En un principio nunca creí que Chávez podía cometer semejante torpeza como el cierre de Radio Caracas Televisión (RCTV). A medida que se acercaba la fecha seguía convencido que ésta era otra de sus provocaciones para que la oposición cometiera el error de enfrentarlo en su terreno y seguir perdiendo espacio político. Al final, el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) tendría que sentenciar a favor de la planta televisiva y Chávez, aceptando el dictamen, quedaría como un gran demócrata. Luego nos tendríamos que tragar años del discurso de la separación de poderes, el respeto a la propiedad privada y a la libertad de expresión en Venezuela, mientras que utilizando otras presiones metería a la televisora en cintura. El error del cierre era demasiado obvio.
En este momento, a sólo horas del cese de operaciones de RCTV, está claro que no hay vuelta atrás. Sin embargo, hay que destacar que el TSJ dejó abierta una posibilidad de echar para atrás admitiendo, en medio de una incomprensible contradicción, un recurso contencioso administrativo de nulidad. Previsiblemente el objeto es tener una piedra de salvación en caso de que se le compliquen más las cosas al gobierno.
Y las cosas pueden complicársele bastante. Todavía es una incógnita cuánto capital político puede seguir perdiendo Chávez, interna y externamente, con esta arbitrariedad que no puede justificar. La nueva televisora estatal será muy probablemente un enorme fracaso, y a nivel popular el recuerdo de RCTV se convertirá en un símbolo, una suerte de mártir. Internacionalmente pueden seguir habiendo reacciones, y hasta pudiera ocurrir que alguno de los cobardes gobiernos de la región se manifieste ante la OEA.
Hasta el momento el gobierno no se ha cansado de anunciar los planes desestabilizadores y conspirativos que supuestamente la oposición tiene preparados para estos días. Han tratado de sembrar la casi certeza de un alzamiento armado, con paramilitares importados incluidos. Todo con el objeto de distraer la atención del hecho central. Pero no lo logran. A menos que ellos mismos cocinen algún atentado para endosárselo a una oposición que, dentro de una gran debilidad, no ha perdido el rumbo esta vez. Se trata simple y sencillamente de la libertad.
Es cierto que existe una gran falta de liderazgo en la oposición. El que tenemos sigue siendo el mismo, disminuido y sin credibilidad, que se remonta a las épocas de la Coordinadora Democrática y más atrás. Y lo que queda de los partidos políticos no logra renovarse con propuestas que puedan enfrentar al populismo sin límites del chavismo. Cosa que, hay que admitir, es casi imposible en las actuales circunstancias en que la población mayoritariamente todavía no se ha dado cuenta del desastre en que estamos metidos.
Ya han empezado los indicios del colapso que viene. Hasta el más común de los ciudadanos los sufre, y los pañitos calientes de las misiones, etc. ya no alivian. Para esto, tal vez, el cierre de RCTV pudiera serle útil a Chávez para impedir que la información circule. Pero me pregunto si esto es realista. Cuando un país colapsa, como sin duda sucederá con Venezuela, ¿cómo harán para que no se sepa?
En este momento, a sólo horas del cese de operaciones de RCTV, está claro que no hay vuelta atrás. Sin embargo, hay que destacar que el TSJ dejó abierta una posibilidad de echar para atrás admitiendo, en medio de una incomprensible contradicción, un recurso contencioso administrativo de nulidad. Previsiblemente el objeto es tener una piedra de salvación en caso de que se le compliquen más las cosas al gobierno.
Y las cosas pueden complicársele bastante. Todavía es una incógnita cuánto capital político puede seguir perdiendo Chávez, interna y externamente, con esta arbitrariedad que no puede justificar. La nueva televisora estatal será muy probablemente un enorme fracaso, y a nivel popular el recuerdo de RCTV se convertirá en un símbolo, una suerte de mártir. Internacionalmente pueden seguir habiendo reacciones, y hasta pudiera ocurrir que alguno de los cobardes gobiernos de la región se manifieste ante la OEA.
Hasta el momento el gobierno no se ha cansado de anunciar los planes desestabilizadores y conspirativos que supuestamente la oposición tiene preparados para estos días. Han tratado de sembrar la casi certeza de un alzamiento armado, con paramilitares importados incluidos. Todo con el objeto de distraer la atención del hecho central. Pero no lo logran. A menos que ellos mismos cocinen algún atentado para endosárselo a una oposición que, dentro de una gran debilidad, no ha perdido el rumbo esta vez. Se trata simple y sencillamente de la libertad.
Es cierto que existe una gran falta de liderazgo en la oposición. El que tenemos sigue siendo el mismo, disminuido y sin credibilidad, que se remonta a las épocas de la Coordinadora Democrática y más atrás. Y lo que queda de los partidos políticos no logra renovarse con propuestas que puedan enfrentar al populismo sin límites del chavismo. Cosa que, hay que admitir, es casi imposible en las actuales circunstancias en que la población mayoritariamente todavía no se ha dado cuenta del desastre en que estamos metidos.
Ya han empezado los indicios del colapso que viene. Hasta el más común de los ciudadanos los sufre, y los pañitos calientes de las misiones, etc. ya no alivian. Para esto, tal vez, el cierre de RCTV pudiera serle útil a Chávez para impedir que la información circule. Pero me pregunto si esto es realista. Cuando un país colapsa, como sin duda sucederá con Venezuela, ¿cómo harán para que no se sepa?
Gonzalo Iribarren
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