estado para resguardar la seguridad han sido hasta ahora, más que inútiles, contradictorios. Entretanto la gente observa atónita como los oficialistas se preparan, con más ahínco, para la ruptura brutal mientras los más pobres siguen esperando la ayuda que nunca llega. Por ejemplo, el sistema educativo se percibe invadido por un vasto plan ostensiblemente anticuado; carente de eficiencia y abundante de citas inútiles. En consecuencia es inservible para las expectativas de nuestra juventud que aspira inscribirse en la modernidad.

Decenios atrás la prioridad en Latinoamérica la tenían los caminos armamentistas. Sin embargo, desde hace dos décadas aproximadamente, el mercado, a través de convenios regionales, comenzó a transitar caminos más atrayentes que los bélicos. Por ello se fortalecieron la CAN, la ALALC, el MERCOSUR, el ALCA, los convenios bilaterales, y el comercio particular. Ahora, el Presidente ha retomado unilateralmente los caminos bélicos y ha resuelto que la compra de los aviones y submarinos rusos tienen prioridad sobre la construcción de escuelas y hospitales.

Por ello la gente avista la movilización de las rutas económicas y sociales del gobierno como un incomprensible barullo. Entonces, ¿cuál será el destino de cada quien dentro de esa maraña revolucionaria que día a día se traba más? La situación del país se asemeja a una central de trenes en la que se daña el sistema electrónico que controla el movimiento de los vagones. Nadie está seguro de la ruta de cada vagón pero estará obligado a abordarlo intentando llegar al destino elegido. No está consciente de su inseguridad pues no sabe que hay una gran cantidad de operarios oprimiendo distintos botones que de todas formas ocasionarán el inevitable colapso de la estación central.

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