18 mayo 2010

A confesión de parte...

De Cuba se fueron todos esos ricachones, aquí no haremos eso". Esa expresión del caudillo el pasado jueves esconde, pero a la vez revela muchas cosas. En primer lugar le pasó como al muchachito que comete una tremendura y antes que la mamá lo descubra y lo regañe lanza el típico "yo no fui, fue el monstruo". Bueno, así mismo el líder queda al descubierto en su obsesión cubana al sacar él mismito el ejemplo en cuestión. Cabría aquí un "¿ajá picarón, no y que no tiene nada que ver el modelo venezolano con el mar de la felicidad?". O tal vez sea que lo que pretendió afirmar es que salvo el hecho de la "expulsión de los ricachones" como lo define, en todo lo demás son esquemas gemelos.

Otra interpretación al "acto fallido y confeso" del líder es que cuando hace referencia a que aquí no se irán los citados "ricachones" lo dice porque los grandes magnates de la actualidad son ellos mismos, los rojos rojitos y sus asociados en los multimillonarios negocios de estos tiempos de doble moral en los que se pregona socialismo pero en el que una elite disfruta de las delicias del capitalismo más guachamarón e impúdico de los últimos años. "Dame un marxismo con soda" que así es más divertido pues.

Pero si el esquema es Cuba, habría que decir que si hay algo que funciona muy bien en la isla es el mercado negro. El dinero cubano para efectos de lo indispensable funciona poco más o menos que los billeticos del monopolio porque el "gringo verde" es el que manda y las remesas de quienes tienen gente en el exterior, llámese Miami, Caracas o doquiera que esté el familiar mueven el poco mercado que existe.

Pero volviendo al tema de los "ricachones" expresado por el líder. ¿Cuál fue la verdadera intención de esa afirmación? ¿Quizás generar confianza en el país? No hay que olvidar que estamos en medio de una campaña electoral o lo que es lo mismo la "época azul" del jefe. Sí, ya nos tiene acostumbrados que en este tipo de temporada modera un poquito el discurso y comienza a hablar de amor y a cortejar un tantito no más al capital privado. Pero lo cierto es que como dirían las abuelas (sabias la gran mayoría) "obras son amores" y mientras asegura que no harán lo mismo que en Cuba continúa expropiando empresas, fincas y cuanto se le ponga en la mira y le provoque. En definitiva, el miedo es libre y no hay nada más temeroso que el dinero. Así que si no los van, se van solitos a menos que estén dispuestos a correr los riesgos (como en el caso del negocio petrolero) o que seas parte de la "macollita" que se han convertido en mucho más que "ricachones" de la noche a la mañana. Pero para eso hay que tener estómago y muy dudosa moral.

María Isabel Párraga B.
El Universal
mariaisabelparraga@gmail.com

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