La inusitada reacción estudiantil de estos días es la sorpresa mayor producida por el cierre de RCTV. Que el Tribunal Supremo de Justicia sentenciara a favor del Gobierno no lo es, que cerraran el canal menos y que la inmensa mayoría de los venezolanos, aun muchos chavistas, estuviera en contra se debe no solamente al talante democrático del grueso de la población (que no de toda, no nos hagamos ilusiones después de cuatro años de misiones y garrote), sino también a la altísima popularidad del canal 2, un constructor clave, para bien y para mal, del ideario venezolano.
Tampoco fue sorpresa el comportamiento de Venevisión. (Televen ha mantenido una línea comunicacional más o menos constante desde hace años). El impacto de ver las manifestaciones universitarias en todos los canales, incluyendo Venezolana de Televisión, mientras Venevisión transmitía "Lola no se qué" quedará en las mentes de los venezolanos por mucho tiempo. Además, como demuestra el hecho grotesco de que a Venevisión se le renovó la concesión casi el mismo día que se cerró RCTV tuvo un efecto devastador para la imagen del canal 4, que no ha podido ser querida por sus dueños. Chávez envió un mensaje: mi alianza con Venevisión es táctica pero no estratégica; hoy sí, mañana quién sabe.
Lo novedoso, pues, son los estudiantes, asombrosamente apáticos hasta la fecha. (Ni siquiera con los asesinatos del barrio Kennedy se manifestaron como de costumbre; en otra época esa masacre jamaqueaba gobiernos). Chávez, preparado para eventos estilo 11-A, no ha sabido reaccionar ante lo ubicuo de la protesta, salvo con la tradicional cantinela de que son muchachitos de papá, que son del Este (lo que puede tener algo de verdad en Caracas pero no en el resto del país) y con la aún más tradicional represión por la vía del Ministerio para el Poder Popular del Fiscal General de la República. Por supuesto, parte del libreto son los juicios por traición a la patria hasta de los actores de Radio Rochela.
A la oposición le va mejor cuando respeta la Constitución, sin apuros ni atajos como los del 2002, que sirvieron para aumentar la popularidad del Presidente de 20 a 60%. Actuar conforme a los principios no sólo es una exigencia moral permanente, sino que en este momento también es estratégica. La lucha es larga.
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