La creencia general anterior era que Carlos Andres Perez no servía. La creencia general actual es que Hugo Chávez no sirve. La creencia general será que el que venga después tampoco servirá. Por eso estoy empezando a sospechar que el problema no está en lo alcohólico que haya sido Lusinchi o en la forma que sea Chávez.
El problema está en nosotros, nosotros como pueblo, nosotros como materia prima de un país. Porque pertenezco a un país donde la viveza es la moneda que siempre es valorada más que la vida misma. Un país donde hacerse rico de la noche a la mañana jugando loterias es una virtud más apreciada que formar una familia a largo plazo.
Un país donde una persona tranca la salida del garaje de una casa y si le tocamos la corneta para llamar la atención del abusador y hacer que venga a retirar su vehículo, entonces esa persona se molesta y reclama la presión y el corneteo, como si los infractores fuésemos nosotros.
Un país donde un par de señoras pueden recorrer todo un supermercado y mientras compran, hablan pestes de la acción del gobierno de turno, del incumplimiento de las leyes, y de lo terrible de tales o cuales medidas, pero después, a pesar de que su carrito tiene 27 artículos, se hacen las -wilys- y se meten disimuladamente en la cola que es "para un máximo de 10 artículos" y si osamos reclamarles o quejarnos ante el gerente quedamos ante ellas y ante los demás como un soplón, un traidor, o sea, un lengua de hacha solo por intentar hacer cumplir una norma tan sencilla.
Pertenezco a un país donde, lamentablemente, los periódicos jamás se podrán vender como se venden en EE.UU. es decir, poniendo unas cajitas en las aceras, donde se paga por un solo periódico y se saca un solo periódico, colocando la cantidad de dinero respectiva y dejando los demás donde está. Porque si aquí los vendieran así, los vendedores de éstos estarían en la quiebra.
Pertenezco al país donde las empresas públicas y privadas son librerías particulares de sus empleados deshonestos. Que se llevan para su casa, como si nada: resmas de papel, bolígrafos, carpetas, marcadores y todo lo que pueda hacer falta para la tarea de sus hijos.
Pertenezco a un país donde el turismo no progresa, no porque no haya bellezas naturales que mostrar, sino porque nos cuesta conseguir venezolanos para los cuales la hermosa profesión de servir y atender visitantes no sea considerada una vejación y una humillación.
Pertenezco a un país donde la gente se siente triunfal si consigue a buen precio la tarjeta ilegal de DIRECTV; donde la gente inventa como García Márquez a la hora de llenar sus planillas del Seniat, para no pagar impuestos; donde a Carlos Andrés y a Lusinchi no les reclama ningún ente judicial que estén viviendo fuera del país, disfrutando de lo que robaron.
Pertenezco a un país, donde hay que dejar pasar al "vivo" que, en una cola más o menos ordenada, adelantó por el hombrillo a quince o veinte carros, que, por “decentes” no se metieron por el hombrillo antes que él. Donde las licencias de conducir y los certificados médicos se pueden adquirir por teléfono, sin hacerse exámene ni nada.
Un país donde, un vehículo sufre más daños y sale peor parado después que es recuperado por la policía, que cuando lo roban los ladrones.
Pertenezco a un país, donde cualquier persona puede hacer una fiesta y poner música a volumen pornográfico y esquizofrénico toda la noche, sin que haya nadie, ni alguna autoridad que defienda a los que protestan o se quejen de esos exabruptos sonoros.
Pertenezco a un país donde es más vivo e inteligente el primero que descubra y diga donde se pueden robar llamadas de un teléfono público siendo que ese teléfono se ha quedado "directo".
Un país de gente que está lleno de faltas, menoscabos, malas costumbres, pero que disfruta criticando a sus gobernantes,...
... sean adecos, copeyanos, chiriperos, masistas, ó mvrristas, ¨Porque criticar a los adecos o criticar a Chávez, crea una ilusión psicológica que aparentemente eleva la estatura moral y espiritual del que critica. Mientras más insulto a CAP, Lusinchi, Herrera Camping, soy mejor como persona, a pesar de que apenas ayer me consiguieron todas las preguntas del examen de matemáticas de mañana. Mientras más le digo desgraciado, loco, etc, a Chávez, mejor soy como venezolano, a pesar de que apenas esta mañana me quedé con el vuelto de 10 mil bolívares que me dio la señora del abasto, aunque le pagué con uno de cinco mil.
Ya basta. Sólo cuando Renny Otolina hizo aquellas cuñas de tránsito con las vacas fue cuando más o menos la gente respetó un poco. Pero solo ahí, del resto, las intersecciones de Caracas y del interior en horas pico son un verdadero desastre y se convierten en un infierno porque nos empeñamos en atravesarnos aunque quedemos interrumpiendo el flujo de vehículos, aun sabiendo perfectamente que el semáforo va a cambiar y que no nos va a dar tiempo de pasar.
YA BASTA, Como materia prima de un país, tenemos muchas cosas buenas. Pero todavía dejamos mucho que desear. Esos defectos, esa "viveza" congénita, esa deshonestidad a pequeña escala que después crece y evoluciona convertiendose en un Recadi o en Cruz Weffer, esa “calidad humana” que en realidad es falta y carencia de todo principio básico, moral, ético, social, eso, mas que CAP o que Chávez, es lo que nos tiene real y francamente catalogados como antisociales disfrazados de “buenos ciudadanos con la capacidad de criticar a los demás” (Llamese antisocial: persona incapacitada para convivir en sana relación con otros individuos dentro de una comunidad).
Aunque Chávez caiga hoy mismo, el próximo presidente que lo suceda tendrá que seguir trabajando con la misma materia prima defectuosa que, como pueblo, somos nosotros mismos. Y no podrá hacer nada, igual que no hicieron nada los adecos y los otros gobiernos de turno.
No tenemos ninguna garantía de que el gritón de Peña o el sifrino de Borges lo puedan hacer mejor. Y mientras nadie señale un camino destinado a erradicar primero los vicios que tenemos como pueblo, nadie servirá. Ni sirvió CAP, ni sirve Chávez, ni servirá el que venga.
Aquí hace falta otra cosa más que cacerolazos, apagones o cohetones y mientras esa "otra cosa" no empiece a surgir desde abajo hacia arriba, o desde arriba hacia abajo, o del centro a los lados, o como quieran, seguiremos igualmente condenados, igualmente estancados. Es muy sabroso ser venezolano y vivir a "a la venezolana". Pero cuando esa venezolanidad autóctona empieza a hacerle daño a nuestras posibilidades de desarrollo como nación, ahí la cosa cambia... prefiero encenderle una velita a los santos, a ver si, en vez de seguir esperando un Mesías, bien sea un Mesías balurdo bolivariano o un mesías egoista y plastico de la Lagunita, comenzamos cada uno de nosotros a ser guiados por algo o por alguien que termine convirtiéndonos a cada uno de nosotros en nuestro propio mesías, para nosotros y para los demas. Creo que de todos modos, como país de verdad-verdad, hemos estado a oscuras los últimos 20 o 30 años.
Ojalá que cambiemos todos, porque si no, cambiar de presidentes no cambiará nada. Porque cambiar de presidentes, sin que cambiemos nosotros, es lograr que nada cambie jamás.
Autor Desconocido
1 comentario:
Hola!!! Me gustó mucho estas reflexiones de la vida del venezolano, y considerando que la triste realidad es esta, hay que aclarar que el escritor de estas reflexiones fue el periodista venezolano Carlos Sicilia el martes 1º de julio de 2003, en su espacio en el periódico Vespertino ¡El Mundo!
Publicar un comentario