23 febrero 2009

El "y si..."

Qué es más insoportable luego de una derrota, los lamentos o la repartición de culpas? La semana pasada tuvimos un pentagrama de notas discordantes de ambas melodías. Inútiles ambas, pero sobre todo vacías y poco alentadoras. Tampoco es el momento de lanzarnos por el barranco de la evasión o del clásico "ya yo me cansé y no me meto más en política porque esto no tiene remedio" o la otra historia de "aquí hubo un fraude y ya yo no voto más" o peor aún la de "la culpa la tienen los dirigentes porque no tenemos líderes", o las peleítas que ya se ven venir de cara a los múltiples comicios que están en cola, entre ellos los parlamentarios. Y así vemos que se acusan los unos a los otros con el peor insulto de "tú eres un antipolítico" o "tú eres un histórico" como respuesta, a lo que habría que sacar el cartelón de "alto" no se metan por ese camino porque "les va a caer el hacha" y la gente, esos cinco millones que se mantuvieron firmes pese a las presiones, la avalancha de propaganda y los bonos electorales, no los va a querer más y ahí sí estaríamos todos toditos metidos en un tremendo lío. Aún más. Siempre se puede caer más bajo y todo es "empeorable", Chávez mediante.

Hacia atrás ni para coger impulso, a menos que sea para corregir errores, nunca para sacar el talonario de facturas por cobrar. Eso no lleva a nada más que a la desunión, el peor de los infiernos para la alternativa democrática. Hay cinco millones que no compran el proyecto de Chávez, pero hay seis que sí le dieron su "regalito reeleccionista" que ha sido asumido por el líder como una "patente de corso" para cualquier "a mí se me ocurre" que le venga en esas madrugadas en las que no puede dormir. ¿Quién sabe qué se le puede pasar por esa cabecita siempre ambiciosa de poder?

¿En qué estamos ahora? En la imperiosa necesidad de entender que hay un país que en vez de "no" necesita un "y si", o lo que es lo mismo, una propuesta que los entusiasme, con la cual se sientan identificados y que genere esperanzas. Porque no sólo hubo miedo de perder un trabajo, una ayuda social o una misión, no se puede hablar sólo de clientelismo o de populismo extremo, de boliburguesía o de una nueva élite, hay que estar consciente que el NO está, en función de un SÍ que lleva implícito una propuesta, un proyecto, un "yo sí pienso en el futuro" aunque este tenga nombre propio. Haría falta más "sí" del lado de la alternativa democrática, aunque el "no" ya lo tengamos garantizado por parte del gobierno. Hay necesidad de una propuesta alternativa que cale, sea creíble y emocione a los sectores que aún ven en Chávez la única esperanza. Ojo, pero eso no sólo es tarea de los políticos. El compromiso con el trabajo social es de todos a través de cualquier proyecto de voluntariado en el cual podamos anotarnos. De hecho, puede ser la gran oportunidad de cambiar nuestra realidad, sin tanta quemadera, sin tanto remilgo, sin tanta peleadera.

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