15 octubre 2008

Escupiendo pa'rriba

La campaña electoral que de manera inmoralmente abusiva y ventajista lleva a cabo el teniente coronel presidente ha alcanzado estos últimos días, y particularmente el pasado domingo, un nivel que no solamente resulta indigno y deshonroso proviniendo de un jefe de Estado, sino que inspira vergüenza y rechazo en cualquier ciudadano común por muy humilde que sea.

Los ataques personales y las acusaciones infundadas que el teniente coronel presidente le ha dirigido a algunas figuras de la oposición no solamente ponen en evidencia la desesperación que le embarga el hecho de que sus propios candidatos no despiertan entusiasmo y no cuentan con la más mínima posibilidad de triunfo, sino, por encima de todo, exponen claramente la calidad del personaje que para desgracia de la mayoría de los venezolanos dirige los destinos del país.

Primero fue el gobernador Morel Rodríguez quien resultó víctima de las agresiones personales del primer mandatario. Lo llamó mafioso y narcotraficante. Morel reaccionó inmediatamente exigiéndole que substancie sus acusaciones y denuncias y que ordene una investigación exhaustiva para demostrar lo que afirma. Son, dijo Morel, insultos inaceptables, groseros, bajos e irresponsables.

"No se siga equivocando conmigo, señor Presidente, que yo jamás me equivoqué con usted. Doloroso fue escucharlo, porque nunca imaginé que fuese usted quien degradara el debate al nivel de la más brutal ofensa a la dignidad humana".

Este domingo la víctima fue el gobernador Manuel Rosales. Lo llamó imbécil, desgraciado, y lo acusó de estar vinculado al paramilitarismo y al fascismo y de propiciar el narcotráfico. Dijo que no se explica cómo "un hombre de esa calaña" haya podido ser electo alcalde, gobernador y luego reelecto gobernador en ese estado.

La descalificación, el insulto, el vejamen, son los únicos instrumentos con que cuenta quien se siente derrotado. Esta ha sido el arma que esgrimen el teniente coronel presidente y sus acólitos cuando se encuentran entre la espada y la pared.

Pero a todas estas, cabe preguntar: ¿y dónde está el Consejo Nacional Electoral? ¿Para que sirven las "Normas sobre Publicidad y Propaganda de la Campaña Electoral para las Elecciones Regionales Noviembre 2008" que acaba de dictar ese órgano, cuyo artículo 4º, numeral 6, dice que la contienda electoral debe llevarse a cabo dentro del "pleno respeto por la dignidad, privacidad, honra y reputación de las personas"? ¿Para qué sirve la norma 6ª, según la cual no se permitirá la propaganda ni publicidad electoral que "atente contra la honra, privacidad, dignidad o reputación de las personas"?

Pero eso no es todo. ¿Acaso el Consejo Nacional Electoral se hace la vista gorda de sus propias normas que, reproduciendo la disposición constitucional, establecen (artículo 18) que los "funcionarios públicos están al servicio del Estado y no de parcialidad política alguna" y que, en consecuencia, les está prohibido actuar en ejercicio de la función pública orientados por sus preferencias políticas a favor o en detrimento de cualquier candidato?
¿O es que el jefe del Estado goza de una patente de corso para comportarse como un pirata cualquiera y atacar a mansalva a cualquier candidato de la oposición simplemente porque sabe que son figuras políticas que cuentan con el favor del electorado?

Lo que pareciera no entender el teniente coronel presidente es que atacando de esa manera a sus contendores está escupiendo pa'rriba porque en Venezuela el pueblo siempre se identifica con la víctima.

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