26 noviembre 2007

Me gustan los cachitos del Portu.

Nací en la clínica Leopoldo Aguerrevere, municipio Baruta, de una familia clase media alta, mi papa era ingeniero civil de la central (se graduó tarde porque Caldera cerró la universidad), mi mama siempre fue ama de casa, en esa época casi todas las mujeres hacían un curso secretarial con mención en taquigrafía. Tengo 2 hermanos, la mayor pasó su adolescencia en los años 80,es decir con las fotos con copete, y la ropa de colores fosforescentes; son las fotos que nadie quiere ver ni recordar, a menos que quisiéramos burlarnos. Mi hermano menor es el típico que llegó con la pierna raspada ala casa por que se tiró por una bajada que queda cerca con una carrucha y no supo agarrar bien la curva. Tengo familia en toda Venezuela, desde Maracay, hasta San Cristóbal, y por supuesto los primos maracuchos.

Mi familia es tan grande que es casi obra de Dios que no me haya casado con una prima lejana. Estudié en un colegio del este de Caracas, nuestro equipo de fútbol era el mejor, o por lo menos eso le decíamos a todo el mundo.

Llevé lonchera hasta 6to grado. Tuve buenos y malos profesores, en mi salón éramos como 30 y todos teníamos sobrenombre, conmigo estudió: El Portu, Mono y pata e palo. En 5to año hice todo lo imposible por ir a todos los festivales de gaitas (a mi mama no le gustaban y me costaba un mundo conseguir el permiso); saliendo de uno de ellos me robaron el reloj.

De viaje de graduación del colegio me fui a margarita con mis panas, en busca de novias, y nos devolvimos sin nada. (Fuimos en la época equivocada, creo que ellas llegaban después). Me saque la licencia legal; todos los>demás pagaron, yo me estudie el librito.

El examen del CNU me lo dictaron, una cosa que me pareció horrible, pero gafo no fui y copié cada una de las respuesta que me iban diciendo. Entre por prueba interna a la Universidad Simón Bolívar, una universidad con un impresionante contraste de clases sociales.

Mi familia tenía un apartamento en La Guaira. Los fines de semana, antes de salir para la playa, siempre desayunábamos en la panadería que queda cerca de la casa, un cachito de jamón y jugo de naranja, para mí desde la panadería empezaba la diversión.

En las vacaciones de Semana Santa iba a Margarita (un verdadero desastre), no faltó nunca el que decía: Esta isla se va a hundir! Por su puesto en playa el agua conocía a una empanadera que me preparaba una empanada de pabellón especial (doble carne) y me tomaba de salida una buena cocada en Cimarrón. En una cola saliendo de Pampatar prometí no volver a la isla en esa fecha. Eso lo hice quizás por que ya estaba enamorado de mi novia. Si no, creo que hubiese vuelto dos veces mas por lo menos.

En las vacaciones de trimestre nunca me faltó un viajecito a Choroní, o a Cuyagua en carpa. Los drogadictos siempre se ponían al final de la playa. Creo que ahora este destino es más comercial, pero la primera vez que fui casi teníamos que pescar nuestro almuerzo.

Los primeros carros de mis amigos fueron Fiat 1, o Corollas; al pana rico le dieron un machito, cosa que creaba envidia entre los que no lo teníamos: 'cuando trabaje me lo compro', Eso dijimos casi todos. Nos encantaba el machito .A mis cumpleaños iban como 100 personas, 75 que no conocía, pero si llevaban mujeres no me importaba.

Hice mi pasantía en PDVSA, por supuesto que entré con palanca, el papá de un amigo me ayudó. Durante esta época aprendí a hacerme el nudo de la corbata, y también que en PDVSA trabajaba el doble de gente que lo que se necesitaba.

Mi arepa preferida es la pelúa. Antes me comía la de queso guayanés hasta que un día, a las 5:00 a.m. después de una buena fiesta, me salio una mosca en el queso, y más nunca me atreví a pedirla. Me encanta el llano de Barinas, montar caballo, ir en camioneta a Aguaro Guariquito, soy bueno jugando dominó, conozco toda Venezuela menos el delta, porque es muy difícil llegar allá.

Me encanta mi país, mi gente, hablar español, mi acento, el cachito de jamón, el cocosette, la empanada de pabellón, los perros de calle el hambre(de cualquier ciudad), las cocadas de Cimarrón, y un buen guinde en una hamaca. Ahora, también detesto las colas de caracas y odio a los motorizados que hacen caballito cuando la luz se pone en verde en el semáforo.

Mi familia paterna era italiana, todo comenzó con un abuelo que se vino a principios del siglo pasado en busca de fortuna. Y claro esta, fuimos en el

2.000 al consulado a reclamar nuestro pasaporte, pero lo hicimos tarde: nos dieron la cita para después de 5 años. Nadie imaginó en esa época que en un futuro toda Venezuela quisiera buscar sus raíces europeas, y mucho menos que todos fueran a la vez. Ahora en este momento, no sólo las raíces europeas son atractivas, sirven las colombianas, rusas, chilenas, argentinas, etc. Tener el pasaporte europeo no solo me trajo tranquilidad, también varias proposiciones de matrimonio (en tono de broma) de aquellas amigas que eran venezolanas de pura cepa. Por supuesto que me case con una venezolana, igual a mi, (pero con pasaporte alemán) que tiene una familia igual a la mía. Que le encantan los perros que venden en la Trinidad en frente del bingo, que es caraquista igual que yo,( no se si hubiese aguantado que fuese del Magallanes, es full fanática).

Ella tuvo casi las mismas vivencias que yo, pero claro con los planes típicos de mujeres. Es una mujer única y maravillosa. En ningún otro lado del mundo hubiese encontrado a alguien parecido.

Firmé contra el presidente Chávez desde el muro de Santa Rosa para atrás. El 11 de abril estuve en las escaleras de El Calvario, marché en cuanta marcha pude, hasta que me cansé. Y desde las elecciones del referéndum revocatorio contra él, no he votado más, por que creo que si nadie sale a la calle el día de la elección es la mejor forma de demostrar que nadie esta con él. Y estoy seguro que somos más y el CNE tiene la balanza inclinada para el lado que no es.

Hace como tres o cuatro años empezó todo, o por lo menos así lo empecé a sentir. Deje de ver a mis 'amigos' (amigos: todo aquel que alguna vez conocí). No faltaron encuentros con gente de la universidad o del colegio donde se hiciera la siguiente pregunta: ¿Qué es de la vida de Juancho?- Chamo se fue para Canadá- ¿Y de este que vio matemáticas con nosotros, cómo es que se llama? ¿El que se copio el problema que no era, te acuerdas?- Claro, Rodrigo, se casó y esta en Australia. ¡Coño, tan lejos!

Van pasando los años viendo como la celebración de mi de cumpleaños se hacen cada vez más pequeñas. Últimamente ya amigos no tan alejados, (los verdaderos, los que me se sus nombres, se quiénes fueron sus novias, sus cosas, etc.) están en Canadá, Australia, Costa Rica, España, Estados Unidos.

Creo que estos son los destinos mas cotizados, aunque hay uno que se fue a Brasil. He depurado varias veces la agenda telefónica del celular.



Al principio sonaba chévere: Oye tienes casa en Toronto, te puedes quedar cuanto quieras- Ya sabes, si vas a Miami a comprar cosas, puedes quedarte en mi casa-. Y uno sonreía: Oye, verdad que sí, gracias.

Creo que el porcentaje que se ha ido, de mis conocidos, es del 70%.

Inicialmente pensé que iba a ser temporal, los postgrados duran dos años máximo, luego se regresarían. Pero nada, ninguno regresa. Creo que pasa lo mismo con la gente mayor, para ellos puede ser más difícil. Uno oye que algunos regresan, pero creo que son más los que no lo hacen. Los jóvenes tenemos más aptitud para adaptarnos. No es extraño ver familias dividas por la distancia, esposas e hijos fuera, mientras el padre trabaja acá.

No era difícil prever esto ya que, poco a poco, los venezolanos nos fuimos acostumbrando a vivir mal, a sentirnos en un país extraño, un país que no es de nosotros, a sentirnos extranjeros en nuestro país. Sitios que antes íbamos ya no vamos, paseos que hacíamos ya no lo hacemos, cada vez compartimos menos, y nos sentimos presos entre dos municipios y el aeropuerto (por ahora). No se si nosotros nos merecemos este país, o lo merecen las personas que lo tuvieron en sus manos y no hicieron nada para arreglarlo.

Lentamente dejamos que nuestras urbanizaciones se cerraran con unas casetas de vigilancia inútiles, en vez de haber reclamado desde un principio seguridad a las alcaldías. Nos acostumbramos a seguir derecho cuando pasábamos en frente de nuestra casa por que el carro que teníamos atrás llevaba dos minutos en nuestro retrovisor. Nos volvimos paranoicos y a veces con razón. Lentamente nos hemos acostumbrado a vivir en un país donde en el supermercado no hay carne, pollo, leche, huevos, margarina, aceite, o pañales, Y ¿qué hemos hecho? ¿Reclamamos? ¿Quemamos carros? (como en Paris) No! salimos a sortear otro auto mercado donde haya lo que no había en este, no simplemente resolvemos como sea. Solo un: ¡Qué bolas, esta vaina! (no dicho muy duro, mucho menos gritado, porque si la Sra. que tenemos al lado esta con el proceso, tenemos que respetar su manera de pensar). Aun nos queda educación. O por el contrario y peor, nos da pena hablar.

Entre nosotros no es raro oír a alguno que esta buscando un crédito del gobierno, de esos que le van a dar 4.000 millones. Y nadie conoce al primero que se lo hayan dado. Entre los empresarios uno oye que tienen la misma preocupación: ¿Qué va a pasar? ¿Qué vamos a hacer? casi ninguno quiere invertir en una nueva planta, o una máquina mas grande, 'Si, estamos vendiendo mucho (o todo), pero ni de broma compro el galpón de al lado para ampliar el negocio. A ver si me lo quitan'. No es extraño oír: 'Este país es para sacar plata.', 'Aquí es donde esta el dinero.', la filosofía que los rige dice: Mientras haya dinero estarán acá, pero no por el país, sino por la plata. Y el consejo general de todos es: 'haz plata y sácala en dólares'.

Me pregunto ¿en manos de quién está nuestro país? y ¿en manos de quién estará en diez años? si todos los buenos se fueron. No es que no se quede nadie valioso, sino que la gente valiosa que se quede, dentro de poco hará equipo de trabajo con los mediocres. Lo mismo que sucede en las empresas pasa en nuestra vida, 'para qué vamos a comprar eso. y si nos tenemos que ir corriendo esa cosa no nos la compra nadie'. En Diciembre pasado no faltó el que dijo: 'Por favor que mi regalo que pasen una maleta. Que tenga 30 cm. Y no pese mucho'. Además hemos llegado a pensar que cualquier persona que hace lo contrario es chavista. 'Viste a el de la esquina, se metió a chapista está haciendo un piso mas a su casa'.

¿Cómo se saca a un país así adelante? Sin gente de la buena, sin familias, sin esperanzas, sin planes.

No culpo a los que se fueron, culpo a los que hicieron que se fueran, a los que destruyeron nuestras familias, y lo peor: nuestras esperanzas. A los que hicieron que los abuelos conocieran a sus nietos por camarita Web.

A los que destruyeron nuestras parrillas de los domingos, a los que hicieron que la celebración de mi cumpleaños sea cada vez más pequeña. A los que hicieron que nuestro Messenger esté lleno de gente que nunca vemos.

A los que lograron que nuestro arbolito de navidad guarde regalos hasta julio fecha en la vienen a visitarnos. A los que hicieron que globovisión.com o noticiero digital sean nuestras páginas de inicio. Culpo alos que lograron que algunos venezolanos llevaran a cabo su plan 'B'.

Creo que debemos cambiar el plan B al plan A. ¿Cuál es mi plan B? Echarle bolas al plan A. El país y nuestras familias están mal y estarán peor, si no cambiamos la apatía que sentimos ante lo que sucede a nuestro alrededor, el sentirnos derrotados, el haber perdido el ánimo de gozar la vida. El tener planes difusos no nos ayuda, no se puede vivir sin esperanza; y aún más grave, el sentirnos como si nos quedáramos sin armas: sin marchas, sin paros, sin elecciones, sin poder hacer nada. Claro que existe una manera, es verdad, no la hemos encontrado pero no hay duda de que existe. Ya sabemos como esta el país, vivamos o no en él, no podemos ser quienes lo hundan más con nuestro pesimismo y nuestra apatía.

Es verdad, en nuestro alrededor se respira un aire que nos dice a cada minuto que somos la generación más afectada, los que no podrán disfrutar de montar un negocio con sus amigos, o que ninguno de nosotros será concejal, alcalde o ministro. Que los negocios que montemos estarán siempre en nuestras mentes por que nos da miedo llevarlo a cabo. Y que las compañías en las que trabajamos y queremos hacer carrera están amenazadas. Nuestros papás tuvieron todo lo contrario: un país de oportunidades y de crecimiento, tuvieron algún amigo alcalde o montaron negocios con sus panas, creo que por eso algunos no entienden muy bien a los hijos que se van, definitivamente deben entender que esta no es la Venezuela que ellos vivieron, por eso creo que para que nuestra generación no sea la que mas perdió debemos definirnos, y si nuestro plan A es estar fuera, entonces que vivamos con intensidad y que seamos los mejores en lo que hagamos, para que dejemos el nombre de los venezolanos muy en alto; que no seamos quienes más porquería hablan del país. Si en cambio nuestro plan es quedarnos, que así sea y no vivir con la mente fuera y nuestro cuerpo acá, quejándonos silenciosamente cada veinte minutos. Y que cada vez que oigamos una cadena de esas en la que él habla demas, no meditemos ante el televisor: '¿Será que empiezo a vender todo?...y nos vamos a Miami, pero. ¿Qué carajo voy a hacer en Miami?... porque para Europa ni de vaina; es carísimo gastar en euros.' Tenemos que saber que decidimos quedarnos y ya.

Yo particularmente no quiero ser parte de la generación que no hizo nada con su vida, porque en mi plena edad productiva estaba el presidente que tenemos. SI tengo planes con mi vida y con mi familia, si se lo que quiero en la vida. No les niego que algunas veces he apostado a mis planes y he perdido, pero así es la vida en unas se gana, en otras se pierde, y como dice mi esposa '.esta es la vida que nos tocó vivir.'

Yo sólo espero no ser el que apague la luz.

Rafael Baretta

Un venezolano que le encanta desayunar cachitos de jamón en la panadería del Portu.

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