10 octubre 2010

La hiel de la "victoria"

Aún no repuesto del imborrable impacto que produjo en las audiencias del mundo la pregunta de la "ignorante" Andreína, de Radio Francia, cuando le pidió a Chávez que explicase por qué si la oposición obtuvo más votos que el Gobierno, tenía 33 diputados menos, le llega la infausta noticia de que otro odiado "ignorante", el escritor peruano Mario Vargas Llosa, es galardonado con el Nobel de Literatura (el mismo que revolcó políticamente a Chávez cuando el escritor asistió al Foro de Cedice y anunció estar dispuesto a debatir con el "sabio" de Miraflores, "sabio" que reculó). Ni siquiera tuvo el consuelo de que su financiado Evo figurase como candidato al Nobel de la Paz. Y no es para menos, porque todos vimos el video del "pacífico" masticador de hoja de coca, cuando en un juego "amistoso" de fútbol le daba una brutal patada en los testículos a un jugador del otro equipo. Imagen de Banana Republic que ha dado la vuelta al mundo como prueba del estilacho violento y resentido que reina en el nada selecto club del Alba. El abuso es el signo descollante de quienes adquieren poder sin merecérselo, al igual que la cobardía y el miedo suele ser la conducta de quienes se rinden ante un poder despótico, como el cobarde árbitro boliviano que sacó del estadio al deportista pateado por Evo Morales y dejó a este último en el campo de juego.

Como no pudo convencer a nadie de su inexistente "victoria" el 26S, Chávez acelera su venganza contra todos los venezolanos, sean burgueses, proletarios o pobres de solemnidad. Siguiendo el reconcomio de su vicepresidente (encapuchado eterno en los predios de la UCV, miembro activísimo de los tira bombas y ahora hermanado con los etarras que han encontrado en Venezuela el paraíso de la impunidad) Chávez "radicaliza su socialismo", es decir, el comunismo, como dijera Fidel a calzón quitao, y estatiza febrilmente las empresas y fincas agrícolas que aún quedan en pie después de la razzia de Jaua que acabó con la mayoría de los sembradíos. Hoy el venezolanísimo pabellón es importado, como señalase el experto Gómez Sigala: café, maíz blanco y amarillo, arroz, caraotas y otros granos, azúcar y un sinfín de productos más, han sido arrasados por quienes obcecadamente se empeñan en que Venezuela sea una segunda Cuba.

El último golpe constitucional que nos conduce al desabastecimiento y hambre colectivos, es la toma salvaje de la empresa Agroisleña, que ha servido durante más de medio siglo al 80% de los campesinos y empresarios del agro venezolano (grandes, medianos y pequeños), como demuestran las protestas masivas en contra de su estatización, protagonizadas por miles de agricultores de todo el país. Siguiendo su habitual perversión discursiva, Chávez acusa de especuladores a los dueños de Agroisleña para justificar la rapiña oficial, cuando la verdad es que su gobierno fracasó rotundamente con las agrotiendas socialistas creadas como parte de la parafernalia comunistoide que dice procurar la soberanía alimentaria y que ha conducido a Venezuela a una dependencia insostenible de las importaciones para las cuales cada vez hay menos divisas. La FAO alerta sobre otra alza de los precios de los alimentos a nivel mundial justo cuando la arremetida de Chávez contra nuestra agricultura es cada vez más suicida.

"Tomar empresas es fácil" -dice Henri Falcón, gobernador de Lara- lo que es difícil es construirlas y consolidarlas". Una vez acabada la riqueza confiscada (los "revolucionarios" son destructores e incapaces de crear nueva riqueza) viene la miseria y el desempleo. ¿Dónde están las casas "nuevas" construidas por la revolución? ¡En ninguna parte! Por eso los damnificados son abandonados en escuelas derruidas, galpones insalubres o moteles que confiscan a sus legítimos propietarios. ¿Cómo están hoy los fundos zamoranos, las cooperativas y las fincas confiscadas? ¡Quebradas e improductivas! Esta semana reclamaba Chávez en Tinaquillo la necesidad de utilizar dos galpones donde hubo unas hilanderías, cosa, dice mintiendo, que "él ignoraba". Sin embargo 6 años antes, el mismo Chávez se reunía con sus dueños, los Mishkin, y a los cuatro vientos prometió que en aquellas tierras se cosecharían miles de toneladas de algodón y en los galpones "se fabricarían miles de camisas, pantalones, mediecitas, pantaleticas" (sic) y "con algunas de las madejas de algodón allí producidas", Chávez "haría un papagayo para lanzarlo al cielo". Los sueños, sueños son, dijo en su tiempo Calderón de la Barca. Para Chávez los "sueños" mentiras son. Y esa es la hiel que emana de su derrota del 26S y la bilis que explotará en el 2012, cuando le pasarán factura millones de venezolanos arruinados y hambrientos por las políticas suicidas de su revolución.


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