27 diciembre 2006

Mala suerte, buena suerte. ¿Quién sabe?

Al leer este artículo, me acordé de "Tu también eres culpable", un artículo que circuló en Internet hace unos años atrás (y extraoficialmente se le atribuye a Carlos Sicilia, no se si será verdad o no). Es bastante interesante y ajustado a la realidad, a mi parecer.

Mala suerte, buena suerte. ¿Quién sabe?

27/12/2006.
Pero recordando el cuento del chino sobre la relatividad de la suerte en perspectiva, lo que hoy resulta ser para muchos una desgracia, puede ser en un futuro no tan lejano, un punto a favor, o al menos una señal de crecimiento, de mejoría, de cambio.

Los venezolanos no caminamos a ningún lado. Mejor dicho, caminamos en círculos, en cuanto a decisiones políticas o públicas se refiere. Nosotros caminamos pa'lante cuando no nos toca el gobierno. Esos son los venezolanos que van pa'lante en forma sustentable, esos que dicen por allí: "Yo no como del Gobierno ni de nadie". Lo malo, es que éstos cada vez son menos, cuando las variables macroeconómicas no son favorables, cuando no se estimula la inversión y cuando es muy difícil lograr un trabajo.

Otros venezolanos se han convertido en "vampiros" de los gobiernos. Chupan cuanto pueden. Éstos tienen menos independencia de los actores políticos que los primeros y puede que los beneficios sean menos estables, por lo cual la voracidad de aprovechar, mientras se puede, surge como mecanismo para neutralizar esa inestabilidad. Y eso lo hacen ahora vistiéndose de rojo, como hace unos años se vistieron de verde o blanco.

La cultura política del venezolano en general no ha cambiado un ápice. Seguimos escogiendo a los mandatarios por las mismas razones que hace 20 años. Los que han cambiado son ellos (los que gobiernan) y su sentido de gobernar. Esta vez es una gesta planetaria combinada con una desbandada voraz de aprovechamiento de bienes públicos, que no tiene quien reclame ni dueño real ni efectivo, porque nosotros seguimos creyendo que la relación política primaria es el susurro en la oreja (el de CAP, de Lusinchi, de Chávez). ¿Esta es nuestra mala suerte? Seguro.

La buena suerte, que hoy nadie celebra una victoria electoral fuera de los linderos de su casa, mas allá de la continuación de la voracidad individual (que fulano de tal se sigue haciendo más rico); que por primera vez en mucho tiempo sabemos cuántos somos y la poquita diferencia que hay entre minorías y mayorías en Venezuela; que la mayoría no cree que se vaya a ninguna parte; que todos sabemos que aparentamos que hacemos, y que nos vemos dando vueltas en círculos; que el discurso que atrapa a la mayoría ya no la atrapa, sin beneficio; que la minoría se fortalece, la mayoría se desgasta. Una inmensa popularidad soportada en el desgaste de la pasión en menoscabo de valores democráticos que sin duda tenemos (que las voces oficiales de este pésimo Gobierno lo único que asombrosamente y extrañamente puedan decir en televisión, es que están dispuestos al diálogo si las voces opositoras piden "perdón") y sus absurdos argumentos infantiles a mí me hablan de buena suerte ahora. ¿Después? Quien sabe.

www.laverdad.com/ Natalia B. Sánchez

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