16 julio 2007

Todos nos equivocamos

Este es el título de un libro de mi buen amigo Carlos Sabino, bautizado en CEDICE, con comentarios de Emeterio Gómez, Américo Martín y Gustavo Portillo, todos revolucionarios conversos. Con gran valentía Carlos ilustra experiencias vividas desde el inicio de su juventud como revolucionario, marxista, peronista, anarquista, para luego, después de estudiar, investigar, viajar y reflexionar, convertirse al liberalismo.

Con gran humildad plantea ideas refrescantes, pero dramáticas para aquellos idealistas que descubren que las revoluciones socialistas son un verdadero fraude, y que el camino correcto está en el descubrimiento de la libertad en todas sus acepciones y en cómo manejarlas. Veamos algunas de sus reflexiones.

Parafraseando a Churchill dice: "quien no es socialista a los veinte no tiene corazón, pero el que sigue siendo socialista a los cuarenta no tiene cerebro". A los 20 años creyó en la insurrección de las masas, en una revolución total, pero se dio cuenta que quienes la llevaban a cabo emprendían un camino de terror e intolerancia donde se avasalla al individuo, se limita su libertad, se le humilla y se destruyen las normas de convivencia social.

Confiesa que "comprendió muy pronto el error que significaba el proyecto revolucionario y por un periodo de tiempo se convirtió en anarquista al entender la terrible capacidad para el mal que tiene esa institución que llamamos Estado, porque el socialismo, en cualquiera de sus variantes, significa en el fondo transferir poder de los ciudadanos a una operación engañosa, porque ese Estado termina por encarnar a un partido y a un vulgar tirano ante el que todos están obligados a postrarse: Lenin, Mao, Tito, Pol Pot, Fidel Castro¿".

Describe la caída del comunismo "como la derrota mortal de la que jamás podrá recuperarse porque su caída fue consecuencia de su incapacidad para cumplir con sus promesas: en vez de la abundancia había atraído la pobreza y estancamiento económico, en vez de la libertad que marcaría el fin de la supuesta dictadura de la burguesía había instaurado la bárbara tiranía, la igualdad entre los hombres, se había convertido en un sistema donde la nomenklatura dominante gozaba de privilegios tan grandes como nunca los había visto ni el régimen feudal".

Cómo sociólogo dice que después de un largo proceso se convirtió al liberalismo incorporando a su pensamiento lecciones de economía, leyendo La Riqueza de las Naciones de Adam Smith, Camino a la Servidumbre de Hayek , Libertad de Elegir de Milton y Rose Friedman, y aprovechando la oportunidad que tuvo de realizar una investigación en la Universidad George Mason, una de las más liberales de Estados Unidos, así como la de asistir a múltiples foros nacionales e internacionales.

Al caracterizar el liberalismo, señala que "como corriente de pensamiento, no ofrece una ortodoxia compartida, considera que son pocas las ideas centrales que lo pueden definir: confianza en los intercambios voluntarios que realizan las personas y que sirven para estructurar un orden social espontáneo, lucha por limitar los poderes y el alcance de la acción del Estado, sistemas políticos representativos donde los ciudadanos pudiesen gozar de las mayores libertades civiles, económicas y políticas".

Lo más importante de sus planteamientos es su compromiso con la verdad y su reconocimiento a la amplitud que implica el liberalismo porque hay un lugar para todos, porque el elemento central es el ser humano con su libertad individual y la razón para manejarla. El ambiente es tolerante, hay diversidad de pensamientos, sexos, nacionalidades, razas, religión. Pero es importante enfatizar el sistema político y económico que sustentan el liberalismo.

Como dice Friedrich Hayek, el premio Nobel de Economía de 1974, el liberalismo es incompatible con una democracia ilimitada o con cualquier forma de gobierno de carácter absoluto. En un país donde no exista perfecta separación de poderes, no puede haber Constitución. La función del Estado debe ser proteger esos derechos inalienables conque nacemos los seres humanos, como el derecho a la vida; a la libertad y a la propiedad privada.

El aspecto económico es muy amplio, pero como principio general, los medios de producción deben estar en manos privadas. Me habría gustado tratar otros temas. Estos los conversaré con Carlos. Recomiendo la lectura del libro, especialmente a aquellos que todavía se debaten ante el sueño del ideal revolucionario marxista o socialista.


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