Llama poderosamente la atención que la sedicente revolución que padecemos defina su aspiración a la reordenación del territorio inconsulta, ciertamente autoritaria, y por tanto inevitablemente caprichosa y conflictiva, como Nueva Geometría del Poder. En la esencia del asunto no hay oscuridad: lo que se persigue es, en fin de cuentas, adaptar el territorio a las necesidades de una dominación a plazo indefinido, eliminando o neutralizando cualquier asomo de disidencia o aun de simple desacuerdo. Y es que si, pese a la insensatez de la idea, la intención fuese otra, se habría hablado de Geometría del Desarrollo, Geometría del Bienestar o, incluso, Geometría de la Sustentabilidad Territorial.
Pero como lo revela lo que empieza a conocerse de la propuesta reedición de un Distrito Federal magnificado, de lo que se trata es de crear una suerte de virreinatos, territorios desarticulados socialmente, preferiblemente vaciados de historia, sobre los cuales un puñado de obsecuentes jefes civiles vele por los intereses del caudillo vitalicio. De modo que el nombre más adecuado habría sido, seguramente, el de Nueva Geometría de la Dominación. Pero está claro que semejante denominación habría resultado demasiado explícita, sobre todo para quien no cesa de predicar la participación como panacea.
El dilema semántico lo resolvió Marcos, el "sub-comandante" chiapaneco quien a mediados de 2005, en un artículo donde intentaba describir los posicionamientos y relaciones de quienes detentan el poder político formal en México, no sólo utilizó el mismo término, Geometría del Poder, sino que además tuvo la amabilidad de explicar su significado. Cosa que ahora también hace Chávez en términos casi idénticos, confirmando la extraordinaria originalidad posmoderna de su revolución: la del remake.
Pero si en el caso del encapuchado mexicano la expresión tenía sentido porque su intencionalidad era propiamente analítica, en el del cuartelero venezolano ella es exquisitamente político- pragmática, por lo que no hay duda de que en éste la expresión correcta sería la de Geometría de la Dominación.
Así es necesario denominarla y combatirla: si no se la neutraliza, la onda regresiva nos portará al pre-gomecismo.
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