Disfrutábamos de 40 años de la democracia más sólida de América Latina. Se construyó un Estado de Derecho, con una efectiva separación de los poderes, respeto a la constitución y a las leyes, y protección de las minorías; hoy no existe autonomía de los poderes públicos. Hasta se enjuició y defenestró a un presidente maluco, aunque ahora nos parezca un niño de pecho en comparación con su clon en versión desmejorada (posiblemente porque sea una copia cubana). Las plagas y enfermedades de otros países americanos fueron erradicadas de la tierra venezolana. Se conformó una clase media culta y un aparato científico y tecnológico de calidad. Había tanta democracia que permitimos que parásitos comunistas y fascistas se mimetizaran con ropajes académicos en nuestras universidades. En muchas ocasiones, estos detestables seres subvirtieron el orden público, derramando sangre de muchos compatriotas. Los más ineptos, ignorantes y "animales" siempre pertenecieron a la rancia ultraizquierda y ultraderecha, quienes jamás se preocuparon por la superación personal y profesional, sino que buscaban la forma fácil de hacerse de un botín que, finalmente, les llegó en 1999.
Obviamente, no todo era bonito y equilibrado. Los desposeídos clamaban por cambios estructurales; aún siguen chillando, ante el fiasco de los últimos 9 años de un desgobierno revocado y perdedor. El poco dinero se aprovechaba, de manera muy rudimentaria pero gerenciada; hoy se lo apropian indebidamente y hasta con la bendición del contralor. El sistema de seguridad social nunca llegó a cristalizar, por la haraganería de unos pocos, que aún siguen explotando la miseria humana en los hospitales inmundos que existen, y en los cuales hasta la muerte se paga. Centros de salud deteriorados y destrozados por la ignorancia perruna de los anencefálicos del actual desgobierno, quienes ahora intentan convencernos de que apenas tienen 9 años en el poder, y que necesitan 9 años más para poder destruir (¿o será construir?) a toda Venezuela.
Se despilfarra el platerío que genera la exportación petrolera, en paisitos comunistas o en vía de serlo, olvidándose a los venezolanos. De allí que tengamos una significativa masa poblacional sumida en la mayor miseria jamás antes conocida, que ha aumentado vertiginosamente desde 1999. Más del 60% de los venezolanos están en pobreza y, aproximadamente, el 25% sumido en la extrema; esto es, personas que no comen todos los días, no tienen vivienda, servicios de salud, de agua potable, escuelas, u hospitales. Es lacerante ver cómo las calles están abarrotadas de ancianos y niños, en completo abandono. Considero que un gobierno que no cuida adecuadamente la niñez y a sus viejos, es criminal y maldito.
El que aún crea que el desgobierno se preocupa de la salud, educación, vivienda, trabajo y seguridad de los venezolanos, está definitivamente en un trance de lumpias alucinógenas. Quien espere el otorgamiento de una casita, el ofrecimiento de empleo con quinces y últimos, tiene fiebre de 40 o más. El objetivo de estos inmorales anti-venezolanos es destruir el país, a fin de construir un reino comunista, donde sólo el líder y sus eunucos gozarán de las bondades de tres comidas al día, mansiones, lujos y placeres, que ya disfrutan antijurídicamente desde 1999.
¿Qué hacer? Algunos dicen que las cosas seguirán empeorando si no se implementa el 350 constitucional.
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