14 junio 2009

Que mueran, pero que no se sepa

El "gas del bueno" que la PM y la GN lanzaron a los indefensos médicos de la Maternidad Concepción Palacios cuando protestaban pacíficamente el despido de cuatro compañeros porque denunciaron la muerte de varios recién nacidos, ha servido para reeditar aquella triste historia ocurrida hace poco más de un año y originada en la criminal negligencia del gobierno de Chávez en materia de salud pública.

En cualquier parte del mundo civilizado la muerte de esos infantes por falta de unidades y personal especializado habría sido causal de destitución del ministro de Salud y del director del hospital. En la "revolución bonita" ocurre lo contrario. Destituyen a quienes se conduelen públicamente de las carencias que apagan tantas vidas y esperanzas de los más pobres, mientras el Presidente dilapida el tesoro público en regalos a sus compinches y en armas de guerra. Los destituidos son el presidente y vicepresidente de la Sociedad Médica de la Maternidad, Fernando Calderón y Giuseppe Mandolfo: el jefe de servicios de enfermedad trofoblástica, José Colom, y Rafael Rodríguez, médico adjunto a la sala de partos. Su desesperación era por salvar vidas. Porque esa desgracia no volviera a ocurrir. Era y es ostensible la falta de cupos en la unidad de cuidados inmediatos y en la sala de terapia intensiva, además de la insuficiencia de médicos neonatólogos (había sólo dos especialistas la noche de las muertes infantiles).

El ministro militar, que no médico, informa "las causales" de tales despidos, apelando a la Ley del Estatuto de la Función Pública ( a la que los altos funcionarios públicos hacen una trompetilla) "Numeral 6: Falta de probidad, vías de hecho, injuria, insubordinación, conducta inmoral en el trabajo o acto lesivo al buen nombre y a los intereses del órgano o ente de la Administración Pública. Numeral 12:

revelación de asuntos reservados, confidenciales o secretos de los cuales el funcionario o funcionaria público tenga conocimiento por su condición de tal" (&)

numeral 6 del Art. 33:

"Guardar la reserva, discreción y secreto que requieran los asuntos relacionados con las funciones que tengan atribuidas".

La directora rojita de la maternidad declara que Calderón, Mandolfo, Colom y Rodríguez

"no estaban autorizados para difundir hechos o circunstancias relacionados con la actividad regular del hospital".

Es decir, debían haber permanecido mudos ante esas muertes. Lo que el Gobierno no quiere que se sepa, es lo testificado por el doctor Colom: "por información suministrada en fecha 01-04-2008 por la directora Aura Belén Briceño mediante cuadro de muertes perinatales y frontal de las historias clínicas, se evidenció que hubo siete (07) muertes perinatales, las cuales eran cuatro (04) óbitos y tres (03) recién nacidos vivos que murieron posteriormente en ese lapso. Dice el Dr. Colom que como jefe del servicio donde estaba hospitalizada una paciente cuyo bebé murió, pudo constatar la historia clínica completa, donde el neonatólogo dejó sentado que

"no había cupo en la unidad de cuidados intensivos neonatales, ni en la unidad de cuidados intermedios neonatales, así como tampoco en áreas especiales neonatales, por lo cual el recién nacido estaba recibiendo oxígeno con mascarilla compartido".

La indignación del ministro militar, que no médico, se aceleró con la declaración dada a Últimas Noticias por el Dr. Calderón, quien en su condición de presidente de la sociedad de médicos de la maternidad afirmó que "desconocía las causas por las cuales las historias médicas fueron confiscadas". La razón es obvia: al desaparecer las historias, las muertes nunca existieron y los médicos "guarimberos" podían ser destituidos por "injuria" y "falta de probidad" y además por un nuevo delito recién inventado por el ministro militar, que no médico: el de "ensañamiento informativo".

Así es la pedagogía revolucionaria. Con estos cuatro despidos los demás médicos protestan ahora con los rostros cubiertos con tapabocas como símbolo de que "si hablamos, nos botan".

De entonces a hoy las cosas no han mejorado. La unidad de terapia intensiva para adultos hace seis meses que está cerrada (el "ruleteo" es el signo de la salud "revolucionaria"). Además "el ingreso de pacientes a la sala de cuidados intensivos e intermedios quedó suspendido por falta de médicos adjuntos. Hace días una banda hamponil robó impunemente 16 vehículos del estacionamiento aledaño a la maternidad, pertenecientes a los médicos de guardia. Vehículos que no podrán reponer con los míseros salarios que reciben. Queda claro entonces que lo que le quita el sueño a Chávez no es que haya 18 mil crímenes al año, corrupción, caos y quiebra de las instituciones. Lo que le da un insomnio mortal es que todo eso se sepa. Por eso necesita cerrar a los medios por el delito de "ensañamiento informativo" y obligar el tapabocas a los disidentes.

Marta Coolomina

El Universal

mcolomina@gmail.com

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