Aunque cueste creerlo, es el propio sistema escolar público el que propicia la exclusión por los desniveles de la infraestructura y por su baja calidad.
Al respecto la investigadora del Centro de Estudios del Desarrollo de la UCV (Cendes), Mabel Mundó, observa que el paso de sexto al séptimo grados "estrangula" la prosecución estudiantil al punto que en diez años 150 mil niños fueron excluidos.
La "discontinuidad escolar" la propicia la estructura escolar del Estado. "En los trabajos de campo se observa que un alto grupo de egresados del sexto grado no tienen cupos en el séptimo, entonces las familias de bajos recursos optan por poner a trabajar a los niños. Si se logra el ingreso, el estudiante debe cruzar la ciudad para asistir a clases, pero ese esfuerzo termina por desgastarlo hasta que abandona. Ese es el año donde se produce la mayor salida de los alumnos. Los cálculos indican que por tres escuelas apenas existe un plantel de séptimo a noveno grados. Es decir, el propio sistema no garantiza la prosecución de los estudiantes. Hay una simultaneidad entre el cierre de oportunidades en la educación básica, la exclusión temprana y los años de educación acumulados por la población".
Pero hay más, la docente acota que la mayoría de las escuelas son de doble turno y por tanto se incrementa el número de egresados del sexto grado achicando aun más el embudo. Destaca que el incremento en los planteles de séptimo grado es gracias al esfuerzo de las gobernaciones.
Más allá de los rimbombantes anuncios, la investigadora precisa que se está atendiendo, en términos porcentuales, prácticamente a la misma población que hace una década, con el agravante de que ésta ha crecido. En el caso de la educación inicial, de 0 a 6 años, la proyección del Instituto Nacional de Estadística indica tres millones de párvulos en 2006, pero apenas 1,3 millones fueron atendidos.
"La lectura de la matrícula no se puede hacer en absoluto, sino en tasas por edad y en el año que cursan porque entra el factor de repitencia. Entonces, esa masa de repitientes frena el avance de los prosecutores debido a los pocos cupos. Desde 2001 a 2006 se contabilizan 435 mil 641 repitientes del séptimo. Se cree que hay más estudiantes, pero no se aclara ese dato".
De acuerdo con la Memoria y Cuenta de 2006, en el año 2005, 73 mil 634 niños no lograron superar el primer grado. "97 mil 172 estudiantes con 13 años de edad que deberían estar en séptimo grado, están en niveles inferiores. Eso crea graves distorsiones en el sistema".
Para Mundó el "colectivismo educativo" afectó la atención personalizada del alumno, que aunado al abandono de la guiatura ha dejado a un lado al alumno por el grupo.
Como referencia sustancial, declara que no se trata de ampliar la matrícula. "La verdadera inclusión es que prosigan dentro del sistema, que se dote a la escuela y al maestro de las herramientas necesarias para que esos niños puedan ser incluidos en la sociedad. No se trata sólo de satisfacer las demandas y las necesidades, sino de brindar prosperidad y futuro".
Por último, advierte que las políticas públicas si no están bien estructuradas generan más problemas que soluciones.
A través de Memoria Educativa Venezolana, el investigador Luis Bravo Jáuregui monitorea el devenir pedagógico, y en ese sentido alerta:
"Un balance de los principales indicadores evidencia una gran contradicción: la escuela no crece donde están los sectores populares. En la escuela de los pobres, que es la escuela básica, hay unos datos que preocupan, y revela que son espeluznantes. La mejor comparación de la educación es medir cuántos niños de seis años están en la escuela, sea preescolar o básica, y te indica que hay una baja en la escolarización".
De acuerdo con el INE para 2006 había un millón 106 mil niños de entre 6 y 7 años, pero apenas en primer grado estaban inscritos 623 mil 351 párvulos.
Bravo Jáuregui coloca como ejemplo el barrio El Ciprés. "Ningún niño asiste a la escuela. No están en las estadísticas oficiales, es decir no existen. Tenemos el mismo problema de siempre, pero repotenciado, porque no se han construido planteles. En los nuevos asentamientos poblacionales no hay escuelas, éstas están por donde pasa la reina. Se sigue excluyendo a los pobres, y eso no es producto de EEUU", adujo.
Un signo alarmante es la matrícula femenina. Asegura que en el conjunto de la básica hay más hombres que mujeres. "A partir de 1999 se empieza a notar el cambio. No es algo coyuntural, sino una tendencia".
"Históricamente, en un porcentaje muy pequeño, salía favorecido el hombre, pero desde 2002 se ha incrementado la brecha. Es desde el octavo grado cuando la mujer es favorecida, pero es porque rinde más".
Escéptico a los anuncios oficiales, el docente insiste en que es alarmante la matriculación en los primeros tres grados. Sin embargo, acota que el mismo sistema está filtrando a los niños y cada día los más pobres son los que quedan excluidos.
Con respecto a los liceos bolivarianos, califica el programa como una alharaca. "Mi seguimiento al tema me indica que el grueso de esos planteles son remodelados. En términos pedagógicos el Gobierno vive en el terreno de la propaganda y no en el de la realidad".
A su juicio, el factor fundamental que afecta la escolaridad es que el aparato escolar está al servicio de la causa política. "El gran daño de Istúriz fue que en vez de estimular y mejorar la calidad, se dio a la tarea de entregar franelas y hacer actos proselitistas. Después de cierta mejoría en la gestión de Navarro, Istúriz tumbó los logros".
Los resultados de una encuesta aplicada a 10 mil estudiantes de sectores populares son preocupantes. Los resultados en comprensión lectora, matemáticas y expresión escrita oscilan entre 10 y 20% de rendimiento.
"Si la escuela no puede mejorar la calidad, no está cumpliendo su misión de igualdad social en cuanto a dar las mismas oportunidades. Esa es la única manera de lograr la justicia social", sentencia el director del Centro de Investigaciones Culturales y Educativas (CICE), Mariano Herrera.
A su juicio, la efectividad de la inclusión se mide en la calidad del egreso. En ese sentido, aconseja que el esfuerzo se enfoque en mejorar los contenidos, la pedagogía y la dotación.
"La cobertura es parte de la política pública, pero debe ir acompañada de la calidad. No ganamos nada si muchos niños van a la escuela pero igual no aprenden", precisa.
El investigador apunta que la única forma de lograr una buena enseñanza, como mecanismo e igualdad social, es a través del mejoramiento de la gerencia escolar y de la calidad pedagógica de los docentes. "Se eliminaron los concursos de oposición por la designación a dedo. Siempre será preferible un concurso, porque pueden salir los mejores".
Para Herrera, últimamente la escuela ha estado "distraída". "Agobiada por una cantidad de llamadas de atención que desorientan su verdadera función. Lo central es atender bien a los niños, que aprendan los contenidos lo mejor posible. La escuela es para aprender lo que no te enseña la comunidad".
Tras su praxis, asegura que le "angustia" que no se hayan mejorado los procesos pedagógicos. "Hay una diatriba política en cuanto a la solidaridad, pero nada de eso se ha traducido en programas efectivos. Lo que hay es confrontación y angustia. Quienes están en el gobierno nunca se interesaron por la calidad educativa, siempre la han asociado al neoliberalismo".
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