25 diciembre 2006

El Socialismo del Siglo XXI no tiene contrapeso

Con interés leí este artículo, que en estos días sin noticias, se destaca en lo que es el Periodismo investigativo y de opinión. Presenta una panorámica muy objetiva, a mi parecer, de nuestra situación política.

El Socialismo del Siglo XXI no tiene contrapeso

Los sociólogos Maryclen Stelling y Blas Regnault coinciden en que, tras la reelección de Hugo Chávez, el escenario político podría permitir que Gobierno y oposición comiencen una etapa donde prive el diálogo más que la confrontación. Sin embargo, advierten que la oposición no parece tener claro un proyecto alternativo al de la actual administración.

La reelección de Hugo Chávez en la Presidencia de la República y la reacción de su principal contendor, Manuel Rosales, ha generado un escenario político que aún está siendo digerido por gran parte de la población. Mientras hay triunfalismo de un lado, otro sector del país observa con incertidumbre hacia donde se dirige Venezuela.

Ocho años después de la llegada de Chávez al poder, su mandato ha sido extendido seis años más. En este escenario, las tensiones que han caracterizado el clima político venezolano durante los últimos años parecen haber llegado a un punto de reposo.

"El panorama político sin Chávez no existe, por lo menos en los próximos años", afirma con seguridad el sociólogo Blas Regnault, quien agrega que, inclusive, no puede preverse un escenario sin el chavismo en el futuro cercano.

Tras los resultados de las elecciones presidenciales, Regnault percibe una intención de comenzar a hacer política, tanto por parte del oficialismo como de la oposición. "Lo que tiene que ganar es la intención de convivir, que creo que es lo que se ha empañado en los últimos años", afirma.

Para la socióloga Maryclen Stelling, "el gobierno, de la boca para afuera, ha reconocido que la oposición es importante. La oposición, de la boca para afuera, reconoció que el ganador es Chávez (…) En este momento estamos en esa etapa de ilusión, de que podemos negociar, conciliar, dialogar".

La especialista prevé que a esa etapa le sigue una de desilusión en la que aparecerán las diferencias que separan a la oposición del gobierno, que son básicamente referidas a la concepción de la sociedad.

Stelling cree necesario que se busquen mecanismos que permitan identificar puntos de encuentro, para lo que se requiere de una madurez política que no se ha alcanzado. "Es muy difícil lo que estoy pidiendo, pero hay que deponer irracionalidades, afectividades y posiciones partidistas irreflexivas", afirma. Sin embargo, advierte que eso no sucederá sino a largo plazo.

La socióloga prevé que en la etapa de aceptación, gobierno y oposición se verán con más respeto y buscarán puntos de discusión que sean de interés para el país. Explica que es necesario que la oposición logre estructurarse para dialogar con el gobierno e identifica como un elemento importante que haya logrado organizarse en torno a metas a corto plazo.

"Si la oposición continúa con esa estrategia podría consolidarse en torno a objetivos que la unifican, como la reforma constitucional. Lo que habría que ver es si todas las fuerzas políticas que constituyen la disidencia estarían de acuerdo en el tipo de reforma que van a pedir", explica.

Admitir los propios errores

Stelling aclara que la pugna entre gobierno y oposición no ha finalizado, pues las elecciones fueron una etapa más en una gran batalla. "Cuando se está enfrentando a un contendor, se intenta eliminarlo con todo lo que se tenga a mano. Entre las cosas que el chavismo tiene a mano es esa memoria del paro petrolero y empresarial", recuerda.

La socióloga considera que quizás en esta nueva etapa, oposición y gobierno den muestras de su intención de reconocer los errores del pasado. "Eso sería un síntoma de madurez impresionante que a lo mejor solventaría heridas que están abiertas", afirma.

Para la socióloga, pese a las críticas de algunos sectores de la oposición, las declaraciones de Teodoro Petkoff en las que admitió que el comando de Manuel Rosales preveía la derrota en las elecciones presidenciales demuestran esa madurez necesaria para abrir espacios de diálogo.

"Eso es lo que yo creo que se requiere hoy día. Gente que se atreva, de los dos sectores, a reconocer mentirillas blancas o no muy blancas y a reconocer errores políticos", señala. Sin embargo, se pregunta, "¿podría la oposición reconocer que el paro petrolero a lo mejor fue un error? ¿Podría el chavismo reconocer que la lista de Tascón fue un error, por ejemplo? Yo creo que por ahí va la cosa", insiste.

"Si hacemos ese lavado de culpas daríamos un salto adelante cualitativo inmenso, de los dos sectores", agrega. A esa etapa de aceptación sobrevendría una relación más madura, "que siendo optimista yo creo que lo podríamos lograr a lo largo del año".

Regnault considera que hasta ahora oposición y gobierno han mantenido "una discusión histérica", con lo que se ha evadido tocar el fondo de los problemas limitándose a la forma. "La mejor forma de no discutir nada es confrontándose de esa manera", asegura.

Para Stelling lo que debe privar en este proceso de reencuentro es el hecho de que todos somos venezolanos. "No se les olvide a oposición y gobierno que está de por medio el futuro de Venezuela", sentencia.

La oposición no ha presentado un proyecto alternativo

Ambos especialistas identifican como una debilidad que el sector adverso al Gobierno no parezca tener un proyecto político alternativo que ofrecer. Sin embargo, Regnault identifica como un avance importante que, tras la derrota, Rosales haya reconocido que la oposición abandonó la calle como una falta que debe ser solventada.

"Hay dos hombres que han caminado este país. Uno es Rómulo Betancourt y el otro es Hugo Chávez. Nos guste o no nos guste, eso es así y eso tiene un valor político importantísimo", comenta Regnault para ilustrar como el actual mandatario nacional ha capitalizado el repliegue de la oposición del contacto directo con los ciudadanos.

Para Stelling, la oposición debe enfrentar retos mayores a los del oficialismo para encarar la nueva etapa política. "El gobierno al menos está claro en que su proyecto se denomina 'Socialismo del Siglo XXI'. La oposición, no tiene claro cual es el proyecto de sociedad que quiere, porque hay muchas diferencias en su interior", explica.

Regnault considera que se ha hecho un gran daño a la oposición con la radicalización de las posiciones políticas y que esto ha sido promovido por sectores tanto del oficialismo como de la oposición interesados en rupturas sociales profundas. Recuerda que "en el 2002 los venezolanos estuvimos a minutos de una guerra civil por la polarización".

El sociólogo atribuye las críticas de algunos actores políticos de la disidencia que cuestionaron la admisión de la derrota por parte de Rosales y su comando a la existencia de un sector que cree que debe haber una "democracia de ilustrados". "La única manera de cohesionar a la oposición es excluyendo a las posiciones extremas", añade.

Stelling señala que hasta ahora la disidencia al gobierno ha logrado cohesionarse coyunturalmente para enfrentar electoralmente a Chávez, pero no necesariamente se articula en torno a un líder, a un proyecto de país o a una ideología.

"Creo que no hay proyecto del otro lado y que el modelo de política sobre el cual está montada la oposición es más mediático que de acción en la calle", explica Regnault, a la vez que señala que no podía pretenderse revertir esa especie de abandono de la calle de dos años y medio en un solo proceso electoral. Sin embargo, contar con casi 40% de los votos no es nada despreciable.

Para Regnault, "el proyecto político chavista está mucho más claro que el otro (…) Creo que la oposición creyó que todo el tema se resolvía con tecnología electoral". Además, considera que el del actual gobierno es un proyecto político que basa su discurso en la probabilidad de inclusión, es decir, de universalización de los servicios sociales, "que además no tiene contrapeso".

Si a este desbalance sumamos el abuso mediático que igualmente comete el gobierno, muchas veces exagerando sus éxitos, como el caso de las misiones especiales en educación, tenemos un campo en el cual parece haber un solo jugador.

Explica el sociólogo que, no se trata de un problema de maquinaria electoral, sino de un proyecto político en donde la gente se sienta involucrada. "Chávez es exitosísimo en ese sentido. Él representa de alguna manera esa imagen de 'uno de nosotros que está en el gobierno'. (…) Y ello sin olvidar que cuenta con todos los recursos propagandísticos del Estado".

"Uno puede pensar que la adhesión a Chávez es utilitaria porque hay dinero, pero también hay una adhesión imaginaria que está más allá, en la cual la exaltación del nacionalismo es muy importante. No sé si la gente siempre sabe en qué consiste el fondo de los proyectos políticos en juego, pero tampoco sé si la gente que vive en sociedades como la nuestra, que observa tanta fragilidad institucional, se adhiere a esos proyectos solo en el plano racional". En el caso de Chávez, la movilización de la emoción cuenta como un recurso político de primera línea, comenta Regnault.



NORMA JIMÉNEZ MONTEALEGRE
Eluniversal.com

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