03 abril 2010

Ya basta

Extemporáneo, lamentable y preocupante. Eso, por decir lo menos. Resulta un espectáculo patético. Cual rencilla barriobajera: Improperios, celadas, desacatos. ¿O traiciones? Cuánta mezquindad. Así es visto el sainete representando por toda esa fauna politiquera, dizque dirigente, que todavía se comporta como dueña de la partida, del guante, del bate y la pelota; novio de la madrina; revendedor de las únicas entradas, los refrescos y chucherías y árbitro de la caimanera que no termina de dirimir. Esos liderzuelos, si los dejasen, querrían operar la pizarra para registrar el resultado final que convenga a sus pretensiones hegemónicas. ¿O no?

Qué equivocados están quienes así pretenden dirimir la controversia candidatural -planchitis aguditis- y cuánta contrariedad están provocando en los ciudadanos. La sociedad democrática exige que se concreten los acuerdos prometidos, indispensables, por lo que sigue vigilante. Exige formalidad, sabiduría y desprendimiento de los aspirantes para lograr la unidad que asegure una significativa representación en la próxima Asamblea Nacional.

La sociedad democrática le endosó un cheque, no precisamente en blanco, a esa dirigencia que no puede comportarse cual rufianes. Le entregó un mandato específico, concluyente, y no aceptará que la defraude procediendo con el mismo sectarismo que caracteriza al régimen despótico. La población democrática demanda que los candidatos presentados sean los más idóneos para impulsar las transformaciones políticas, sociales y económicas indispensables.

Pero comienza a impacientarse ante tantos vaivenes. Demasiados disensos. Innecesarias descalificaciones. Se agota el tiempo. Y la paciencia. La gente condena cualquier intento de contrabandear candidatos. Nada de gatos por liebres. También rechaza que se desconozcan derechos a quien los tiene bien ganados. Cada cual en su circuito natural. Esa es una prerrogativa. Y la manera de garantizar los votos para la victoria. No debería ser, como se pretende, una potestad discrecional -vale decir un reparto clientelar- del caudillaje partidista predominante. Más cuando algunos aspirantes avalados partidariamente son auténticos paracaidistas en la zona donde pretenden postularlos.

Quienes adversan al régimen neofascista -hoy son mayoría según las encuestas- indignados por el deterioro creciente, la represión, la pérdida de derechos y libertades y alarmados por la cubanización del país, serían implacables con aquellos que traicionen su compromiso de propiciar acuerdos inclusivos. No le tolerarán más deslealtades a quienes se comporten ambiciosos, irreflexivos y divisionistas. En la bajadita los están esperando si continúan con esa mala conducta.

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