Llegó un barco a los Puertos de Maracaibo procedente de Cuba. Apenas atracó, un perro saltó al muelle y comenzó a correr despavorido Maracaibo adentro. Los perros maracuchos que estaban en el puerto, que eran periodistas, lo siguieron.
Preguntaron al perro visitante si venía de Cuba; si los perros en esa isla tenían viviendas; si se sentían bien y si estaban contentos. El perro cubano, sin dejar de correr, a todas estas preguntas respondió lacónicamente “Sí”.
- ¡Mirá! -preguntó uno de los perros periodistas-. ¿Es verdad que vos no tenéis pulgas?
- Sí, es verdad -dijo el perro cubano-. En Cuba el gobierno tiene una campaña de salud buenísima. En la isla los perros no tenemos pulgas.
- ¡Qué molleja! -comentó alarmado otro de los periodistas-. ¿Y vos sabéis leer?
- ¡Claro chico! -respondió el perro cubano-. En Cuba a todos los perros, desde cachorritos nos enseñan a leer.
- ¿Y los perros en Cuba coméis bien? -otra pregunta.
- Bueno, no siempre hay huesos, pero nunca paso hambre. Es más, en Cuba yo estaba muy bien -respondió el perro cubano.
- ¡Vergación! -dijo admirado uno de los maracuchos-. Si vos estabais tan bien, ¿por qué salisteis de Cuba?
- Es que yo quería ladrar -concluyó el perro cubano.
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