15 julio 2007

"¡Sublévese, teniente!"

No voy a negarlo: el título de este artículo es una clara incitación a la rebelión, y no de cualquier gente, sino de los más jóvenes mandos de la Fuerza Armada Nacional. Pero antes de que el Fiscal General de Chávez se deje arrebatar por un par de miradas de esas que, dijo, nunca ha podido resistir y me mande meter preso, debo aclarar dos cosas. La primera es que mis desocupados lectores saben que si algo siempre me ha caracterizado es mi adamantina oposición a los pronunciamientos, golpes, putschs, sublevaciones, levantamientos, alzamientos cuartelarios. La segunda es más fácil de constatar: habrán observado que los signos de admiración están precedidos por unas comillas. Lo cual quiere decir que la frase no me es original: estoy citando a alguien, o mejor, a algo.

Me refiero al significado real de una noticia que parece haber pasado por debajo de la mesa: la hornada de la Academia Militar de este año lleva por nombre "Promoción cuatro de febrero de 1992".

Educados en la felonía

De modo pues que henos aquí instalados en el reino del absurdo: una institución que en todas partes se concibe como custodio, amén de las fronteras, del orden constitucional, se le pone como ejemplo la más clásica de las felonías militares, un levantamiento contra la Constitución y las leyes; y si se niegan a ser educados en la felonía, acaso (como paso previo a expulsarlos y perseguirlos) se les envíe a custodiar las fronteras, pero como castigo y no como deber legal y constitucional.

El próximo paso podría ser cambiarle al estado Vargas ese nombre que era el del sabio fundador de la Universidad Central y primer presidente civil de la República de Venezuela; y llamar, en vez, al litoral caraqueño "estado Carujo", para honrar así al santo patrono de la felonía militar. Por ese camino quién sabe adónde llegaríamos: a cambiar a nuestra "avenida Bolívar" por "avenida Boves"; y a nuestra principal entrada aérea rebautizarla "Aeropuerto Internacional Pablo Morillo". Esto no es tan disparatado en gente que ha convertido a un cuatrero ("Maisanta") en un héroe nacional, protector de la propiedad ajena.

El "Estado Hitler"

¡Y por todos los dioses, que no cunda el ejemplo! Imagínense ustedes que para impedir que los clérigos iranios hagan uso de alguna novísima bomba atómica, se consienta en rebautizar al Estado de Israel como "Estado Hitler"; y que la mismísima Iglesia deje de adorar al Cristo como el hijo de Dios y comience a hacerlo con Judas Iscariote. Como dirían nuestras abuelas, ¡fin de mundo!

Yo no soy tan apocalíptico. Viendo las cosas en positivo, no es esa la única lección que el teniente coronel alzado aquel día pueda dar a quienes acaban de recibir su primera daga para (como solía decir aquel sentencioso Joseph Proudhomme de los chansonniers franceses) "defender la Constitución y en caso de necesidad para combatirla". Como es bien sabido después de que el atrabiliario general Patton lo convirtiera en doctrina militar, "el primer deber de un soldado no es morir por la patria sino hacer que el soldado enemigo muera por la suya". Pero el cuatro de febrero de 1992 se dio otra vuelta de tuerca a esa doctrina: el primer deber de un oficial es preservar la propia vida porque para perderla están los soldados rasos.

Bien ubicado el sitio

Por lo tanto, antes de que comience el plomo, el teniente (y más si es coronel) debe tener bien ubicado el sitio donde se encuentre el Museo Militar. Y si no hay museo semejante a la vista, tener listos un avión, una muda de interiores limpios y un mapa de Suramérica que lleve marcada la muy precisa ubicación de Iquitos en Perú.

Si no alcanzan a correr lo suficiente y se dejan atrapar, no se preocupen: no faltarán curagazos que los bendigan, ni notables que se apiaden de que unos muchachos tan astutos tengan que sufrir los horrores de una cárcel con televisión a color, celulares; ni reporteros que defiendan su libertad a expresarse contra la promesa de que, si llegan al poder los coloquen "onde aiga" (entre otras cosas la posibilidad de manifestarse contra la libertad de expresión de los opositores).

Por otra parte, si ustedes perdieron varios años estudiando en esa academia que acaba de graduarlos, no se preocupen, que sus hijos no pasarán por el mismo infierno.

"Misión Tiburcio"

Porque si, gracias a su sublevación o a la ceguera con que los dioses azotan a los hombres o los pueblos a quienes quieren perder, llegan al poder, una de sus primeras acciones será la de graduar oficiales en tres meses; y si no lo hacen por correspondencia es para evitar la oligárquica y elitista condición de saber leer y escribir. Esa será la "Misión Tiburcio", para honrar aquel bien conocido brujo de las hordas de Zamora.

Es posible que, pese a todo eso, a ustedes, tenientillos, no les dé la perra gana de seguir levantándose con la diana para hacer lagartijas y decidan pedir la baja: se les dará, por haberse alzado, con todos los honores y la paga completa, amén de un carnet del PUS bolivariano que les permita entre otras cosas entrar gratis a los eventos deportivos, con la única condición rojivestida de desgañitarse gritando "¡Ordene, comandante!".

Y si aún así no cree que la paga le alcance, tampoco se preocupe: como cada venezolano, usted tendrá un fusil en su casa.

Siga entonces la otra recomendación del Héroe del Museo Militar el día de su toma de posesión: asalte un banco y justifíque su acción diciendo que tiene "un cuadro de familia" que mantener.


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