26 enero 2008

No nos acostumbremos y busquemos salidas

El Ineficaz es inimitable al momento de decir cualquier disparate capaz de generar pena ajena. No le tiembla la voz para vocear que el narcotráfico es una plaga mundial, aún cuando presumiblemente su entorno colabora con narcotraficantes. El Ineficaz destruye todo lo que toca, y Venezuela no ha sido la excepción. Este individuo encontró un país relativamente bien encauzado hacia la democracia, la modernidad y la felicidad, y en 10 años lo ha convertido en una cárcel gigantesca, donde los presos se mueren de hambre y padecen de enfermedades reeditadas del siglo XIX. El Ineficaz desapareció valores fundamentales para los venezolanos, como la familia, la religión, la superación y la solidaridad; en su lugar, ha implantado un sistema totalitario basado en el miedo, la venganza y la mentira.

Desgraciadamente para el Ineficaz, hay verdades de perogrullo que jamás podrá ocultar ante las comunidades nacional e internacional. Una de ellas es que la Venezuela actual es incapaz de autoabastecerse en materia alimentaria y, por lo tanto, mal podría ser el granero del mundo bajo la gerencia y conducción de su desgobierno corrupto de 10 años. La antes infortunada aseveración de grandeza productiva inexistente podría confundir a algún comunista de París destinatario de algún maletinazo oficial. Para los venezolanos honestos, por el contrario, no es más que otra prístina evidencia de la desconexión que el Ineficaz tiene con la realidad del país. Para poner en autos a cualquier lector desprevenido, me permito informarles que en Venezuela no hay leche, pollo, azúcar, y cientos más de productos esenciales para la dieta balanceada y saludable que debe proporcionarse a una población que se desea sana. Tal escasez y desidia son inexplicables ante la bestial cantidad de petroplata recibida por la nación en los últimos 10 años, con la que cualquier patriota venezolano sapiente hubiese puesto a Venezuela en el primer mundo y alimentado a todos los países africanos por un año.

Lamentablemente, el venezolano se está acostumbrando peligrosamente a vivir en la carestía: de alimentos, seguridad, empleo, viviendas y salud. Estamos repitiendo las mismas conductas dóciles asumidas por pueblos sumisos ante dictadores, a quienes se sometieron mansamente: los cubanos, que se acostumbraron al dictador asesino Fidel Castro; los judíos, que se acostumbraron a ser masacrados por Hitler; los europeos orientales, que se acostumbraron a rendirse sin pelear ante la Rusia comunista de Lenin. A los venezolanos pareciera que ya no les preocupa, por ejemplo, que no haya alimentos suficientes y buscan maneras complicadísimas de sobrellevar la escasez, cuando lo moral y políticamente correcto sería salir del Ineficaz; y luego nos encargaríamos de alimentar al resto del mundo.

Lamentablemente, unos escribimos, otros lideran mientras no están en exámenes, algunos promueven conciliábulos con el desgobierno y se entretienen en organizar elecciones regionales, en una más de distracción. Así las cosas, jamás uniremos y concretaremos voluntades. Debemos accionar permanente y unitariamente para liberarnos definitivamente del Ineficaz y su séquito, quienes aún tienen la desvergüenza de querer 5 años más. Por ahora, propongo/apoyo dos alternativas no excluyentes: (1) declaratoria de la manifiesta enfermedad mental permanente del Ineficaz; (2) repensar el 138 y el 350 constitucionales.



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