10 julio 2007

Patria, capitalismo y muerte

Cuando algún personero del régimen se enferma de gravedad no hay Barrio Adentro que valga y la alternativa salvadora no puede ser otra sino volar hacia la sala de emergencia de las denostadas y amenzadas clínicas privadas. De eso puede dar testimonio el maestro Chávez, a quien le colgaron un chinchorro en la suite presidencial de un centro médico caraqueño luego de sufrir un ACV. Pero por allí también pasaron, en momentos de apuro, Lina Ron, el ex canciller Rodríguez Araque, los familiares del ministro de Finanzas, el presidente del Colegio de Médicos del Distrito Metropolitano, Fernando Bianco y muchos más.

Otra prueba irrefutable del estado de postración de la salud pública en el país la encontramos en las contradicciones de un gobierno, socialista, de la boca para afuera, cuyos empleados constituyen el 50% de los asegurados que acude a la medicina privada, a despecho de las cotizaciones a un IVSS que no tiene nada de seguro y mucho menos de social. Con lo cual el gobierno que amenaza con nacionalizar las clínicas se convierte en uno de sus más solícitos financistas.

Ya los miembros de la subcomisión legislativa que investiga el funcionamiento y costos de la atención médica privada, han descartado la estatización, no obstante las continuas intimidaciones presidenciales y todo parece indicar, a primera vista, que lo previsto es un proceso de regulación de precios y de flexibilización de procedimientos que permita abaratar el servicio, haciéndolo más accesible y solidario con el paciente, sin que esto vaya en desmedro de la calidad.

Una vez más la realidad resulta mucho más poderosa que las intenciones y ante ella se rinde un gobierno obligado a pasar por alto los dogmas para conservar la única opción eficaz de salud, con todo y su insuficiencia pues sólo atiende a un 20% de la población dentro del cual se encuentra la actual clase dirigente.

El resto seguirá muriéndose mengua a las puertas de los hospitales públicos a la espera de la redención anunciada y nunca cumplida, de salud gratuita para todos, mientras los mandamases del régimen terminan de aprender que sólo con el aporte de los constructores particulares será posible disminuir el monstruoso déficit de viviendas, que sólo la empresa privada puede levantar una obra como el viaducto de la autopista Caracas-La Guaira o cómo la mayoría de los muchachos que ingresan a la universidad vienen de colegios privados porque estos son los únicos que funcionan bien.

Aprenden, pero lo hacen forzados por la realidad y a un costo de sangre, miseria y muerte que deben pagar esas mayorías que ellos dicen defender del capitalismo (de Estado) salvaje en que han incurrido llamándolo socialismo.



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