No se trata sólo del derecho a la libertad de expresar públicamente las ideas, sino que ello no signifique amenazas contra la integridad física del comunicador y su familia, que luego de publicar una información o una opinión se tenga el temor a ser sometido a un juicio, o que finalmente el medio o el programa que transmite ese mensaje pueda ser cerrado o tenga que ser cerrado por una amenaza gubernamental.
Todas esas variables son las que están jugando al mismo tiempo en el país y son las que han hecho que Venezuela, en este momento, sea motivo de atención internacional, como un país violador de la libertad de expresión y de los derechos humanos.
Más allá de la actitud pragmática a la hora de los jugosos negocios que supuestos "gobiernos hermanos" han tenido con la revolución local, grupos parlamentarios, intelectuales, organizaciones civiles y empresariales han tenido que movilizarse haciendo público manifiestos y declaraciones donde alertan sobre el camino de intolerancia por el que está transitando el proceso político.
El caso de las amenazas y el presunto atentado contra el periodista y ex director del Noticiero Digital, Roger Santodomingo, se agrega a una larga lista de agresiones en contra de los comunicadores que trabajan en medios independientes. Recordemos el atentado contra la vida de la periodista Marta Colomina cuando intentaron incendiar su vehículo mientras se trasladaba de su casa al canal de TV donde conducía un programa de entrevistas. En esa ocasión salvó milagrosamente su vida por la impericia de quienes ejecutaron el atentado. Junto a ellos, cientos de comunicadores han recibido amenazas como consecuencia del trabajo periodístico que ejercen.
El CICPC no ha concluido las investigaciones para determinar si en efecto se trató de un atentado o de un accidente, pero días antes de que fuera incendiado el vehículo, el periodista denunció que recibió una amenaza de muerte a través de su hijo de nueve años de edad. Ese hecho lo obligó a separarse del cargo de director del Noticiero Digital, una actitud que consideramos razonable en función de proteger su vida y la de su familia. Esas amenazas estaban aderezadas por una feroz campaña que se desató en su contra desde el muy bien denominado programa oficialista "La Hojilla".
Pasar de las amenazas para promover atentados contra la vida de un periodista es un hecho grave que debe llamar la atención de todo aquel que repudie la intolerancia que se ha impuesto en el país.
Pero más importante aún es reflexionar acerca de cómo hemos permitido que de haber sido modelo de convivencia, lleguemos a esta situación.
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