28 enero 2007

El manicomio "del siglo XXI"

Desde que el dislocado régimen chavista inauguró el nuevo año con el grito de "todos los motores a máxima revolución... rumbo al socialismo" el gobierno y el país ya no pueden disimular su condición de enorme manicomio. Tan pronto como el profeta mayor pisó el acelerador nombrando un gabinete radical que relegitima al "socialismo del siglo XXI" como una secta a través de la cual se "lavarán las impurezas del capitalismo" y anunció el fin de la Cantv y de Elecar en manos del satánico neoliberalismo del Imperio, comenzaron a surgir profetas menores que pretenden desbancar al difunto Ceresole y al señor Dieterich como ideólogos del menestrone (Miquilenas dixit) con el que Chávez nos dio el "feliz año".

Desde que el teniente-coronel envió a los obispos a leer El Capital de Marx y los textos de Lenin para que entendieran lo que es su "socialismo del siglo XXI", los "teóricos" de la secta están intentando explicar a los venezolanos con qué se come el menestrone de marras. Y más vale que no. Porque mientras algunos parlamentarios rojos-rojitos todavía piensan que la democracia y la libertad son salvables y de buena fe nos dicen que la propiedad privada será respetada, los improvisados "epistemólogos" que rodean a Chávez nos convencen de todo lo contrario. El Nacional (25-01-07) informa que Haiman El Troudi "da forma teórica al socialismo del siglo XXI desde el Centro Internacional Miranda adscrito al Ministerio de Educación Superior" y detalla que "entre 2005-2006 acompañó a Hugo Chávez en la Secretaría de la Presidencia, luego de su paso por Planificación y Comunicación e Información". El Troudi describe cómo será la "democracia participativa" una vez que los cinco motores de la revolución estén encendidos: "Los empresarios que no acojan el socialismo recibirán incentivos negativos" (es decir, socialismo o muerte). ¿Qué entenderá este originalísimo "filósofo" de la revolución chavista por "incentivo"? Porque hasta donde la cronista sabe, "incentivo es un estímulo que se ofrece a una persona, grupo o sector de la economía para elevar la producción" como bien lo define el Drae. Imaginamos entonces que el "incentivo negativo" será obligar al empresario a producir menos, o sancionarlo por producir, o cerrarle la empresa, con lo cual se castiga no solo al empresario, sino al pueblo. Dice El Troudi que "los empresarios tienen que producir para satisfacer las necesidades sociales; no es solo vender y acumular capitales. Tienen que acompañar a los consejos comunales, ejecutar programas de responsabilidad social empresarial, por ejemplo, tutelando un comedor de una escuela bolivariana". ¿Sabrá el "teórico" que las grandes empresas venezolanas tienen magníficos comedores para sus empleados y obreros desde hace muchos años? ¿ Por qué no da una mirada a los niveles de vida de los ciudadanos en cuyos países las empresas se dedican a producir y los gobiernos a cobrar impuestos y redistribuirlos en excelentes servicios educativos, de salud y de seguridad personal y social, derechos que Chávez le niega al pueblo en medio de la bonanza petrolera? La búsqueda de la pureza aria como monstruosa obsesión de Hitler para mejorar la genética alemana es trastocada por El Troudi en purga castrista: "Queremos lavar las impurezas del capitalismo"... (¿Por qué no aterrizan y comienzan a lavar las impurezas del muladar en que han convertido a Caracas o la contaminación de los lagos de Valencia y Maracaibo, o la ineptitud y corrupción del régimen?).

Con aparatosidad que alarma a la comunidad internacional que ya lo califica de totalitario y de peligro continental, Chávez acelera la aplanadora para implantar en corto tiempo el anacrónico modelo cubano generador de hambre y represión, no importa cuántos derechos humanos tenga que violar... Amenaza con expropiaciones masivas, anuncia nuevos impuestos, mientras el dólar paralelo se dispara, hecho del que sus vasallos culpan a los empresarios, víctimas de los desaguisados oficiales. Su tozudez en acabar con RCTV y en retorcer la Constitución para convertirse en presidente vitalicio, destruyó en todo el mundo la aureola democrática obtenida el 3D.

Chávez y sus talibanes están declarando demasiadas guerras de las que no saldrán triunfantes. No las que van en contra de la ("por ahora") inofensiva oposición, sino las que van dejando heridos políticos, desempleados, y sueldos reducidos en la frondosa fauna revolucionaria y en la masiva soldadesca de los barrios, harta de promesas incumplidas y crímenes a mansalva. Sólo falta que sigan cayendo los precios petroleros para que todos griten "¡El rey está desnudo"!

Marta Colomina

mcolomina@unionradio.com.ve

El Universal

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