27 octubre 2008

"Poder tener"

No, no es una cuestión de deshojar la margarita y caer en disquisiciones adolescentes. Ya a estas alturas y luego de todo lo que hemos visto, queda clarísimo que el líder de lo que él mismo cataloga como "la revolución del amor" no sólo no quiere a su pueblo, sino que, de paso, no lo respeta, lo insulta, lo utiliza y discrimina.

En primer lugar, un mandatario que supuestamente quiere a su pueblo, no lo divide hasta el extremo que estamos viendo, no crea listas como las tantas que han surgido, no plantea el asunto de buenos (los que están conmigo) y malos, apátridas, escuálidos, fascistas, terroristas, golpistas, magnicidas, traidores y un larguísimo etcétera a quienes no lo apoyan.

Así que eso de decir "yo los amo" pero los pongo a pasar trabajo, dejo que el hampa los mate a mansalva, permito que los que están conmigo se enriquezcan a costa de los dineros públicos, quiebro al sector privado de la economía para que al final todos terminen trabajando en el ámbito público por tres lochas o los mantengo como mendigos estirando la mano, bajando la cabeza, vistiéndolos de rojo y diciendo amén a todo so pena de quitarle el pan de tus hijos y/o pasarte a la lista de "los otros", los "inmerecidos", por decir lo menos, no lo mueve precisamente un sentimiento noble.

Claro que todo tiene su límite y si antes le funcionaba muy bien eso de: yo soy de ustedes, yo soy del pueblo y quienes se oponen a mí son los ricos, los oligarcas", ahora este discurso se ha volteado en su contra. La gente no se engaña. Si algo ha quedado demostrado luego del juicio en Miami contra Franklin Durán a raíz del escándalo de la maleta, es que aquí ahora como nunca, en este gobierno socialista y revolucionario se han hecho las fortunas más grandes de los últimos tiempos. Todos, cercanos o lejanos al régimen tenemos la sensación de haber sido "timados" y cuanto más escuchamos ese discurso de los ricos contra los pobres, los malos contra los buenos, los pitiyanquis versus los patriotas, más nos acordamos de funcionarios con carros carísimos, avionetas, cuentas en divisas, hoteles cinco estrellas, compras en tiendas lujosas, verdaderas mansiones como viviendas y toda esa "maraña" de relaciones oscuras con personajes intermedios que sirven de "aguantadores" de fortunas, "intermediarios", "testaferros" y cobra comisiones de oficio.

Por eso cuando Chávez califica a algunos candidatos de la oposición (que por cierto van ganando en las encuestas) como "niños ricos" en el mismo afán de atizar el odio de clases, en realidad se está haciendo el loco con los neo "yuppies" (término ochentoso por él rescatado) de sus propias filas.

Y es que Chávez no quiere al pueblo, tampoco quiere una verdadera revolución en la que todos tengan iguales oportunidades, lo único que quiere es el poder y buena parte de los que lo rodean lo que desean es "poder tener".

María Isabel Párraga B.
El Universal
mariaisabelparraga@gmail.com

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