A partir del 1° de enero de 2008 aparecerá una moneda que no tiene antecedentes en la historia numismática nacional. El Banco Central de Venezuela, por instrucciones recibidas desde el Palacio de Miraflores, ha ordenado la acuñación de una moneda que sea un centésimo de un bolívar fuerte. Éste, a su vez es una milésima del bolívar actual. Tendrá el discutible mérito de ser la moneda de menor valor en la historia del país.
Centavos han existido desde hace muchísimos años pero nunca habían sido tan inútiles.
Hasta donde hemos podido revisar, en todas las oportunidades anteriores, desde 1843, cuando se regularizó la circulación de monedas en Venezuela, el centavo se refirió a la centésima parte de un venezolano, luego, cuando se adoptó el bolívar como unidad monetaria a partir de 1879, el centavo era la centésima parte de un fuerte y éste, de grata recordación, era equivalente a cinco bolívares.
Durante los años en los que circuló el peso fuerte, entre 1842 y 1863 existieron el centavo, el medio centavo y el cuarto de centavo, a todos ellos se les llamó centavos negros o monagueros pues circularon durante los mandatos de los hermanos Monagas.
A partir de 1871 y hasta 1879, circulaba el venezolano y como anotamos anteriormente, la moneda menor era el centavo y su moneda inmediata superior era el real que era igual a diez centavos. No hacían falta las monedas de denominación intermedia.
El primer bolívar de plata se emitió en 1879 y el primero, acuñado en oro y con un valor de veinte bolívares fue emitido en 1918.
Mientras existió el bolívar y la economía nacional lo exigía, existió el centavo que popularmente recibió la denominación de "puya". Su capacidad de compra era muy limitada pues con una puya apenas se podía comprar un caramelo o un pequeño trozo de papelón o de queso. También se expendían en las panaderías unos pequeños bollitos de pan que tenían ese precio. Su equivalente actual debe costar algo así como cien bolívares.
La nueva moneda que circulará a partir del año nuevo tendrá un valor equivalente a cuatro quintas partes de un cuarto de centavo monaguero y a la quinta parte de las puyas de antaño.
Pero lo más grave es que su poder adquisitivo será cercano a cero.
Imaginemos por un momento qué se puede hacer con diez bolívares de hoy. Nada, absolutamente nada. Por lo tanto, estas monedas sólo existirán para rompernos los bolsillos o como sucede hoy, se abandonarán en las consolas de los vehículos y serán despreciadas hasta por los más pobres. En resumen, toda una oda a la demagogia.
Rafael Diaz Casanova
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