15 mayo 2012

El crucigrama nacional


HORIZONTALES: 

1. 
Nombre propio de magistrado cuyo apellido se repite hasta dos veces. 

2. 
Lo que hacen los funcionarios cuando manejan inadecuadamente los fondos públicos. 

3. 
Abuso de autoridad consistente en cerrar medios de comunicación para amedrentar y generar miedo en quienes piensan diferente y producir un efecto de mostración sobre el resto de los medios radioeléctricos para que se autocensuren (diminutivo plural). 

4. 
Pretérito pluscuamperfecto del verbo "confundir" en tercera persona del singular, que por lo singular afecta al plural. 

5 . 
Aquello que saltan los di- rigentes políticos venezolanos cuando les conviene y que también denomina la valla que contiene al ganado, ¡vaya! 

6. 
Nombre de dama ciega que sostiene una balanza que en Venezuela no es ni ciega ni balanceada. 

7. 
Nombre genérico de capo de cárcel que se asemeja a "plan", pero que no es plan, porque en nuestro sistema penitenciario no existe planificación alguna. Puede manejar hasta 3.000 millones de bolívares de los fuertes y se niega a conversar con las autoridades porque ellos y que no negocian con delincuentes. Plural. 

8. 
Cuando se mete en la cárcel a alguien por su manera de pensar y aunque abiertamente se reconozca que esa prisión es producto de la manipulación y el capricho del poder que maneja el sistema judicial a su antojo y la gente siga presa a pesar de la confesión en tal sentido de un magistrado. Eso... ¿Cómo se llama eso? ¿Qué nombre le ponemos? 

9. 
Persona de baja estatura que en Venezuela da nombre a una banda que controla el Poder Judicial. Plural. 

10. 
Término que denota cuando uno sueña durante toda la vida cambiar las arbitrariedades del poder, la perversión de las instituciones y una vez se convierte en poder termina haciendo cosas peores a las cuales uno se enfrentaba, sin siquiera darse cuenta ni cuestionarse en lo más mínimo. El prefijo de la palabra es sinónimo de carro. 

11. 
Desvergüenza y descaro en el mentir en defensa y práctica de actitudes reprochables. 

Atribuir con artes y mañas a los adversarios la responsabilidad por las propias marramucias. 

Comienza con "cin" y termina en "ismo". 

12. 
Paradoja de un país que a mayores ingresos petroleros, más pobreza tienen sus habitantes. 

13. 
Nombre de líder supremo que rige nuestros destinos. Tiene barba. 

14. 
Ley fundamental, quizá la más violada. 

15. 
Aquello que jalan los adulantes, hacen circular los especialistas en rumores y el resto de los venezolanos tenemos que echarle de cara al futuro. Plural. 

VERTICALES: 

Este crucigrama no tiene verticales, porque la verticalidad en nuestra patria, al parecer, no abunda. Prevalece una horizontalidad sumisa que por miedo a perder prebendas y privilegios, prefiere dejar en blanco los espacios de las palabras que debe pronunciar. Son esos silencios que tanto ruido hacen. Sin embargo nos sostiene la esperanza de que el crucigrama de nuestro destino se resolverá cuando coloquemos en él las tres palabras que nos faltan: democracia, justicia y libertad... El día en que dejen de ser ruido demagógico para transformarse en vivencia, en cotidianidad y en destino, ese día seremos país.

Laureano Márquez

13 mayo 2012

Las 7 categorías chavistas


Así como se considera al Socialismo del Siglo XXI un concepto inextricable, hay otro concepto robo-lucionario que sí está claro, entendido y aceptado por propios y extraños. Esa conceptualización es el Chavismo.
El Chavismo, como cualquier ‘ismo’ asociado a un liderazgo personal significa, para la Real Academia de la Lengua Española, una doctrina que se desprende del ejemplo, un sistema o método para implantar el régimen de una idea o conjunto de estas, un modo de actuación apegado a las maneras y cualidades del líder cuyo talante reproduce el colectivo como condición para pertenecer a ese ismo, e incluso se reconoce como partido político pero en su acepción bárbara: Partido para obtener provechos personales, ventajas, beneficios y lucro.
Como doctrina que se desprende del ejemplo un buen chavista debe ser, ante cualquier circunstancia y situación, un falsario capacitado para esconder su castro-comunismo desde el inicio de cualquier relación. Ese sofismo le es útil para falsificar la realidad y la historia, para engañar con imposturas, para simular una presunta convicción revolucionaria mientras disimuladamente exagera los eventos con artificiosos argumentos y prepara el golpe artero a todo aquello que le oponga argumentos en contra.
Como sistema o método para implantar un régimen, el chavista debe estar preparado para dividir y romper con todo aquello que obture la instauración del régimen. Para dividir a un país en dos bandos antagónicos (patriotas y escuálidos... chavistas y majunches...) apelando a los más bajos instintos sociales: el apartheid, el racismo, y las clasificaciones. Para romper con las tradiciones y la cultura, al aceptar al líder máximo como alfa y omega de la historia.
Como un modo de actuación apegado a las maneras y cualidades del líder, el buen chavista debe poseer un verbo incendiario, sin medida ni recato; debe agredir en vez de dialogar; tiene que utilizar los giros verbales del líder aun cuando estos sean un galimatías incomprensible, y además de todo lo anterior, debe estar convenientemente entrenado para desdecirse (de lo mismo que se desdiga su líder), para derramar profusas lágrimas falsas. Y para ejecutar con excelencia estos modos, deberá portar siempre y en todo momento, una camisa roja, un librito de la Constitución, un rosario con crucifijo, el CD de la Lista Tascón y una banderita de Venezuela con el escudo del ‘caballito volteao’ y las 8 estrellas.
Aún con esta doctrina, sistema y modos en correcta ejecución, no es posible comprender al chavismo sí no se conocen sus 7 categorías. Son 7 clases, cada una con sus propias condiciones y cualidades de chavistas que determinan sutiles aunque profundas distinciones y los agrupan en siete géneros, cada uno de ellos con similares calañas, pelajes y castas, como suele suceder en las jaurías salvajes.

1.- Los chavistas que no saben.
Integran una facción numerosa y constituyen la base electoral de Chávez, una base tan importante como los millones de votantes fantasmas que tiene el líder oculto en los intersticios virtuales de la inextricable e inauditable data del Registro Electoral Permanente del ministerio para las elecciones, que es en lo que se ha convertido el Poder Moral en este ex-país a través de las felonías y obsecuencias de los mal llamados Rectores de su Consejo Nacional Electoral. Esta categoría de chavistas ‘no saben’ ni eso ni nada. Ni siquiera saben que son chavistas aun cuando pertenecen a la categoría. Se trata de ex- ciudadanos que dejaron de serlo al subsumirse voluntariamente al oprobioso canje de las limosnas misioneras. Ex-ciudadanos avenidos en habitantes de un territorio arrasado por el castro comunismo y en el que el Estado, omnipotente y tetra millonario, reparte migajas que los de esta categoría de chavista ‘no saben’ que son eso, migajas, pero que las aceptan por aquel decir castizo que retrata su profunda mediocridad: “Algo es algo, porque peor es nada”

2.- Los chavistas que no quieren saber.
Este clúster de chavistas está todavía muy alejado del epicentro donde se bate el chocolate espeso y recaliente de los grandes negociados con el poder, pero están un paso más cerca del líder y del proceso que los de la categoría anterior. Son los llamados chavistas de a pie que poco a poco caen en cuenta de las atrocidades y del latrocinio que se produce dentro del proceso mesmo, pero cierran ojos y oídos (la boca también) como aquellos tres monitos y en silencio se dicen a sí mismos: “Esto es mentira... Chávez no sabe nada... Esto no está ocurriendo”. En estos chavistas que no quieren saber se observan los mayores índices de agresividad contra los ciudadanos. Un ejemplo de esta categoría de chavistas la encontramos en los inicios del chavismo ( Los ‘círculos bolivarianos’) y más recientemente en ‘colectivos’ armados y violentos, como el ‘Colectivo La Piedrita’ del Comandante Valentín, que hace vida política y militar en la Parroquia 23 de Enero de Caracas. (Hay otros colectivos más violentos y peligrosos, como el Fuerzas Revolucionarias Bolivarianas, pero este es el más popular). Es en este segmento donde también está la mayor fuente de votantes que se pliegan al abstencionismo, pues aun cuando una gran cantidad de estos miembros alcanzan altas cotas de decepción con el proceso robo-lucionario, siguen fieles a Chávez, es decir siguen siendo chavistas ‘que no quieren saber’ de elecciones, bien por decepción, bien por desconfianza en que el CNE (el mismo del Poder Moral) a última hora le ‘robe’ votos a ‘micomandantepresidentemesmo’. Es increíble que piensen así, pero sí existen... Son los que no quieren saber de votos pero siguen creyendo en Chávez.

3.- Los chavistas que odian saber.
Los chavistas que odian saber están literalmente ‘adentro’ aunque convenientemente próximos a la periferia; Son aquellos que no piden nada específico a Chávez; tan solo que los ponga ‘donde-hay’ pero no muy lejos de las puertas de escape. Ellos provienen del ‘saber’ que obtuvieron en los centros de enseñanza y Universidades antes de que Chávez insurgiera con su golpe fallido al Gobierno constitucional y democrático de Venezuela, allá en el lejanísimo pero muy próximo 1992. Este segmento lo integran profesionales universitarios, técnicos y empresarios de distinto cuño y valencia política que acompañaron a Chávez desde su re-inicio público por la vía democrática, mismos personajes que se han lucrado a más no poder con las facilidades y el pragmatismo que encontraron en el proceso robo-lucionario. Odian saber, pero saben que ese odio es el precio ético a pagar por los favores recibidos. Usted puede identificarlos fácilmente cuando les ve, de hace unos meses a estas fechas, de aquí para allá buscando cómo zafarse de las ligazones económicas, financieras y personales con todo aquello que los ate al régimen y sus burócratas. Son muy fácil de identificar porque se les ve cazando testaferros en las elegantes barras de los no menos elegantes restaurantes de Venezuela. Lo más reciente que odian saber está relacionado con la salud y los pronósticos de vida del ‘coma-andante’. Odian eso tanto como el saber que muchos saben que ellos, elegantísimos chavistas de cuello blanco, odian saber lo que saben pero ¡Como les da provecho!

4.- Los chavistas que sufren por no saber
A diferencia del primer clúster (los chavistas que no saben que son chavistas), estos sí lo saben. Lo aceptan. Es más, saben que saben pero no saben por qué ni para qué, entonces sufren los rigores que impone la ignorancia del pragmatismo chavista. Es como una relación amor-sufrimiento. Una relación masoquista que necesita de un sádico para que los flagele inmisericordemente. Con interminables cadenas de televisión y radio. Un enfermo que los someta a la participación obligada en giras, caminatas, concentraciones humanas, aun a costa de sus trabajos y de su salud. Son los chavistas que sufren por no saber cuándo les darán su casa asignada y malviven en la letrina de un campamento, a la espera de una dádiva de Chávez. Sufren por no saber sí habrá energía eléctrica en el campamento de refugiados. Sufren por no saber sí aquel soldado que les vigila de día es o no es el mismo que vestido de civil, les viola de noche a sus hijas. Sufren por no sabermicomandantepresidentemesmo está o no enfermo de cáncer, pues en la vorágine de su ignorancia, instigada y acrecentada por las campañas de desinformación que urden los pillines del G2, han llegado a aceptar que el cáncer de Chávez es zodiacal y que sí muere de cáncer no importa: Como Jesús, también Chávez resucitará al tercer día. Y por no saber nada de nada, son los chavistas que más sufren.

5.- Los chavistas que aparentan que saben:
En esta categoría de chavistas se manifiestan dos subgrupos: Los que desde adentro del chavismo aparentan que saben parcialmente qué sucede, pero sucede que lo saben todo y están conscientes de lo que pasa, y aún así aparentan que saben poco o casi nada, y los que no liban las mieles del proceso, los chavistas que por variadas razones y circunstancias están del ‘lao-de-afuera’ pero que algo saben (mucho o poco) y que se consideran afectos a Chávez. Como aquellos otros, aparentan que saben aunque desconocen lo que sucede en sus detalles. Ambos grupos hacen de la apariencia del saber una fórmula para captar incautos, hacer ‘negociados’ y servir de ‘enlace’ entre los regentes titulares del poder chavista y los que desean ‘bañarse en ese charquito’ pero no encuentran la oportunidad ni el contacto. Cada uno de estos subgrupos tiene una razón de ser y de existir dentro de un Chavismo entendido como estructura de poder. Cada uno cumple una función específica en el aparataje persuasivo de la desinformación y fungen de guías para el tránsito de lisonjas y coimas dentro de los recovecos burocráticos para que los de afuera puedan acceder al contacto y los jerarcas de las diferentes vertientes del chavismo l negociado de licencias, favores y prebendas, exquisitamente rociadas con escocés de 18 años con las que se riegan sólidas y convenientes transacciones bancarias electrónicas.

6.- Los chavistas que triunfan sin saber:
A este grupo pertenecen los ‘enchufados’, y como el anterior, también se divide en dos subgrupos: Los burócratas venezolanos de comprobada y ratificada fidelidad perruna a Chávez, que rotan groseramente de Ministerio en Ministerio, sin saber ni conocer de qué se trata ni para qué existe esa cartera ministerial, y los burócratas cubanos, de ratificada y perruna fidelidad a Fidel, que están colocados ahí, donde Fidel los necesita para ‘marcar’ muy de cerca a Chávez y sus burócratas, y que como aquellos triunfan sin saber; nomás por el simple acto físico de salir de Cuba, para encontrarse acá como pequeños capos di tutti capi, viviendo el sueño de todo cubano castrista que se precie de tal, y que no es otro sueño que el de mandar a otro sin saber de ‘ná ni ná’ ¡Cosa más grande, hermano!
El primer subgrupo (los burócratas venezolanos de comprobada y ratificada fidelidad perruna a Chávez,) es un club exclusivo, casi una cofradía sacramental, pero notoria, muy notoria. Casi cualquier habitante en Venezuela conoce sus nombres porque son los mismos que se manosean, de aquí para allá, como Ministros, Directores Generales, Presidentes de Institutos autónomos, Gobernadores, Alcaldes, Diputados, otra vez Ministro, nombres que se repiten porque han completado ‘la ronda’ de cargos unas tres veces cada uno. También se les conoce sus rostros, aunque con el tiempo (y la buena comida, y los trajes, y las joyas) se hayan modificado con implantes, liftings, ceras, colágenos, ampollas, peluquines y dos decenas más de artilugios y potingues. También se les conocen sus gustos y hasta sus más íntimas debilidades. No son más de 50 chavistas privilegiados pero todos, sin excepción alguna, triunfan sin saber que esos triunfos serán, tarde o temprano el más pesado fardo con el que cargarán el día que enfrenten a la verdadera señora ciega de la balanza justa.

7.­ Los chavistas que viven gracias a que los demás no saben:
Más que una categoría, vivir gracias a que los demás no saben es una condición esencial para cualquier chavista; sin embargo, como clúster se trata de una categoría supremamente elitista. Un petit comité de notabilísimos integrantes, entre los que se encuentra -encabezándolo- el mismísimo teniente coronel. Ellos comprendieron, desde el fallido y sangriento golpe al Estado de 1992, que para tomar el poder era y sigue siendo imprescindible que los demás no sepamos, ni sus planes ni sus objetivos. Esa y no otra es la razón para que hayan desarrollado una mitología política falsaria y estrambótica (el árbol de las tres raíces... El delirio del teniente coronel en su Chimborazo carcelario), una mitología pretendidamente fantástica y única en la que han combinado en una mescolanza rimbombante, a Simón Bolívar con Marx y Jesús... A Ezequiel Zamora con Simón Rodríguez... A la ‘Tercera Vía’ de Blair con el bolivarianismo avenido en Socialismo del Siglo XXI... Y todos esos ingredientes incompatibles entre sí, fueron sazonados con el más rancio populismo y el fuego atizado con inimaginadas cantidades de petrodólares, y ofrecieron ese brebaje a sus conciudadanos votantes como sopa macabra cocida en el oscuro caldero de la ignorancia colectiva.
Ahora ya sabes, estimado lector, que el chavismo SÍ existe y solo te resta ubicar a los chavistas que conozcas en cualquiera de estas siete categorías. Pero ten presente que de acuerdo a la experiencia, más de un chavista puede ser ubicado en más de una categoría, lo cual hará más amena e interesante tu pesquisa, una indagación que también te puede conducir a la sorprendente 8ª categoría: Los conchupantes, también conocidos como ‘demo-chavistas’. Se trata de oposicionistas ultrosos (de la boca para afuera) y algunos militares que medran en el amniótico gel de los que se oponen a Chávez pero sin convicción. Son aquellos que se disfrazan de demócratas, pero que le hacen el juego al totalitarismo, proponiendo como solución las mismas misiones castro-chavistas. Son quienes te invitan a votar sin las debidas garantías del secreto de tu voto... ¡A votar! gritan, sin mediar una auditoría confiable de la data del CNE... ¡Al 7 de Octubre!, incitan... pero lo hacen prometiendo las mismas ofertas engañosas y populistas ‘Esteban’ en sus buenos tiempos. Como sí se tratara del Octavo Infierno de Dante, esta categoría también está full... ¡Y ya tú sabes quiénes son!


Andrés Simón Moreno Arreche
Vía Venetubo