El régimen explota de corrupción, incompetencia, delincuencia callejera, delincuencia de funcionarios, cuestionamientos de Baduel y Pdvsa se ubica en el centro de la gangrena.
El gerente que reconoció con cara de póquer dar contratos a empresas de maletín, dejó claro que si el caía, caían todos, cuando empaquetó en su decisión al comité de licitaciones y a la directiva de la petrolera, antes del Estado, ahora de una mafia. Pero es igualmente jugosa su afirmación de que habían destruido la mitad de los taladros.
La nacionalización ha retrocedido en estos ocho años, ya que ahora se depende inexorablemente de las transnacionales. Por ahí van los balances de la revolución.
Pero lo más asombroso es que el caudillo va a su programa dominical a volcar la misma sentina de imbecilidades de siempre, y guarda un asombroso silencio sobre semejante problema que pone en jaque cualquier justificación de su descompuesta gestión gubernamental.
Para sacar la atención pública de Pdvsa, anuncia los disparates de la supuesta reforma constitucional, en la que por cierto, él declara que la única reelección es para él y no para gobernadores ni alcaldes.
También que desaparecerán los municipios metropolitanos para volver al fracasado DF. Al mismo tiempo la economía en barrena, inflación en ascenso, déficit fiscal y desequilibrio del mercado externo, desabastecimiento.
En perspectiva inevitable aparece el astazo mayor que se autoconferirá este gobierno dadaísta y de locura: la reforma monetaria, que intensificará el caos que lo signa. En ese contexto parece que el país se enfrentará a un proceso electoral sobre la reelección indefinida del amo, repetida, ad nauseam o como sea que la llamen. Esta se producirá con el rechazo de un amplio contingente del chavismo, tanto de sus sectores dirigentes como de los populares.
Los grupos democráticos tienen frente a sí ese proceso electoral y sería lamentable que comenzaran a desgastarse y a confundir a los electores con prédicas abstencionistas.
Uno los errores más graves cometidos en el pasado inmediato fue que por tres años los electores oyeron decir a sus líderes que no valía la pena votar, para ocho meses antes de las elecciones recibir el mensaje contrario. Mientras el gobierno inscribía gente en el registro electoral, la oposición lloriqueaba.
Esta será una oportunidad para enfrentar al régimen y si en diciembre en medio de grandes confusiones y en apenas unos meses se obtuvo el 40% para la democracia, si nadie se dedica a enredar las cosas sino a hacer campaña por el No, pueden recibir su medicina.
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