Es esencial la discusión en la que han intervenido Chávez, Müller Rojas y Baduel sobre las hipótesis de guerra de la Fuerza Armada. Algo serio se cocina detrás de algunas expresiones que pueden sonar a pamplinas pero que comportan riesgos para Venezuela. La discusión ha estado presente desde que se empezaron a armar los Círculos del Terror, grupos paramilitares diseñados para atacar a los opositores en la calle. En el fondo, la confrontación se refiere a qué tipo de institución militar se necesita, si es que se necesita alguna, lo cual depende del tipo de enemigo que se espera desafiar. El gobierno de Chávez se está armando hasta los dientes y todavía no se sabe a qué clase de enemigo quiere presentarle batalla, aun cuando hay varios anuncios en la materia.
La Invasión. Chávez ha pedido a la FAN y al país prepararse para una guerra no convencional, asimétrica, con EEUU. Lo que ha dicho es que las fuerzas del Norte, en algún momento, invadirán, como parte de la política imperialista destinada a contener la revolución que se ha iniciado en Venezuela y se expande por América Latina, bajo el comando del Bonaparte barinés.
Para hacer frente a esa temible invasión, Chávez ha instruido la preparación de la FAN, pero, sobre todo, ha impulsado la creación de la Reserva Nacional y de la Guardia Territorial, tanto para apoyar a la FAN como para, en este último caso, "cumplir funciones de resistencia local ante cualquier agresión interna o invasión de fuerzas extranjeras." Los fusiles Kalashnikov tendrían la función de ser el arma principal de estas fuerzas complementarias que, ante la eventualidad de esa agresión, asumirían el papel principal, dada la destrucción que las fuerzas norteamericanas harían en cosa de unos tres días de los recursos bélicos convencionales de Venezuela. Los "kalash", como se conoce en algunos países africanos a los que portan esos fusiles, serían la vanguardia estratégica para una guerra desigual que, tal como sucede en Irak con la insurgencia, le roería los huesos a la primera potencia de la tierra.
No es de dudar que algunos crean en la hipótesis de una invasión de EEUU a Venezuela; pero, en realidad, esta visión no pasa de ser una idiotez para alguien que, como Chávez, anda en busca de una épica con la que fundar su pretendida revolución. Dadas las debilidades de su comportamiento el 4 de febrero y el 11 de abril, necesita con desespero, una heroica Sierra Maestra.
EEUU no va a invadir a Venezuela. Ese instrumento de la antigua política norteamericana en Latinomérica, no forma parte de la agenda de Washington en este momento. El fin de la guerra fría, la insistencia en alianzas selectivas con países de la región que no acompañarían una aventura de esa naturaleza, la actitud crítica de la opinión pública de EEUU con lo que ha sido la relación con esta parte del mundo, el hecho de que Chávez es una molestia pero no una prioridad estratégica, y el empantanamiento en Irak, hacen imposible la guerra que Chávez parece añorar con pasión, eso sí, siempre que no ocurra. En todo el planeta se sabe que las denuncias de la invasión gringa son parte de la utilería que necesita para la puesta en escena de una revolución respecto de la cual la izquierda más seria tiene sólidas prevenciones, porque se le salen por las costuras los rasgos del trágico militarismo latinoamericano.
"La Agresión Interna". Ésta es otra hipótesis de guerra; más seria, sólo que mal denominada. Lo que el gobierno llama la agresión interna es la posibilidad de una insurrección civil -con apoyo de sectores de la FAN- o una insurrección pura militar, destinada a sustituir al gobierno, si es que los conflictos se agudizan o si los disidentes consideran definitivamente cerrados los canales democráticos.
Al ocluir las vías para la alternabilidad democrática, el gobierno sabe que algunos sectores se acomodarán para convivir, mientras que otros procurarán contribuir a generar una crisis en la cual a Chávez le sea menos costoso volver a huir de Miraflores que permanecer en el poder. Frente a esta opción se preparan los grupos militares y paramilitares oficialistas.
Dentro de tal visión, hace su aparición el "enemigo interno". Esta figura de la guerra fría y del anticomunismo de los regímenes militares de América Latina resucita en el marco de la revolución. Esta se prepara para combatir una eventual insurrección, y mientras tanto, se entrenan las fuerzas militares y policiales cayéndole a palo, gases y perdigones a los que protestan. Lo más tenebroso de esta hipótesis es el aparato de inteligencia montado por los sapos cubanos en colaboración con antiguos revolucionarios travestidos en policías, para espiar a chavistas y antichavistas.
La Guerra Convencional. Si el país se prepara para una supuesta invasión de los EEUU o una rebelión interna, no resulta muy claro para qué las adquisiciones de carísimos sistemas, sólo útiles en el marco de una guerra convencional. Aviones, lanchas, misiles, helicópteros, ¿para qué? ¿Contra quién? Ésa es la pregunta que se hace Müller Rojas cuando insiste en que esos no son los equipos de una guerra asimétrica y que como le pasó a Sadam Hussein con su Guardia Republicana, podrían ser destruidos en las primeras 48 horas de un desembarco de la primera potencia militar de la tierra. Pero, ¿Chávez no sabe esto? Por supuesto que lo sabe.
A este narrador le llegan otras hipótesis. Una de las más preocupantes es la de una preparación para una guerra contra Colombia, a pesar de los amapuches periódicos entre los presidentes de ambas naciones. Los Andes como "espacio revolucionario" ya tendría a Venezuela, Bolivia y Ecuador, y ahora Colombia se vuelve un claro objetivo de la supuesta revolución. Supóngase que el agriamiento de las relaciones entre Ecuador y Colombia condujera, en un futuro impreciso a un conflicto militar. El impacto regional y subregional sería inmediato e inmenso. Los bolivarianos de Venezuela podrían estar tentados a profundizar ese conflicto (si no es que se acompaña su planificación), y cabe imaginar al Estado colombiano entre Ecuador, Venezuela, las FARC, el ELN y los paramilitares, con el solo apoyo -que es importante, pero con severísimas limitaciones- de EEUU.
Por una vía inesperada, el sueño de la confrontación militar con "el imperio" se haría realidad, pero primero sería una confrontación convencional, con los equipos cuya adquisición critica Mü-ller. Un desastre de ese tamaño tocaría los intereses estratégicos de Brasil que también se vería involucrado.
Esto parece de locos y, peor aún, si se toma en cuenta el grado de postración de la FAN; sin embargo, si se analiza cuándo comienzan los más graves conflictos siempre parecieron imposibles hasta que comenzaron. Señores, a estos locos hay que amarrarlos.
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