Para el Presidente el objetivo central de la reforma constitucional es mantenerse y controlar en el poder. Por ello, la reelección indefinida.
La reelección indefinida conduce a la dictadura. En países como el nuestro con institucionalidad democrática débil, desde el poder se va adquiriendo más poder; se es más fácil controlar y "colonizar" las instituciones y sus autoridades; se desarrollan herramientas para el ventajismo electoral y se financia más fácilmente el aparato partidista de apoyo presidencial. Con mucha facilidad, desde el poder, se pueden desarrollar tentáculos para debilitar al adversario político y se pueden poner a disposición presidencial recursos y facilidades que desequilibran cualquier proceso electoral a favor del presidente-candidato. El presidente-candidato se hace imbatible en una elección. Por ello, las elecciones presidenciales cada seis años no serán garantía de una democracia real y efectiva.
La reelección indefinida obstaculiza la consolidación de los partidos, el recambio y la modernización del liderazgo, estimula el abuso del poder y facilita el caudillismo. Por ello, en ningún país de América, excepto Cuba, es aceptada.
No se puede justificar la reelección indefinida sosteniendo que en países europeos, entre ellos, Francia, está consagrada. Estos países tiene una institucionalidad democrática muy sólida. Los sistemas de gobierno parlamentario o semi-parlamentario, tienen un jefe de Estado y un jefe de Gobierno. Para el caso del jefe del Gobierno, que es el que maneja los asuntos de Gobierno, se prevé la posibilidad de interrumpir el mandato a través de mecanismos relativamente sencillos, exigiéndosele responsabilidad política permanentemente y pudiendo ser destituido por el Parlamento en cualquier momento. En Francia, además, existe la reelección indefinida del jefe de Estado, pero no ha sido puesta en práctica jamás, se produjo una modificación a la constitución para reducir el mandato y se propone otra reforma para eliminar la reelección indefinida.
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