20 septiembre 2007

Recopilación Reforma Constitucional (34)

El cepo constitucional

Un presidente redacta un proyecto de reforma constitucional, para darse a sí mismo la posibilidad de gobernar eternamente. En el mismo documento se apropia del Poder Constituyente originario, se arroga control discrecional sobre la riqueza petrolera, control total territorial con las regiones especiales militares, control sobre la Fuerza Armada Bolivariana que comanda de manera absoluta. Añade el control de las reservas internacionales y de toda la política económica del Estado. Indica que él será el único facultado para crear provincias federales, ciudades federales y comunales y territorios asociados, distritos especiales y distritos funcionales, y nombrar a dedo sus autoridades.

Marca que le toca promover, controlar, dirigir y designar las autoridades del Poder Popular, con pleno control de los Consejos del Poder Popular (consejos comunales, obreros, estudiantes, campesinos, etc.). Y se erige en el titiritero de las relaciones con los demás poderes públicos nacionales.

Esto no es una fantasía o una hiperbolización de la realidad. No es una novela del Gabo, ni el guión de una película sobre un lejano país gobernado por un dictador. Esto será lo que vamos a vivir en la República Socialista Bolivariana de Venezuela, si se aprueba la reforma que quiere Chávez.

El régimen manipula al país con la farsa de que la reforma es más poder para el pueblo, alegando que se le da rango constitucional al poder popular. Eso es falso. Según la reforma, el "poder popular" será otra forma de repartirse la cochina. En el texto los Poderes Nacionales siguen siendo el Ejecutivo, el Legislativo, el Judicial, el Ciudadano y el Electoral, no figura entre ellos, el Poder Popular.

Chávez designará las autoridades del Poder Popular; la soberanía ya no va a residir en el pueblo ni éste la ejercerá a través del sufragio. ¡No señor! Eso sería peligrosísimo para su plan totalitario. Ahora la soberanía residirá dizque en el Poder Popular, el cual no la ejercerá a través del sufragio. El voto ya no será la máxima expresión de la voluntad popular. Hay algo más grave. Pintada, tatuada, impregnada en todo el proyecto está una oda al totalitarismo militar, y la concentración de todos los poderes en un solo hombre.

Chávez cree que nuestra gente no es capaz de entender lo que se nos avecina, que el pueblo no tiene cerebro. La realidad es que ningún demócrata puede estar de acuerdo con el establecimiento de una nueva monarquía comunista disfrazada de democracia. Con la reforma, Chávez mandará más y el pueblo menos.

Es un cepo constitucional.


Delsa Solórzano
El Universal
delsa_solorzano@yahoo.com

Caracol lisiado

Las fuerzas democráticas se desplazan a velocidad de caracol lisiado a la fórmula necesaria: llamar a votar NO en el referéndum aprobatorio. La indecisión mantiene ilusión de armonía, de unidad, pero amenaza con derrotar cualquier posibilidad. Hay cosas peores que la división -la abstención es una- y la calma artificial sólo sirve para que el error se extienda como una mancha de tinta de calamar.

Relumbra en la constelación radical el ex chavismo desengañado, que le aseguró los envoltorios y hojas de parra necesarios al Capataz de Sabaneta para sus éxitos. Esas almas de Dios no se percataron que apoyaban a un golpista y hoy tampoco saben lo que hacen. Él tendrá que agradecerles de nuevo, si logra imponerse sobre medio chavismo con el apoyo ingenuo de la media oposición abstencionista.

Derrotas

Los estudios de opinión señalan que más de la mitad de los bolivarianos rechaza la reelección eterna, pero los caracoleos lisiados le darían el triunfo al SI. Ya se puede afirmar con comodidad que las derrotas democráticas -y por lo tanto, la permanencia del Capataz en el poder- fueron producto de la caballadas radicales.

¿Inteligencia?

Sócrates pedía bajar la voz y mejorar los argumentos porque el radicalismo es el sustituto más común de la inteligencia, y de allí su arraigo en políticos novatos y almas simples. Basta meterse en uno de esos chat para descubrir el drama de la fuga de cerebros; a algunos participantes se les fue para Beluchistán sin boleto de retorno. Pese al desperdicio de estrógeno, bilis, adrenalina, testosterona, el radicalismo es elegante porque se puede emparentar con 'la moral y la ética', según la cacofónica redundancia, permite engolar la voz y llena huecos negros del razonamiento. Pero no permite entender algo de lo real, ni analizar y comprender la experiencia, o revisar situaciones homólogas y sacar deducciones útiles. Todo queda reducido a gorjeos sentimentales, incapacidad de procesar lógicamente, metafísica de barra, prejuicios y caprichos, lloriqueo y gruñido, taras graves en la política. Esta deja de ser un enfrentamiento entre estrategias para ceder ante esdrujulaciones, invocaciones al honor, la dignidad, la patria y otros ripios, pero algo más importante: tiene la derrota segura.

Ya casi se logra un resbalón parecido a cualquiera de los anteriores nueve años. Para no incurrir en el error de los radicales, no mayusculemos, al estilo "ahora o nunca", "con la reforma se consolidará para siempre¿", "el país no aguanta más" y otras vacuidades. Sólo habrá nueva evidencia de que tenemos lo que nos labramos y de que el poder se desplomará podrido en sí mismo y no por la sal en la mollera de sus adversarios.

Carlos Raúl Hernández
EL Universal

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