12 julio 2007

Por insulto

Desde hace ocho años, nos levantamos cada día para recibir una bofetada, al menos una diaria aunque suelen ser más. Cada día un nuevo insulto, una nueva grosería, decenas de amenazas. Cada día un poco más cerca la seguridad del despojo del que somos objeto por parte del Gobierno que nos quita todo poco a poco para meterlo en sus propios bolsillos. El límite es el humor del Presidente o de cuan activo ande el diablo inspirador de la mayoría de las acciones gubernamentales.

Uno no imagina al Presidente de otro país decente haciendo gobierno a costa de la tranquilidad de los ciudadanos. El Gobierno está para tranquilizar a la población, asegurarle su bienestar, garantizarle su seguridad; incluso para prometerle el futuro. Los presidentes de otros países se dirigen con respeto y amabilidad a sus gobernados, intentan seducirlos, conquistarlos.

Aquí es todo lo contrario. Se vuelve difícil comprender cómo un gobernante puede hacer un gobierno por insulto a los ciudadanos; cómo puede ocurrírsele siquiera vivir para fregar a sus connacionales. Tal parece que este Presidente se acuesta y levanta cada día pensando cómo fregar, despojar, humillar a alguien. Mientras regala nuestros ingresos a otros países, a nosotros nos trata a groserías; mientras abraza a Putin de Rusia y al Ayatolah de Irán, ya no se atreve siquiera a abrazar a un venezolano humilde que se acerca a pedirle la casita que le prometió. Mientras regala nuestros ingresos a los cubanos, a nosotros nos trata como pueblo ignorante y despreciable.

El insulto continuado tiene un objetivo consciente, además del inconsciente de una personalidad distorsionada. Persigue aturdir, adormecer la oposición. Una cachetada diaria termina por cansarlo a uno. El "medio es el masaje y el mensaje". Eso era todo el contenido del mensaje de esta revolución: la insolencia.

La Ley Habilitante es una patente más de corso conferida a un gobernante para que siga irrespetando, por decretos insolentes, a todos los venezolanos.

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