12 octubre 2008

Burros de un mismo pelo

Viendo la patética reacción del ministro de propaganda del régimen ante la envidiable fotografía del Rey de España con Miguel Henrique Otero, editor de El Nacional, y de Alberto Federico Ravell, director general de Globovisión -dos de los venezolanos que mayor insomnio le producen a Chávez- la cronista recordó una rotunda frase de Bernard Henry Levy: "El Estado totalitario no es la fuerza desencadenada, sino la verdad encadenada". Aunque el Gobierno controla cientos de medios en el país no ha podido lograr la ansiada "hegemonía comunicacional" que le permita ocultar los horrores de la "revolución" que ha arruinado a Venezuela mucho antes del estallido de la crisis mundial que nos asusta a todos. A pesar de las agresiones y atentados contra periodistas, el acoso criminal a los medios independientes (a través de los poderes públicos y de las bandas terroristas a su servicio); las abusivas cadenas y el bombardeo constante a través del "aparataje" mediático oficial, Chávez no ha podido encadenar la voluntad popular a las mentiras del régimen. Los niveles de audiencia de los medios oficiales es escasa frente a los índices masivos de los medios independientes.

Esta semana encontramos en El País de Madrid un estremecedor reportaje de Juan Carlos Galindo sobre "la creciente impunidad rusa para matar e intimidar a periodistas" en el que narra las horribles "presiones, boicot, torturas e incluso la muerte" que sufren los periodistas críticos en Rusia, sin que Occidente haya manifestado su rechazo ante la violación de los derechos humanos en la Rusia de Putin, quien sigue mandando a través del títere Medvédev. Reseña El País la muerte el 31 de agosto de Magomed Yevloyev tras recibir un disparo en la cabeza mientras estaba bajo custodia policial. El periodista había creado una web en la que criticaba la política de Putin. Puso en marcha la campaña "Yo no voté" en la cual denunciaba el fraude masivo por el que Medvédev "ganó" en la región. "Moscú dice que votaron 98% de los ingusetios, pero Yevloyev consiguió firmas de más del 2% de la población asegurando que no habían votado". La casa de su padre fue atacada y él fue acusado de apología al terrorismo. Como no cedía, fue detenido al bajar de un avión en la capital de Ingusetia. Llamó a su editora para decirle: "me están deteniendo". Cuatro horas después fue asesinado en lo que las autoridades calificaron de "accidente" (culparon al propio Yevloyev de intentar robar la pistola de los policías, según la versión de la Fiscalía rusa, tan "independiente" como la venezolana). Otro reportero de Islamic TV murió un día después de ser tiroteado. El editor de un semanario crítico fue apaleado cerca de su casa e ingresó en un hospital herido de gravedad. Otro editor de derechos humanos fue secuestrado y torturado por las fuerzas de seguridad. Muchos otros han abandonado el país ante las amenazas de muerte. "En el sistema creado por Putin hay dos opciones: el silencio, acompañado o no del exilio, o las amenazas, torturas, persecuciones, y si el periodista se empeña en seguir siendo molesto, la muerte". Putin aguantó las críticas mundiales por el asesinato de Anna Politkovskaya, así que más fácilmente soportará el silencio de Occidente ante estas otras muertes. Rusia ocupa el puesto 144 en el índice de "libertad de Prensa" de Reporteros Sin Fronteras, por detrás de Sudán y Afganistán.

Sergio Ramírez, quien participó en los inicios del Sandinismo y hoy es uno de sus notables críticos, está haciendo un llamado internacional para denunciar la persecución de numerosos periodistas en Nicaragua, donde el régimen de Daniel Ortega asume "cada vez más el carácter de una dictadura familiar". Está clausurando partidos políticos, violando reglas electorales, reprimiendo marchas opositoras, persiguiendo artistas y escritores como al poeta y sacerdote Ernesto Cardenal, presiona a canales de TV independientes, cancela programas críticos al régimen y ha emprendido juicios amañados contra directores de medios (&). El último en la lista es el periodista Carlos Fernando Chamorro, hijo de quien fuera director del diario La Prensa asesinado por la dictadura de Somoza. Carlos demostró en su espacio de TV "la existencia del primer gran caso de corrupción en el gobierno de Ortega: una millonaria extorsión extrajudicial fraguada desde la Casa Presidencial. La Fiscalía enterró el caso. El denunciante fue condenado por injurias y el diputado que respaldó la denuncia fue despojado de su curul. Desde entonces Chamorro ha sido sometido a una campaña de difamación en los medios oficiales controlados por la esposa de Ortega y acusado de "narcotraficante, asociación para delinquir y mafioso robatierras". Ahora se le ha abierto causa por "lavado de dinero".

"Burros de un mismo pelo cuando se ven, se saludan". Los "panas" Putin, Ortega y Chávez han ido mucho más lejos.

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