19 febrero 2007

LA HISTORIA ME ABSORBERÁ

Señores magistrados:

No es la primera vez que el humorismo debe ejercerse en difíciles condiciones. Peor la pasaron Leoncio Martínez (Leo) y Francisco Pimentel (Job Pim). Cuentan que este último, en una de las tres oportunidades en que lo llevaron a La Rotunda, cuando salió libre, luego de caminar un par de cuadras, se devolvió y le preguntó al carcelero: "Chico: ¿por qué es que yo estaba preso?... digo, es que seguramente la gente me lo va a preguntar".

Deteriorada su salud por tanta cárcel, ya muerto Gómez, López Contreras, para resarcir, de alguna manera, el daño, le ofreció un consulado en el exterior del que "el Jobo" decía que era "un consulado bueno, pero con su lado malo". Si el gobierno pretendiera seguir este ejemplo, me transaría por el de Roma o Atenas. Siempre me gustaron las ruinas.

Cada vez que el poder ataca al humor, contrariamente a lo que podría pensarse, no es el humor el que peor sale del combate, por más que el humorista pueda ser encarcelado, eliminado o multado. Las agresiones al humor generan siempre animadversión a los gobiernos, porque los humoristas suelen despertar el afecto del pueblo, al que no le agrada que le arrebaten el derecho a bromear, a reír y a pensar libremente, que viene a ser lo mismo.

Prueba de ello ha sido, en el caso de TalCual, la solidaridad incondicional de la gente colaborando para la cancelación de la multa. Si para algo ha servido este episodio, es para conocer de cerca el cariño y el apoyo de "una raza buena que ama, sufre y espera". Solidaridades que nos eran desconocidas se han puesto de manifiesto en estos tiempos. Muchas gracias. A pesar de todos los golpes, hay algo bonito en nuestra alma colectiva que no ha podido ser destruido. Por otro lado, al humorismo, a diferencia de otras formas de comunicación, las limitaciones y censuras no hacen sino fortalecerlo, porque despiertan el reto de encontrar nuevas maneras de decir con ingenio. Verbigracia aquella caricatura de Leo (en plena dictadura gomecista) de un glotón al que un turco viéndole comer le pregunta: "¿hasta cuándo gomes?" En España, el ingenio de "La Codorniz" también da muestra de lo mismo.

Mientras más tiránicos son los gobiernos, más celebrados los humoristas que los padecen. Digo, como Fidel, y quien me conoce lo sabe, que "quien está hablando aborrece con toda su alma la vanidad pueril y no están ni su ánimo ni su temperamento para poses de tribuno ni sensacionalismo de ninguna índole". Asumo con resignación este afán del gobierno en publicitarnos nacional e internacionalmente. Una campaña de medios de esa magnitud cuesta mucho más que una multa. También al gobierno, gracias. No era para tanto: he escrito cosas peores. Usualmente —como en este instante— escribo los artículos de madrugada. Así sucedió con aquella carta que nos trae estos problemas. Prometo a las autoridades cambiar mis métodos de trabajo. Parecen ser las primeras horas del día malas consejeras.

Cientos de veces me he preguntado al estilo de "Nuestro insólito universo" del amigo Rafael Sylva: ¿Por qué no me quedé dormido aquella fatídica madrugada del 25 de noviembre de 2005? ¿Por qué ese empeño mío de perder un domingo entero escuchando un programa que sólo me da ideas para mi propia destrucción? En fin, Doctor Rodríguez, necesito una cita urgente en su consulta de Carmelitas. De todas maneras, si sirve de algo, por el daño que el tribunal dice que hemos causado y que la fiscal ha "demostrado" en autos y camioneticas por puesto, yo estoy, de corazón, arrepentido. Reitero que la carta de marras* fue escrita desde el afecto y la cordialidad. Hubiese preferido este escándalo por cualquier otro de mis escritos, pero el delincuente no es el que escoge por qué habrán de condenarle. Asumo frente a la Historia toda la responsabilidad. Hago un llamado a mis compañeros humoristas del interior. Compañeros: Lamentablemente, por ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados en la ciudad capital. Es decir, nosotros, acá en Caracas, Zapata, Rayma, Weil, no logramos controlar el poder. Ustedes lo hicieron muy bien por allá, pero ya es tiempo de reflexionar y vendrán nuevas situaciones y el país tiene que enrumbarse definitivamente hacia un destino mejor. Así que oigan mi palabra. Oigan a Laureano Márquez, quien les lanza este mensaje para que, por favor, reflexionen y depongan las caricaturas porque ya, en verdad, los objetivos que nos hemos trazado a nivel nacional es imposible que los logremos.

Compañeros: Oigan este mensaje solidario. Les agradezco su lealtad, les agradezco su valentía, su desprendimiento, y yo, ante el país y ante ustedes, asumo la responsabilidad de este artículo. Muchas gracias. En cuanto a mí, nada me inquieta. Sé que todas las multas que este tiempo impone serán pagadas tarde o temprano. Condenadme, no importa. La Historia me absorberá.

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