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14 julio 2010

¿Capituló el venezolano; y los ni-ni?

El venezolano ha asumido el camino de la evasión para alejarse de sus conflictos cotidianos. Vive quejándose del estatus político como si no formara parte de conglomerado alguno. Las coartadas, por ostensibles, lejos de absolverlo lo incriminan. Chávez llegó a la presidencia con el voto mayoritario de los ciudadanos; sin embargo nadie se siente responsable de sus desaguisados. Algunos hasta osan culpar de sus deficiencias a la Mesa de la Unidad. "Los impolutos" hacen uso de una peor coartada, por decir lo menos de ridícula, cual es de situarse en la "categoría superior" de los arrogantes "Ni-Ni". Se sobrevaloran tanto que hasta se arrogan el papel de jueces. En otras palabras: "Miró desde el púlpito y desde allí juzgo cómo se comportan los demás".

¿Es que ningún Ni-Ni o alguno de sus parientes ha sido víctima del hampa? ¿Goza de forma permanente de los servicios de agua y luz? ¿Le alcanza el salario ante la constante inflación? ¿Siente que sus hijos tienen una mejor educación pública? ¿O está acorde con el camino asumido por el Presidente? Si está conforme con esto último pues nada más hay que agregar: "el comunismo es la vía elegida por la mayoría". En consecuencia debemos estar con las botas puestas para asumir la nueva realidad sociopolítica del futuro.

¡Basta de culpar al otro por lo que cada uno no hace! Esa actitud equivale a capitular ante los problemas que nos agobian y, mucho más, ante un futuro que se percibe lleno de incertidumbre. Frente un mandato destructivo, que no deja piedra sobre piedra, nuestra conducta está limitada, conscientemente o no, por la adaptación. No podemos capitular ante el plan primitivo de Chávez. Basta de adaptarnos a la escasez de agua, a la comida podrida, los cortes de luz, epidemias de Dengue, mal de Chagas y Leishmaniasis, anarquía en las vías. Además a la estadística de muertes violentas, a la hecatombe de los hospitales, a las leyes de confiscación, a las comunas comunistas, a la corrupción oficial, y, en general, a las mentiras del presidente.

La sociedad venezolana está sufriendo desde hace once años la pauperización de la política. Por pauperización hay que entender un escenario en el que no podemos asumir el destino personal y familiar que deseamos. La pregunta más necia de parte de la clase media frívola es ¿qué alternativas sociales nos quedan por la que podamos optar? No es culpando a la MUD como vamos a encontrar respuestas. Si se opta por decidir sobre los medios y no sobre los objetivos, no queda más que resignarnos o rebelarnos. La MUD es un medio; no la magia.

Quien piense que existen soluciones concluyentes y urgentes para los problemas sociales creados por el régimen está perdido o no entiende las causas de los conflictos tanto si profesa una ideología conservadora como progresiva. Chávez, por su precaria formación civil, cree en soluciones definitivas pero a través de la fuerza. Como no lo logra con facilidad, recurre a la opresión en vez de proponer objetivos sociales. Y la opresión genera, como la hiedra, conflictos a partir de conflictos en una multidimensionalidad inabarcable.

Dolorosamente las instituciones creadas a la medida del régimen como la Asamblea, la Fuerza Armada, los Tribunales, el cacareado Poder Moral, en manos radicales, no sirven para regular los conflictos más axiomáticos. Por ejemplo, esos patronatos se niegan a reconocer los casos de corrupción urdidos alrededor de la maraña premiosa que hay detrás de los alimentos podridos y la valija argentina. Por el contrario, todos utilizan un mismo argumento, casi al unísono, para justificar esos desaguisados.

Se entiende que la gente vea el futuro con miedo y como una amenaza pero no debe capitular. De allí que cada quien se ocupe de estimular el voto para las elecciones parlamentarias del 26 de septiembre y vencer cualquier intento de abstención estimulado desde el gobierno. Esas votaciones son un instrumento cívico de incuestionable rigor democrático. Demostremos pues que si estamos al tanto de la significación de la democracia; no del autoritarismo marxista.


01 septiembre 2009

¡Y hágase su voluntad!

No hay que engañarse respecto del propósito destructivo del régimen. Para Chávez es más fácil resurgir de la ruina que está soliviantando y luego exhibirse como redentor de los pecados cometidos por "los otros" que estimular el trabajo productivo. Piensa que partiendo de la devastación, por cierto iniciada hace diez años, puede implantar una sociedad oscura e intervenida como la de Cuba. Su prioridad no es otra que lograr el poder político suficiente para exhibirse como el inequívoco sucesor de Fidel. Para los dictadores el progreso colectivo y el bienestar personal no son cuestiones prioritarias. Señalaba Saddam Hussein que siempre había que someter al pueblo a "un poquito de hambre" pues la saciedad plena era peligrosa para la estabilidad del régimen.

¿Qué tiene que ver el párrafo anterior con la Ley de Educación?. Cualquier análisis de la sociedad en su conjunto tiene su epicentro en el sistema educativo. Si bien es cierto que nuestros jóvenes y adultos entienden las virtudes de la libertad porque, con todos sus defectos, la han vivido, también lo es que el plan marxista del gobierno está pensado para implementarse a largo plazo. Chávez demostró que sabe esperar. Conspiró en la Academia Militar durante 20 años buscando el momento oportuno. Que muchos, ahora arrepentidos, cifraran sus esperanzas en un militar golpista es otro asunto. Ciertamente con la promulgación de esta ley de educación se demuestra una vez más que luego de años de espera ¡se hizo su voluntad!.

En artículo publicado en este diario el 6 de julio de 2006, el cual se reproduce a continuación, me había referido a la inexorable conexión de todo el ámbito social con el sistema educativo.

CONTRACORRIENTE EDUCATIVA
El ejercicio de la educación pública y privada en el país había sido hasta hoy relativamente democrático. Ahora fuerzas extrañas teñidas de revolución intentan implantar cambios de envergadura en la intendencia y control de todo lo relacionado a la enseñanza. Esa ocurrencia, subproducto de la prepotencia irracional del poder sustentado por los petro-millones, nos lleva al ostracismo más craso mientras las naciones avanzadas, en concertación con la familia, propenden la autonomía educativa como única vía para optimizar el progreso y la libertad. La calidad de la producción del conocimiento constituye en esos países más del 50% del producto bruto y su tasa de crecimiento es casi tres veces más que la de otros bienes y servicios. Daniel Bell define al conocimiento como el recurso estratégico más límpido al alcance de todos para propiciar la libertad efectiva. El régimen, por contrario, ansía monopolizar su adjudicación y uso como avío para controlar mentes y voluntades.

Este enfoque autocrático impide a los burócratas del proceso visualizar la ineludible correlatividad entre educación y trabajo. La naturaleza de cualquier economía se refleja en la labor que ejecuta la gente de acuerdo al carácter formativo que ha elegido y en los bienes y servicios que produce. En los países libres no existen comités de cultura encargados de redactar instructivos ocultos para el adoctrinamiento y simbolización de las masas. La campaña desplegada por Chávez en 1998 suministró algunas vislumbres de lo que era de esperar en materia de empaquetamiento de conciencias. Sólo los incautos desestimaron que el control mediante la persuasión tarifada pudiera llegar a tal punto.

Se pretende sustituir nuestra tradición educativa por un modelo rancio e invasivo. El rígido control encarnado por el nazismo y el fascismo representado por el establishment militar de entonces es lo más parecido a esta pretensión. La doctrina beligerante del proceso, alejada del universo de las luces, se esmera por glorificar la violencia. Uniformidad de los atuendos, consonancia de las palabras, mímicas fanáticas, consolidados por la promesa presidencial de entregar 15.000 fusiles rusos a jóvenes sin formación conclusa, procuran acabar con 150 años de práctica docente civilizada. El aparato militar bolivariano, contrario a épocas de paz, entrena personal por decenas de miles para consignarlos a destinos penosos. Entretanto asimilamos con normalidad que grupos armados ocasionen la muerte de miles de almas inocentes al año.


Miguel Bahachille M.
El Universal
miguelbm@telcel.net.ve

21 julio 2009

La fiebre del socialismo siniestro

Las organizaciones políticas tradicionales, y las nuevas también, se caracterizan básicamente por autodefinirse como de izquierda pensando que ello los incorpora al cosmos de los justos así como a establecer la diferencia necesaria con "El maldito Imperio". Los líderes nunca imaginaron que esa pandemia majadera podría convertirse en una bomba de tiempo en manos de los verdaderos estúpidos. Como si fuera poco casi todos los partidos se esmeraron por incorporar a sus siglas el vocablo "social" como distintivo de justeza. Ahora los improvisados aprendices de comunistas atiborrados de armas y dinero han ido más allá y, con el apoyo de Cuba, pretenden hundir al país en el colectivismo fracasado.

Es indispensable poner atención a un fragmento de la definición de socialismo para entender la iniquidad de esa temible epidemia. "Denominación de diversas doctrinas económicas, sociales y políticas que propugnan una distribución más justa y condena la propiedad privada de los medios de producción y de cambio….". de allí que el régimen, que todo el tiempo difunde el socialismo como doctrina sagrada en voz de su máximo jefe, haya decidido sancionar a los medios que transmitieron algunos cortos televisivos orientados a defender la propiedad privada. ¡Pura hipocresía! La base del socialismo que se nutre de la denuncia sobre las desigualdades sociales no otorga ninguna expectativa para el goce individual como sí lo hace la propiedad privada. Desde Platón a Babeuf, defensor del "catastro perpetuo", los "sacrificados socialistas" se han conmovido ante la miseria sólo en un plano de difusa moralidad pues en el fondo todo sigue igual. Sólo que ahora el desdoblamiento del socialismo chavista se hace desde camionetas Hummers; entre otros lujos.

La implantación de una doctrina política de tanta enjundia requiere apoyo de un credo ideológico fuerte nacido en la profundidad de los avatares sociales tal como ocurrió en la Revolución Bolchevique. Afortunadamente para el país esa fortaleza doctrinaria del PSUV no existe. Un grupo de militares fracasados en sus carreras, que intentó tomar el poder a través de un golpe de Estado sangriento, valiéndose de las miserias de un pueblo fatigado, que luego se valió de las herramientas de la democracia para llegar al poder, no puede ni de lejos implantar un proyecto de ese talante. Ante el evidente fracaso, después de diez años, al régimen no le queda más que recurrir a la coerción represiva. Se revela así la patochada de un proyecto nacido sin alma pero con mucho dinero para comprar conciencias.

Cualquier teoría sobre el sistema de propiedad y operación de los medios de producción y distribución de bienes que obvie el inevitable proceso de globalización es irrealizable. China lo entendió bien desde hace mucho tiempo y hoy, en materia de desarrollo, se monta por encima de muchos países opulentos. La entelequia de los partidos socialistas dentro de la doctrina marxista que oscila entre el capitalismo y comunismo, que elimina el concepto de propiedad y los bienes de producción privados, es cosa del pasado. Sin embargo, Chávez con gran jactancia hace alarde de haber descubierto un elixir turbulento tan novedoso que cura todos los males sociales tanto como lo fue en su momento la penicilina para la ciencia médica.

La promesa embaucadora que nos llevaría a la felicidad fue maquinada con toda saña. La propuesta de Chávez y sus afiliados por conveniencia que oportunistamente se autodenominaron socialistas, estructuraron el fatal juego. El plan es manipular a los más pobres y, valiéndose de sus carencias, convencerlos de la conveniencia de implantar un sistema comunitario que consiste en controlar desde los medios de comunicación hasta la decisión personal de cada individuo pasando por todo el ámbito económico. De allí el designio del jefe por registrar con apoyo cubano los índices de nacimiento, formación educativa, requerimientos militares, contribución fiscal, salud y asistencia médica, jubilaciones y cualquier otro beneficio individual.

El maquillaje que simulaba cierta sutileza democrática se está disipando y la verdadera cara de la dictadura comienza a asomarse con vigor. Desde "la casa de las leyes y debate público" el ministro Cabello solicitó sea incluida en la reforma de la Ley Orgánica de Telecomunicaciones una disposición que restrinja el funcionamiento de los circuitos radiales y regule la televisión por suscripción; además de obligarlas a encadenarse con las peroratas presidenciales para proteger "la salud mental" de los venezolanos. La única manera de preservar la robustez espiritual del venezolano es limitando las atosigantes y lesivas cadenas.

Asimismo se adelanta la novedosísima ley de "Delitos Mediáticos" para sancionar penalmente a periodistas y comunicadores que incurran en "delitos de opinión" los cuales serán calificados por una comisión conformada por los acólitos del Rey. Señalaba el general MacArthur: "El Socialismo, una vez hecho realidad, por efectos de su autoritarismo intrínseco, destruye la fibra moral que se deriva de la libertad". Independientemente de la ponderación de ese aserto, el venezolano se identifica, con los matices del caso, con la libertad y libre empresa. Pero no basta sentirlo, hay que manifestarlo a diario.

Miguel Bahachille

26 mayo 2009

Fraude del socialismo del siglo XXI

El documento publicado por 18 economistas y académicos (14-05-09) en el que se advierte el daño ocasionado al país secuela de las medidas inconexas del Gobierno para acometer el desbarajuste fiscal, es apenas un asomo de la inevitable crisis que se aproxima. También se esclarece que ni el aumento del precio del petróleo, por si sólo, resolvería el profundo trance estructural instituido. Que en todo caso se requiere de medidas complementarias coherentes. Sin duda el documento es un diagnóstico atinado sobre lo que se viene advirtiendo desde hace mucho tiempo. Ciertamente el asunto está mal; pero va peor.

La deuda pública se ha más que cuadruplicado a partir de 1999. La expansión económica ocurrida en los últimos 4 años ocurrió a expensas del ingreso petrolero y podría decirse que fue comprada a crédito a través de un mar de pagarés y bonos del Estado. No obstante ello el déficit comercial sigue incrementándose sin control. Al parecer el juego financiero de la silla vacía está llegando a su fin. Ojalá no sea demasiado tarde cuando esta utopía concluya pues la descontrolada deuda adquirida y la que se sigue adquiriendo afecta el bienestar personal de todos los estratos; fundamentalmente de los más pobres. Y es que nosotros, los particulares, a diferencia del Gobierno, no estamos autorizados para imprimir dinero y cumplir con nuestros compromisos como sí lo hace el Estado a costa de la inflación.

El desempleo se ha incrementado y está por empeorar aún más. El Instituto Nacional de Estadísticas no registra a todos los desempleados porque gran parte de ellos han dejado de buscar trabajo. Por contraste el INE sí lo hace con los trabajadores informales. Ahora se nos propone el socialismo del siglo XXI como solución. ¿En qué consiste? Simplemente en confiscaciones al azar y leyes restrictivas sobre la información y la propiedad privada. En otras palabras, remedios del arquetipo utilizado por el más grande ladrón de la historia: Robin Hood. El Gobierno se resiste a escuchar, y menos hablar, de la más demoledora de las fuerzas: la inflación.

Los manipuladores del Gobierno emprenden grandes campañas para convencer al pueblo que la inflación se origina únicamente por el alza de precios provocada por los especuladores; es decir, los empresarios. Ese factor es apenas un síntoma pírrico del problema tal como lo es el estornudo para un resfrío. La verdadera inflación procede de la cantidad de dinero que el Gobierno imprime y pone a circular en el sistema. Y es en esa proporción en que se incrementan los precios: otro indicador del fracaso del socialismo fraudulento propuesto por el jefe. Nada nuevo. La utopía del cacareado "nuevo orden", tipo Alba, es una tendencia seductiva utilizada por la izquierda radical de todos los tiempos. El pináculo de este fraude es tratar de convencer a los más débiles para que se dejen llevar por un modelo de dirección único caprichosamente denominado "el nuevo orden socialista". Pero, ¿quién se beneficia de ello? No son las masas oprimidas como sus proponentes proclaman sino una elite millonaria y dominante. A finales de los años 1800 el banquero alemán Meyer Rothschild dijo "dame el control del dinero y no importa quién escriba las leyes".

¿No es acaso lo que está ocurriendo en este "nuevo orden" chavista? Chávez controla el corazón del sistema, es decir el dinero, y con ello todas las acciones de los subyugados teatrales que fungen dirigir las instituciones. El sistema está siendo diseñado para establecer rigurosos registros sobre la conducta económica y social de cada ciudadano. Cuba es la experiencia viva del más grande fraude de "nuevo orden" que la histórica conozca. Los proponentes de ese comunismo que prometieron el paraíso para los pobres, por el contrario, han chatarreado la hermosa infraestructura cubana erigida durante siglos.

El desenmarañamiento del sistema comunista reveló que mientras las elites del partido se beneficiaban y enriquecían con el erario el pueblo padecía las miserias de la escasez. Tampoco nada nuevo. La población en la antigua Unión Soviética era de 250 millones y se estima que sólo el 1% (2,5 millones) vivía bien. El resto eran simples esclavos a quienes se les ensalzaba con apelativos fastuosos con designios fraudulentos: héroes, patriotas, legendarios. Chávez encontró el suyo propio: "bolivarianos". ¿Seguiremos gravitando con la farsa destructiva desde nuestras casas?