11 agosto 2009

La guerra con Colombia

Una noche lluviosa, en septiembre de 1997, luego de una larga caminata por el monte, sostuve una entrevista con Alexis, Comandante del Frente Domingo Laín del Ejército de Liberación Nacional colombiano. Conversamos en plena oscuridad y ya casi al final Alexis confesó que había dirigido la acción en contra del puesto fluvial de Cararabo, en el río Meta, durante la cual fueron masacrados ocho infantes de marina. Alexis relató lo ocurrido advirtiendo que no se habían ensañado con sus víctimas, tal y como lo señalaban las autoridades militares venezolanas.

"Pero ustedes castraron a los muertos y les colocaron los genitales en la boca", le dije citando la versión oficial. "Eso no es cierto. Durante el ataque tuvimos un muerto y cinco heridos. Pero el combate sí fue encarnizado y los infantes pelearon, no fueron cobardes. Lo hicieron, además, sin comandante, porque el oficial que los dirigía escapó. Fue, entonces, el arrojo de nuestras unidades lo que puso a nuestro favor el resultado de la contienda. Pero lo de los genitales es falso. Somos un ejército revolucionario. Nos guiamos por el humanismo revolucionario. Cinco soldados estuvieron en nuestras manos y los liberamos en la sabana. Eso no lo dicen. En Cararabo quedaron armas porque eran tantas que no cabían en los botes. No esperábamos encontrar tal cantidad de armamento y menos tan sofisticado". "¿Qué clase de armamento?", le pregunté. "De todo tipo. Un armamento significativo, estratégico y le reitero, dejamos vivos a los infantes que hicimos prisioneros, algunos de los cuales encontramos llorando en el baño".

Todo esto viene a cuento porque la semana pasada el presidente Chávez advirtió que dentro del lote de armas que "robó las FARC" de Cararabo estaban los cohetes suecos que el ejército colombiano encontró en un campamento de esa guerrilla. Un desliz imperdonable en alguien tan astuto como él porque, además del testimonio de Alexis, el informe de las autoridades venezolanas indica claramente que fue el ELN y no las FARC la organización que actuó en Cararabo y por tanto es imposible que éstas tuvieran en su poder el armamento.

Ahora, si el Presidente miente es porque pretende ocultar una verdad ya irrefutable: sus vínculos con las FARC han entorpecido y perjudicado la ofensiva militar contra las FARC, cuya supervivencia, en buena medida, pasa por el apoyo del gobierno venezolano. Eso lo comprendió mucho mejor que Bush el presidente Obama y de allí el incremento de la presencia militar norteamericana en Colombia. Si Chávez por el norte, las FARC desde adentro y Correa desde el sur, tratan de minar el gobierno de Uribe, éste ha encontrado un aliado formidable e inesperado que seguramente frenará los arrestos bélicos de la triple alianza.

Roberto Giusti

El Universal

rgiusti@eluniversal.com

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