30 agosto 2012

Negligencia criminal

Ya se oyen voces desde las alturas del gobierno advirtiendo que no se debe "politizar" la tragedia de Paraguaná; naturalmente, a "politizar" se le da la connotación de "culpar al gobierno". Se nos pide, pues, que no busquemos responsables "políticos" de lo que habría sido un puro y desgraciado "accidente". Sin duda que "accidente" fue, pero no casual.

Una explosión de tal magnitud, en una refinería petrolera que tiene fama de ser de las mayores del mundo, ocurre habitualmente porque operaciones que se debían haber hecho, no se hicieron, porque procedimientos de rutina fueron descuidados y, sobre todo, porque los llamados de alerta no fueron atendidos. Todo esto tiene responsables. Y en una empresa estatal, como lo es Pdvsa, con todas sus filiales, el responsable de todo lo bueno y lo malo que en ella ocurre es su propietario, en este caso, el Estado nacional y su principal operador: el gobierno nacional. Si por politizar hemos de entender que este no puede evadir sus responsabilidades, entonces la tragedia está politizada de hecho.

Además, no hay que explorar mucho para encontrar a los responsables de este desastre. Trabajadores de la planta, expertos petroleros, meros habitantes de la zona, todos a una coinciden en que el origen de la explosión se encuentra en la falta de mantenimiento.

Esto lo confirma la propia Memoria y Cuenta de Pdvsa del año 2011, en la cual, de acuerdo a lo que apunta el periodista Andrés Rojas Jiménez, en El Nacional, el año pasado hubo 0% de avance en los trabajos de mantenimiento en Amuay. Se tenían previstas nueve paradas de mantenimiento, sólo se hicieron tres y las restantes fueron pospuestas para 2012. En lo que va de este año no se ha hecho ninguna. ¿Quién responde por esta negligencia criminal, que no sea el propietario de la planta, es decir, el gobierno? Como ironía sangrienta, se produjeron, en cambio, siete paradas no programadas debido a fallas eléctricas, fuga de gases, roturas, fallas en el funcionamiento de bombas y falta de gas natural. Esto está escrito en la Memoria y Cuenta de Pdvsa. ¿Quién responde por esta ineficiencia generalizada, que en el curso del lapso en que el chavismo le puso la mano a Pdvsa ha habido más de 300 accidentes, 77 muertos (sin incluir los de la reciente explosión) y 300 heridos (id.) según recordaba nuestro editorial de ayer? Y todavía el responsable mayor, el Presidente de la República, se adelantó a calificar de "irresponsables" las versiones que apuntan a negligencia por parte de Pdvsa. Irresponsable es quien se atreve a descartar de una vez la más obvia de las causas de la explosión. Pero sabe por qué lo hace. Pretende obturar los caminos que conduzcan a las personas de carne y hueso que manejan la planta en sus niveles gerenciales así como las que manejan la cúpula de Pdvsa. En cualquier otro país a estas alturas ya habrían entregado el cargo o habrían sido destituidos el ministro de Energía, en este caso, Rafael Ramírez, y el presidente de la directiva de Pdvsa, para el caso, el mismo Rafael Ramírez. Por cierto, en esta aberrante concentración de los dos cargos decisivos en la industria petrolera en una misma persona puede encontrarse la fuente de la generalizada incapacidad e ineficiencia que caracteriza a Pdvsa desde que la volvieron "nueva". Si, como se dice siempre en estos casos, la investigación va a llegar "hasta las últimas consecuencias", estas están localizadas en Rafael Ramírez.



Teodoro Petkoff

17 agosto 2012

Si no es chavista, no es venezolano


Hoy me he pasado la mañana mirando mi cédula de identidad. No la he visto con detenimiento desde que me la saqué por primera vez a los nueve años. Ese acto marcó mi vida pues no solo me dio un número de identificación, también me obligó a meterme una cartera en el bolsillo trasero de mi pantalón. La ciudadanía hace eso, te regala identidad y una nalga más acolchada que la otra.

Miro el papel plastificado y solo pienso en una cosa: Dios qué sexy es mi huella dactilar. Veo mi foto y confirmo que no es casualidad que el “SOLTERO” vaya en mayúsculas. Compruebo mis nombres, mi fecha de nacimiento y opino que mi firma es más de autógrafo que la del director del SAIME. Sí, todo está normal, hasta la identificación del país al cual pertenezco y más abajo la nacionalidad que ostento. “VENEZOLANO”, dice, así en letras negritas como para que no se me olvide jamás.

Volteo la cédula para ver si por ahí está lo que busco pero no encuentro nada (mentira, hay una calcomanía de Badtz-Maru que me pegó mi sobrina y me parece lo máximo). La pongo a contraluz para ver si hay una marca de agua, un holograma o algún mensaje oculto que excitaría a John Nash. Pero nada sale. En mi cedula de identidad no dice que yo soy chavista.

En el aniversario de la Batalla de Carabobo, el Presidente de mi país dijo: “si no es chavista, no es venezolano”. Una frase que no la inventó él aunque manda a gente como yo a sacar su cédula. Hace dos mil años Jesús patentó el cartelón que dice: “el que no está conmigo, está en mi contra”. Luego inventaron el micrófono y Lenin lo aprovechó para gritar: “cada hombre debe elegir si está de nuestro lado o en el otro lado”. Y en una galaxia muy, muy lejos de aquí, Darth Vader se lanzó entre alientos: “si no estás conmigo, entonces sois mi enemigo”. En conclusión, el Presidente es medio copioneto pero se le perdona porque La Guerra de las Galaxias tiene una cita pa’ todo.

Esa frase me inquieta. Si mi cédula dice que soy venezolano pero el Presidente dice que no lo soy porque no creo en el chavismo, ¿quién tiene la razón? Me voy a la Constitución para que me aclare la pregunta pero entre la maraña de “serán venezolanos y venezolanas los y las nacidos y nacidas dentro y dentra del territorio y territoria”, ¿quién entiende si ahí dice que hay que ser chavista y chavisto también?

Decido darle el beneficio de la duda al Presidente por un momento. Está bien, como no soy chavista no soy venezolano. Pero si eso es así, creo que me tiene que aclarar algo que no entiendo: ¿de dónde soy entonces? Yo tengo un acta de nacimiento, una cédula de identidad, una licencia de conducir y un pasaporte que dicen “Venezuela” por todas partes. Pero si eso no queda en la misma Venezuela que se profesa chavista, entonces yo estoy perdido.

El problema con una frase como esa es que no da una dirección. No es como cuando la gente te dice: “No mi rey, usted está en el piso 8. Tiene que subir al piso 9 pero suba al 10 y baje porque el ascensor está malo”. Ahí yo sé como es la guarandinga. Pero si el Presidente no se lanza una de P. Sherman, Calle Wallaby 42, Sydney, si aquí no hay una Oficina del Ministerio del Poder Popular para la Gente Desubicada, entonces yo tengo que asumir que soy venezolano y quepo en este país a pesar de no ser chavista.

Espero que las palabras dichas por el Presidente se las lleve el viento. No solo porque nadie me puede decir cómo debo pensar, sino porque en verdad no tengo a donde ir. Mi familia llegó a Venezuela cuando los Aeroexpreso Ejecutivos se manejaban a lo Picapiedra. Me entiendo con la gente que dice “buenas” y me encanta vivir en un sitio donde solo uso suéter cuando Pacheco me sigue en Twitter. No tengo problemas con una Constitución Nacional que valora el pluralismo político y la democracia por igual. Si yo creo en todo eso, Presidente, ¿cuál es su problema con que yo me niegue a usar su apellido?

No quiero ser chavista, ni tampoco caprilista o norkisbatista. Yo solo quiero ser lo que dice mi cédula: “venezolano”. Y odiaría pensar que un día me digan que si no acepto las condiciones de un partido me tenga que largar de Venezuela. Me moriría tener que entregar mi cédula de identidad en una puerta de embarque y decir afuera que vengo de la Nada solo porque un Presidente decidió que yo no tengo nacionalidad. Lo que quiero es contar con un mandatario que diga “tú eres tan venezolano como yo”. Porque eso es lo que hacen los líderes modernos, incluyen por sobre todas las cosas a todo aquel que llame a una nación su país. Sin importar cómo piense.-

Toto Aguerrevere – @totoaguerrevere

16 agosto 2012

10 cosas que Giordani no le dice al país


Jorge Giordani
Hay realidades que el Ministro de Planificación Jorge Giordani se cuida de no mencionarlas al presidente Chávez ni al país. Las diez más importantes (porque son muchas), son:

1. Que el socialismo del siglo XXI ha profundizado la dependencia y el subdesarrollo del país.

En 1998, justo antes de llegar Chávez al poder, el petróleo representaba el 77% del total de las exportaciones del país. El otro 23% se componía de otros productos y servicios producidos por el sector privado. Trece años después, en 2011, el peso del petróleo en las exportaciones alcanzó el 96%. 

2. Que nuestra deuda crece acelerada, costosa y descontroladamente.

En 1998, la deuda total del sector público venezolano era de alrededor de $ 34 millardos de dólares. Hoy esa deuda toca los $150 millardos; es decir se ha más que cuadruplicado. Ese aumento notable de la deuda ha ocurrido en un período en el que le han entrado al país más de 1 billón de dólares por ingresos petroleros. Tan grave como el monto creciente de la deuda, lo son también a) los elevados costos de esa deuda;  b) la velocidad a la que viene aumentando; c) la falta de transparencia en su adquisición y d) el despilfarro de esos recursos.

3.Que hemos destruido el aparato productivo nacional.

En 1998, había más de 14 mil establecimientos industriales en el país. Al día de hoy, han desaparecido unos 5 mil. Estimando unos 60 empleos por empresa, tenemos que se han perdido alrededor de 300 mil puestos de trabajo. Estas cifras indican que en estos trece años, el país ha vivido un intenso proceso de desindustrialización.
Las necesidades de los venezolanos se satisfacen cada vez más a través de importaciones.  Las importaciones saltaron de unos $ 17 millardos en 1998 a una cifra que se proyecta para este año superior a los $ 50 millardos. O sea, han crecido 300% mientras la economía sólo ha crecido en los últimos trece años a una tasa promedio de 2,2% anual.

4.Que la inversión privada nacional y extranjera han desaparecido.

Desaparecen empresas y nadie invierte en expandir las que quedan o en crear otras nuevas. La inversión privada cayó 43%. Si hablamos de inversión extranjera, lo que está ocurriendo en Venezuela contrasta notablemente con el resto de la región. El año pasado, America Latina recibió más de 154 millardos de dólares por ese concepto. El país de Lula, uno de los líderes que Chavez mas admira en la región, se llevó casi la mitad de esa inversión. Le siguen México, Chile, Colombia y Perú. En Venezuela más bien predomina una intensa fuga de capitales.

5. Que sus empresas de producción social no arrancan ni producen nada.

Desaparecen las empresas privadasy no hay nuevas inversiónes y, las empresas socialistas
que el gobierno crea o estatiza tampoco arrancan. En lo que lleva de gestión, el gobierno ha expropiado alrededor de 1000 empresas privadas y ha lanzado varios programas, buscando montar un modelo alternativo de producción: las zonas de desarrollo endógeno, las cooperativas, los fondos zamoranos y las empresas de producción social,   se han tragado cuantiosos recursos, sin que se conozca hasta ahora de ningún proyecto exitoso.

6. Que los controles de precios agudizan la inflación y destruyen el salario

Después de Cuba, Venezuela es el país de la América Latina, con el sistema mas extendido de controles de precios. Sin embargo, es también el país con la inflación más alta. En su pronóstico de predicciones económicas de Junio de este año, el Fondo Monetario Internacional nos colocaba en el tercer lugar a nivel mundial, después de Bielorrusia (66%) y Etiopía (33,9%) en cuanto a la inflación estimada para finales de año.   La inflación se come todos los aumentos de salarios. El poder adquisitivo del salario promedio de hoy es el mismo que el de 1966. Si se trata del salario mínimo, el presidente Chávez nos dice que es el más alto deAmérica Latina, pero eso no es verdad. Si utilizamos un tipo de cambio digamos de 5,80 bolívares por dólar, y no el de 4,30 que cada vez es más escaso, nuestro salario mínimo actual de Bs 1.780 se convierte en $ 306, por detrás del de Argentina ($435), Costa Rica ($ 429), Chile y Brasil ($ 350) y Panamá ($ 349).

7. Que el Bolivar fuerte está cada vez más débil.

En enero de 2008 fue introducido con bombos y platillos el Bolívar fuerte. De acuerdo con elMinistro Rodrigo Cabezas, éste “debía convertirse en el símbolo del floreciente socialismo”. En apenas cuatro años y medio, la moneda ha perdido el 66% de su valor. O sea, un bolívar fuerte de hoy equivale a 34 céntimos del de enero de 2008. Su futuro no luce mejor. Al ritmo inflacionario que vamos, para finales de 2013 habrá perdido alrededor del 90% de su valor. El Bolívar fuerte parece ser más bien el símbolo del socialismo decadente.

8.Que las reservas internacionales se están evaporando aceleradamente.

A pesar del enorme ingreso de divisas que ha tenido el país en los últimos trece años, que sobrepasan el billón de dólares, las reservas internacionales del país, se encuentran en situación crecientemente precaria. Hoy apenas superan los 27 millardos de dólares, por debajo de los 30 millardos que el propio gobierno definió como necesario. Lo más grave es, que de ese monto, las llamadas reservas operativas,  no llegan a los 2 millardos; o sea, ni siquiera alcanzan para un mes de importaciones.

9.Que el déficit fiscal se ensancha peligrosamente.

El socialismo del siglo XXI se ha montado sobre un gasto público creciente que por un buen tiempo ha estado sostenido por ingresos petroleros también crecientes. Sin embargo, en los últimos meses, el precio de la cesta petrolera venezolana ha caído más de un 20% , pudiendo conducir a un déficit fiscal superior al 10% para este año. Los déficit fiscales altos y sostenidos, son el síntoma mas notable de una economía enferma.

10.Que el socialismo del siglo XXI nos ha ido aislando internacionalmente.

Mientras celebramos hoy la incorporación al Mercosur, nuestros vecinos han ido mucho más lejos y más rápido en materia de integración económica internacional. Países como Colombia, Perú, Chile y México entre otros, han firmado acuerdos de integración entre ellos mismos, con los Estados Unidos, con la Unión Europea y con Corea del Sur.  En Venezuela, Chavez  mientras estatiza empresas y hace la economía menos eficiente y competitiva, nos integra a un mercado plenamente capitalista, en el cual la competencia no perdonará a los que no sean altamente productivos. Sin duda, las empresas privadas venezolanas estarán en total y creciente desventaja.

PD. Lo terrible de estas 10 realidades explica el por qué el Ministro Giordani prefiere no hablar de ellas.



Hector Alonso Lòpez