21 agosto 2007

El totalitarismo anárquico

No hay muchas razones para suponer que Chávez vea rechazada su propuesta, que más bien luce como imposición, de una reforma dirigida a convertir en ley lo que ya es una realidad y, en todo caso, a acrecentarla y consagrarla constitucionalmente. Es decir, el dominio unipersonal de todas las estructuras de poder a través de un modelo político totalitario, con sus propias singularidades, pero siempre asentado sobre la ilusión de la democracia directa, esto es, de la supremacía del poder popular.

A menos que la dirigencia de oposición despierte y, por fin, resuelva su eterno drama existencial, poniéndose al frente de un colectivo históricamente opuesto a la tentativa totalitaria, ocurrirá lo mismo de siempre. Chávez se saldrá con la suya y a finales de año tendremos un dictador constitucional estacionado Miraflores hasta que la muerte lo mande a desalojar.

Sólo que las cosas no resultan tan simples porque todo régimen totalitario requiere de la sujeción absoluta de sus súbditos, bien sea por la vía del convencimiento, bien sea por el de la represión. Chávez podrá tener las armas, las Fuerzas Armadas, el dinero y una parte sustancial de apoyo popular, pero, al final del día, seguiremos estando ante un Gobierno inepto, paralizado en la ineficacia, minado por la corrupción e incapaz de asumir el rol de dominación total que le asigna la reforma constitucional.

Si Pdvsa se está viniendo abajo sola- solita, en manos de unos gerentes que más bien parecen sus peores enemigos, es decir, agentes de la CIA, enviados para sabotearla, qué podemos esperar de la Cantv, de la Electricidad de Caracas o, por ir directo a la reforma, de una nueva división político administrativa plagada de entidades, áreas especiales, municipios funcionales, comunas, consejos comunales, jurisdicciones militares y en fin, un confuso diseño artificial, divorciado de la realidad y por tanto inaplicable, que puede degenerar en el caos y la confusión.

¿Porqué acaso ha predominado, en estos últimos ocho años, alguna otra cosa que no sea caos y confusión? Contradicciones aparte, mientras más se ha hecho por concentrar y centralizar el poder, mayor ha sido la gobernabilidad, la dispersión y la incertidumbre y no sólo por la inutilidad de una clase dirigente ignorante y en general ajena a los principios que dice sustentar, sino porque en una situación como esa resulta imposible la imposición definitiva de la antidemocracia.

A menos que pasemos a lo que ya Chávez llama (citando al infinito Giordani) la Sexta República, es decir, a utilizar a discreción la quincalla bélica rusa, incluidos los Dragunov con visión nocturna, contra "el enemigo interior", es decir, la mitad del país opuesta a su utopía personal.


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