No hay desabastecimiento: Los anaqueles de las tiendas están a reventar y Mercal navega en abundancia. No hay inflación: Los precios se mantienen estables desde l999 y proliferan ofertas y descuentos en alimentos, medicinas, ropa, calzado y productos de limpieza e higiene personal. No hay criminalidad: Los cuerpos policiales pasaron a ser estaciones de bomberos y las morgues son guarderías endógenas. No hay secuestros: Los Teatros de Operaciones funcionan comora conucos organopónicos o centros de formación de scouts. No hay desempleo: La inmigración de cubanos, chinos, iraníes, rusos, bolivianos y sirios se abrió con la finalidad de importar especias para el aliño de guisos revolucionarios. No escasea la vivienda: La oferta satisface plenamente las necesidades del mercado (principal, vacacional, alquiler) incluyendo la reubicación de damnificados e indigentes.
¿Se trata de realidad virtual, de Magic Kingdom o del país de Nunca Jamás? No, es la cantaleta de un r´égimen sectario, intolerante y autoritario queriendo deformar la cotidianidad que le aplasta. Es la mentira como arma de persuasión. Es la evasión de la responsabilidad. La falacia reiterada. El cinismo institucionalizado. El abuso de poder. La forma de abrumar a la sociedad civil para que no reaccione ante el atropello y la iniquidad.
Se anticipó la crisis económica. Lo advirtieron los expertos. Todavía no padecemos lo peor. Pero entramos en el camino empedrado. Aunque sigue habiendo dinerillo para salpicar a los sectores populares y mendrugos para saciar a los oportunistas de siempre, las consecuencias del descalabro se atisban en el horizonte. El deterioro es progresivo y, como consecuencia de ello, aumenta el descontento del "soberano". También las protestas que, de momento, protagonizan sólo grupos afectos insatisfechos, desengañados y estafados en sus aspiraciones.
Todas las señales apuntan al resquebrajamiento político, económico, social y moral del "proceso". No cala el modelo castrocomunista que se pretende imponer desde La Habana. Es senil. Está moribundo. Nunca entusiasmó, como se pretendió, a los "hermanos" continentales. Aunque algunos simularon "compartirlo" por los beneficios que obtienen de la petrochequera itinerante.
Internamente el proyecto de poder perpetuo se estancó: Partido único, reforma constitucional, leyes habilitantes. No encendieron los motores. No hay combustible del octanaje requerido: ideología, vocación, entrega, desprendimiento. El entorno se rajó. No todos profesan aptitudes suicidas. Tienen espacios que defender. Tampoco todos son sumisos incondicionales. Cunde el miedo al autoritarismo nazifascista. Queda algo de pudor. Sustituir la democracia por una monarquía militarista- comunista produce escozor. Hay mucho que perder. Y consecuencias que asumir que no prescriben.
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