Los trucos que se está sacando del sombrero el actual régimen para perpetuarse en el poder no son para nada nuevos. Lamentablemente abundan los mandatarios que, desconociendo la voluntad del pueblo, pretenden erigirse en vitalicios. Y éstos, cosa curiosa, siempre dicen que lo hacen por complacer a ese mismo pueblo. Es una barajita peligrosamente repetida en la historia de la humanidad.
Pero la intención está desnuda y tendría que subestimarse demasiado a los venezolanos para pensar que vamos a comprar un eufemismo tan barato. El episodio de reelección "continua" inmediatamente anterior a éste, lo protagonizó Marcos Pérez Jiménez, quien en 1952 desconoció los resultados de las elecciones de la Asamblea Nacional Constituyente y colocó en ella a sus candidatos, quienes le crearon una Constitución a su medida.
No contemplada la reelección en la Carta Magna de aquel momento, nace el famoso plebiscito de diciembre de 1957 para preguntarle al pueblo si quería que Pérez Jiménez continuara en el poder. Los venezolanos contestaron con un NO rotundo, el general desconoció los resultados y no duró ni dos meses en Miraflores.
Es una pretensión que por obvia, camina en la cuerda floja. Como dicen por ahí, la avaricia rompe el saco. Nunca existió en Venezuela un gobierno tan poderoso como éste. Ni Gómez, ni Carlos Andrés I. Pero quieren más poder. Y esta ambición solamente agrega lastre a su cuenta de deudas con el país.
No será fácil que los venezolanos acepten comer este plato de manos de un personaje que ya pisa los 9 años en el poder cuando había sido elegido originalmente para 5; y que, artimañas legales mediante, ya ha pasado por dos reelecciones para correr la arruga del tiempo. La perpetuidad se acabó hace rato en esta nación.
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