Realmente, no sé que voy a hacer contigo, le dijo el diablo, estás en mi lista, pero no tengo lugar para ti y como has sido tan malo tienes que quedarte aquí, así que vamos a hacer lo siguiente:
Hay algunas personas aquí que no fueron tan malas como tú, así que tendré que dejar ir a alguien y tú te quedarás en su lugar. Es más, te voy a dar a escoger una de tres celdas.
Chávez, que de todas maneras no tenía otra opción, aceptó.
Así que el diablo abrió la primera celda. Allí estaba Osama Bin Laden, en una gran piscina de mierda. Todo lo que hacía era zambullirse en la mierda y volver a salir. Ese era su destino en el infierno.
- No... pensó Chávez, esto no me gusta, no puedo hacer eso todo el día.
El diablo abrió la segunda celda y allí estaba Saddam Hussein, todo el santo día picando con un martillo una montaña de piedras.
- No... pensó Chávez... no puedo picar piedras todo el día, pues tengo problemas con el hombro.
El diablo abrió la tercera celda y he aquí a George W. Bush, cómodamente sentado, con las manos detrás de la cabeza, las piernas abiertas y fumándose un largo puro cubano. Con él se encontraba Mónica Lewinsky, haciendo lo que ella sabe hacer mejor.
Chávez miró la escena con incredulidad y gritó animadísimo:
- ¡Aquí me quiero quedar!
Entonces el diablo sonrió maliciosamente... ... y gritó:
- ¡Mónica, ya llegó tu relevo!
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