24 noviembre 2007

¿Votar o No Votar el 2D? (03)

La Democracia entre dos fuegos

Mi estimado amigo, el escritor venezolano Eduardo Casanova me envió un e-mail con dos preguntas ¿Hay que votar el próximo 2 de diciembre? ¿No hay que votar el próximo 2 de diciembre?

Yo respondí que como no soy venezolano, no puedo votar, pero si lo fuera, votaría no. Acompañé mi respuesta con una breve fundamentación. Esta es la reproducción ampliada de dicha fundamentación, la que he escrito en clave de artículo

1. Más allá de los resultados

El referendo que probablemente tendrá lugar en Venezuela el próximo 2.12.07 en torno a la mal llamada reforma constitucional (en verdad se trata de otra constitución) ha tenido la particularidad de alinear a las fuerzas políticas contendientes en condiciones diferentes a como estaban alineadas antes del intento del “golpe constitucional”, como también ha sido llamada la reforma.

Ya es casi un hecho que la votación que alcanzará la oposición a la llamada reforma será muy alta. Si ella bastará para derrotar al oficialismo, depende no sólo de las matemáticas, sino que de la capacidad de presión que logre obtener el movimiento anti.-reforma sobre el CNE, el tribunal electoral más corrupto de toda América Latina.

Pero más allá de los resultados, hay que consignar hechos significativos que ya permiten augurar momentos de victoria para la oposición democrática venezolana. Y el hecho más significativo de todos, es que la lucha en contra de la llamada reforma ha dado lugar a una concertación política que no sólo es cuantitativamente superior a la que existía hasta hace un año, sino que, además, alcanza nuevos perfiles cualitativos altamente novedosos en las luchas democráticas del continente.

2.Una nueva concertación política

La concertación política a la que me estoy refiriendo, ha tenido lugar en dos espacios diferentes. Uno es el espacio de las organizaciones políticas propiamente tales. El otro es el espacio de la llamada sociedad civil. A la vez, dicha concertación aparece como algo posible gracias a la emergencia de nuevos actores de alta significación política. En el primer plano, el actor más significante apareció con la puesta en escena del chavismo constitucionalista. En el segundo plano, el actor más significante apareció con el movimiento estudiantil.

Tanto el chavismo constitucionalista como el movimiento estudiantil han sido las revelaciones principales del último tiempo, nuevas apariciones que han creado alternativas orientadas hacia una refundación de la política venezolana, tan deteriorada por el chavismo pro-dictatorial.

Las deserciones observadas al interior del chavismo - cuyos ejemplos más espectaculares han sido la valiente actitud de PODEMOS y su indiscutido líder Ismael García, y la actitud democrática del general Baduel - están planteadas en primera línea frente a la reforma pro-dictatorial en ciernes. Pero, a la vez, hay que dejar en claro que ellas tienen que ver con la propia naturaleza del movimiento chavista.

Como todo movimiento populista, el chavismo es radicalmente heterogéneo. No obstante, en el marco de esa heterogeneidad se han ido vislumbrando frente a la llamada reforma, dos tendencias principales. A la primera, podemos denominarla: democrática y social. A la segunda. dictatorial y militarista.

La tendencia democrática incorporó en las filas del chavismo a sectores que vieron en el movimiento, la posibilidad de realizar reformas estructurales profundas en la sociedad venezolana, las que algunas, y en parte, aunque de un modo muy desordenado, ya han tenido lugar.

La tendencia dictatorial y militarista no considera, en cambio, que las reformas sociales son un fin en sí, sino que solo un medio para la realización de un proyecto de toma de poder. El claro objetivo de esta segunda tendencia de inspiración netamente castrista es imponer en Venezuela una dictadura militar basada en la creación de organismos verticales de masas, vinculados directamente al Estado, en cuya cúspide se situaría la Presidencia, rodeada de un séquito de amigos íntimos del (eventualmente) futuro dictador, con pleno control sobre el aparato militar, las milicias, la policía, el partido único, los consejos comunales, los batallones, los pelotones, y otros diversos grupos armados y de choque. En fin, se trata de la reimplantación del modelo estatal cubano en Venezuela (justo en los momentos en que ese modelo comienza a deteriorarse en Cuba).

La expresión más nítida del proyecto dictatorial, es la propia reforma constitucional. Contra ella se levantaron, y seguirán levantándose, diversas fracciones del chavismo constitucional.

Eso significa que el populismo chavista está condenado a escindirse en dos partes que, por ahora solo se sostienen gracias al mesianismo mágico de un caudillo, quien cada día que pasa es menos mesiánico, menos mágico y menos caudillo.

La lucha en contra de la reforma dictatorial ha tenido la gran virtud de abrir una puerta de entrada al chavismo constitucional -puerta ya traspasada por PODEMOS- que vinculado a la también nueva estructura política opositora (Un Nuevo Tiempo, Primero Justicia, Movimiento al Socialismo, los restos de Acción Democrática y de COPEI, y otras organizaciones menores) permiten ya visualizar la formación de un bloque político desde donde, más temprano que tarde, surgirá la coalición política mayoritaria de la nación. Eso probablemente lo percibe el núcleo duro del chavismo pro-dictatorial, y es por eso que hace y hará todo lo posible para descalificar a su disidencia interna de un modo aún más brutal que a la propia oposición.

3.Los Estudiantes y la Iglesia

El segundo plano ha tenido dos actores principales. Por una parte, la irrupción del movimiento estudiantil, activo desde que inició su campaña por la libertad de opinión, cercenada con el cierre de RCTV, y amparándolo desde atrás, la admirable iglesia católica venezolana.

Hay, en ese sentido, un parecido extraordinario con la oposición que surgió una vez en Polonia, cuando Iglesia y Solidarnosc enfrentaron a la dictadura comunista primero, a la dictadura militar después, y a ambas derrotaron. Ahora bien: los estudiantes venezolanos son el Solidarnosc venezolano. La Iglesia, como ocurrió en Polonia (o en Chile) es la representación moral de la nación, en un país que no se deja seducir por el cristianismo utilitario representado por Chávez y algunos chavistas.

Tanto representantes de la vieja Iglesia, como los jóvenes estudiantes, han llamado a votar NO. Y la nación democrática ha aceptado esa conducción moral, cultural y política a la vez. Alrededor de los activos estudiantes la sociedad civil protesta. Lo que queda de los sindicatos, los representantes de la cultura, los gremios, las comunidades, alcaldes, todos se van sumando por la larga marcha por el NO a la dictadura.

El pueblo, en su más primaria acepción se va constituyendo soberanamente a través de una doble vía: la política y la social, y en ambas, pacíficamente avanza, con las manos de los estudiantes pintadas de blanco, diciendo NO, un NO, que está ya siendo escuchado en el continente entero, y aún más allá.

Y van a votar, sabiendo que ahí están los funcionarios chavistas de la CNE. Es que no hay otra posibilidad, y la asumen todos ellos, con un valor que simplemente sobrecoge.

Ellos, disidentes, estudiantes, representantes civiles del orden social, están luchando para salvar una democracia. Su objetivo no es derribar al gobierno, pero sí que ese gobierno se acoja a la constitución y a las leyes. Y vencerán, que duda cabe. Vencerán. Con trampas o sin trampas, son lo mejor de la nación venezolana, y en estos momentos, ellos, sin quererlo, ya son la vanguardia democrática de todo un continente.

La tarea es y será muy difícil. No sólo tendrán que derrotar a lo peor del chavismo dictatorial enquistado en el Estado. Tendrán que derrotar, además, al mejor aliado del chavismo: el abstencionismo.

4.- La amenaza abstencionista

Abstencionismo hay en todas partes y en todos los países donde hay elecciones. El problema es que en Venezuela ha alcanzado una dimensión altamente peligrosa. Pero para ser más preciso, hay tres abstencionismos en Venezuela. El apolítico, el político y el antipolítico.

El abstencionismo apolítico , los llamados “ni-ni”, se dan en todas partes. Se trata de personas que no se interesan ni por su ciudad, ni por su nación ni por su Estado. Sólo se interesan por ellos mismos y sus posibilidades consumidoras. El mundo es para ellos una tienda comercial y mientras haya dinero para el día todo está bien. Pero no hay que juzgarlos ni condenarlos. Pues es difícil alcanzar la condición de ciudadano político y hay quienes no quieren cargar con ella. Mientras tengan comida, casa y auto, el mundo estará en orden, y desde una perspectiva vegetal y animal, ellos tienen toda la razón.

El abstencionismo político en cambio, es diferente, aunque en los cómputos finales aparecerá confundido con el abstencionismo apolítico.

En Venezuela, si bien declinando, hay un abstencionismo político antichavista relativamente fuerte. Dicho abstencionismo se basa en dos principios formales. El primero se expresa en la siguiente pregunta “¿qué sacas tú con votar si al final la CNE te robará los votos?”. El segundo dice así: “si la reforma es ilegítima, votar es ilegítimo”. Y vuelvo a repetir, desde una perspectiva de pura lógica formal, ambos principios son ciertos.

No obstante, los abstencionistas políticos no entienden que la razón política no se deja regir por los mismos criterios que aquellos que rigen en lógica formal.

Primero, esos abstencionistas no entienden que los fraudes electorales son mucho más visibles cuando hay una votación alta. Que mientras más sean los votos, más difícil será para la CNE ocultar su robo. Y que más fácil será cobrar con más votos que con menos votos, y esta vez, definitivamente, habrá que cobrar. Si a plazo o definitivamente de una vez por todas, podrá discutirse a su debido tiempo; pero de cobrar, habrá que cobrar. Pero para cobrar hay que votar, pues nadie puede cobrar lo que no ha dado, en este caso, el voto. Eso quiere decir, que en el mejor de los casos, la votación antireforma, si es muy alta, deberá conducir al primer triunfo en contra del chavismo antidemocrático. Y en el peor de los casos, si es considerable, pero no extraordinariamente alta, asegurará la continuidad de la lucha. Si llegara a ser muy baja, nunca habrá “un día después”. El no-voto de los abstencionistas no lo contará nadie; ni siquiera ellos mismos.

Segundo, esos abstencionistas no entienden que la legitimidad moral o jurídica no es lo mismo que la acción política. Cierto es que la reforma es jurídicamente ilegítima. Por eso, la única alternativa frente a esa ilegitimidad no puede ser una declaración notarial, sino que un claro NO político; un NO que no se expresa como en las sociedades primitivas por simple aclamación, sino que de modo escrito: en un papel y votando. El NO será, en este caso, la protesta legítima frente a la ilegitimidad de la reforma.

Por último, el abstencionismo antipolítico. Es el más peligroso de todos. Pues amparada en la cada vez más débil voluntad abstencionista, ha cobrado vida en Venezuela una ultraderecha histérica, delirante y, no por último, tendencialmente golpista, que, como suele ocurrir en muchos casos, ha internalizado tanto la lógica como el lenguaje del “enemigo”. Esa ultraderecha tiene escasas vinculaciones con el pueblo y su poder de movilización es casi nulo. Pero sueña con una mítica insurrección de masas desbocadas en una protesta sin retorno que marcha hacia la inmolación colectiva, condición de una supuesta victoria, que surgirá como un Ave Fénix desde las cenizas del Apocalipsis total. En cierto modo, ellos representan la otra versión del chavismo dictatorial. Ellos son las “patriaomuerte”, o los “rodilla en tierra”, de un antichavismo ya mimetizado con el chavismo dictatorial. Y lo más peligroso de todo, es que esa derecha salvaje, está en condiciones de alterar - al igual que el chavismo dictatorial con el cual se encuentra inconscientemente comunicada- el difícil proceso de democratización que hoy tiene lugar en Venezuela. Esa derecha ha puesto, definitivamente, a la opción democrática entre dos fuegos.

Razón de más para que los abstencionistas demócratas se decidan, de una vez por todas, a votar NO.

Votando no hay nada que perder. No votando, los abstencionistas de hoy, deberán vivir arrepentidos para siempre.

5. En síntesis

Ganando o no, y aún con trampas, la oposición democrática alcanzará una votación alta en el referendo. Desde ahí crecerá más y más una oposición que integrará al chavismo democrático y social con los demás partidos democráticos de la nación. Conjuntamente a la rearticulación de la sociedad civil –que ocurre gracias sobre todo a la acción de los estudiantes, la disidencia chavista constitucional, los partidos democráticos y la Iglesia- ya se está formando en Venezuela un bloque político orgánico destinado a constituirse, en un breve plazo, en una alternativa republicana y democrática de poder que terminará por cerrar el momento militarista y dictatorial que hoy representan el Presidente Chávez y sus talibanes ideológicos.


Fernando Mires
fernando.mires@uni-oldenburg.de

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