La revolución arrancó el año rauda y veloz. Sus prosélitos creen que viaja en tren y marcha sobre ruedas. Legiones cada vez más nutridas opinan que, a semejante velocidad y con un manejo tan temerario, esa locomotora se puede descarrilar.
El maquinista tiene la vista centrada en el horizonte. Sólo divisa y marcha hacia su destino obsesivo: el poder hegemónico, a perpetuidad, rotulado socialismo del siglo XXI. En su marcha desenfrenada no respeta límites. No observa normas. No atiende señales. No le importan riesgos.
Hay quienes dicen que el maquinista tomó el rumbo equivocado. Que leyó mal las cartas de navegación. El boleto que los adeptos creyeron estar comprando con el resultado (electoral) del pasado 3D pretendía, a no dudarlo, mantener el mismo camino: prebendas, dádivas, becas, misiones, etc. Lo que sea a cambio de fidelidad incondicional.
Pero la ilusión y paciencia iniciales se están yendo. Toda aquella esperanza que alguna vez abrigó el "soberano" se escapa, asida a la ambición del caudillo. Se marcha en forma de convenios de cooperación, donaciones y transferencias bancarias a cuentas de organizaciones, empresas y gobiernos extranjeros.
Cuba, Bolivia, Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay, Nicaragua y Ecuador, entre otros, están siendo beneficiados con miles de millones de dólares venezolanos. Mientras, en el país avanza el deterioro y crecen las necesidades. En los países antes mencionados, con dinero de los venezolanos, se reparan o construyen carreteras, escuelas, puentes, hospitales, viviendas, fábricas, refinerías, etc.
Como si ese despilfarro fuera poco, el régimen emprendió un proceso de expropiaciones y nacionalizaciones que costarán otro ojo de la cara. Es un desperdicio de recursos indispensables para mejorar la infraestructura del país y proporcionar empleo y bienestar a millones de compatriotas necesitados.
Expertos estiman en 1.1 millardos de dólares el reciente convenio de cooperación firmado con Cuba y calculan en otros 15 mil millones de dólares la proyectada expropiación de empresas telefónicas, eléctricas y las petroleras que operan en la faja del Orinoco. En contraste "no hay" 500 millones de dólares para construir una autopista entre Caracas y Los Teques.
Mientras el régimen hace relaciones públicas internacionales con el dinero de todos venezolanos, su gestión interna se centra en modificar-promulgar leyes para concentrar más poder y ejercer más controles, restringir sistemáticamente espacios y derechos de los ciudadanos, imponerles una ideología que no comparten, reprimir y excluir a quienes disienten, impedir la libre iniciativa y el derecho a la propiedad privada, etc. Ahora, además, le quita el derecho al trabajo a los millares de compatriotas que su política destructiva lanzó a la buhonería. ¿Qué se trae el régimen?
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