El ministro de Poder Popular para la Educación (MPPE), Adán Chávez, se encargó de responder parte de esa interrogante al dar por sentada la aprobación de la reforma. En el texto del currículo de Sistema Educativo Bolivariano se señala, entre otros aspectos, que los estudiantes deben ser conocedores "de la nueva geometría territorial y su dinámica, así como de la importancia del desarrollo económico del país desde las diferentes formas de propiedad, como medio para garantizar la seguridad y soberanía popular". Si bien la versión final del documento se elimina la expresión "socialismo del siglo XXI", éste por igual colorea el contenido de la propuesta curricular.
La posible ideologización es el tema clave; si el Estado será socialista, su pedagogía también lo debe ser. El director del Centro de Investigaciones Educativas y Culturales (CIEC), Mariano Herrera, va al grano: "No se trata de la dicotomía socialismo y capitalismo, sino socialismo y democracia". Destaca que una característica que apunta a la limitación democrática es la fusión Estado-Gobierno-Partido que vive el país.
No obstante, considera que la reforma no afectaría a la escuela. "La ideologización es remota. Hay mucha retórica, pero la escuela va por otro lado. No hay que olvidar que los niños y jóvenes aprenden más en la socialización que en la escuela".
En su análisis del currículo, que va concatenado con la reforma constitucional, el docente y sociólogo de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Amalio Belmonte, concluye: "Es el intento para imponer un sistema educativo que sirva de fundamento político al llamado Socialismo del siglo XXI. De allí derivará el mito fundacional de la Revolución Bolivariana".
Apunta que el currículo y la reforma van aparejados "en la urgencia revolucionaria de una historia contada de manera distinta y de una adecuada interpretación sociológica. Se hacen imprescindibles escuelas verdaderas, pobladas de verdaderos profesores y de verdaderas universidades para construir el nicho histórico-sociológico y la mitología del proceso bolivariano. El adjetivo verdadero, significa para ellos, lo opuesto a la educación anterior. La nueva educación se encargaría de dotar al oficialismo de sus propios momentos históricos y de un santuario de héroes y mártires pertinentes".
Para el ex ministro de Educación, Aristóbulo Istúriz, los posibles cambios que genere la reforma se debatirán en el currículo y en la discusión de la nueva Ley Orgánica de Educación.
A su juicio, los elementos que deberán ser plasmados posteriormente, aunque ya están en el currículo, son: la geopolítica del poder, el modelo de economía socialista, la construcción del Poder Popular. "El sistema educativo debe tener en cuenta tales elementos, resumiendo que la reforma constitucional busca acelerar el tránsito del capitalismo hacia el socialismo".
Una óptica diametralmente opuesta es la del docente del Pedagógico de Caracas, Robert Rodríguez, quien sostiene que la reforma afianzará las tendencias de las políticas educativas oficiales: destrucción de los sindicatos del magisterio; centralismo exacerbado; imposición e improvisación de modelos y programas educativos centrados en valores que responden abiertamente a una parcializada visión del mundo.
Pero hay más: "La nueva constitución en los términos en que está planteada, serviría como una estocada final a la posibilidad de un pensamiento plural, libre y democrático, en un sistema educativo, con el que nunca hemos estado conformes, pero sí conscientes, de que ha sido el gran factor de movilidad y transformación social".
En esa línea, el investigador de la UCV, Tulio Ramírez, recuerda que las revoluciones llegan para quedarse. Para alcanzar este objetivo, y asegurar las lealtades del mañana, el trabajo se enfoca en que las generaciones futuras asuman como suyo el mito del Hombre Nuevo.
"El mejor medio para ello es la educación. Eso explica como en paralelo a la reforma constitucional, que conduciría a la Nueva Sociedad Socialista, se pretende imponer un cambio curricular de la escuela".
Terreno esquivo, en lo docente y estudiantil, para el chavismo, la universidad sigue en la mira del Gobierno. El ministro del Poder Popular para la Educación Superior, Luis Acuña, lo dijo sin ambages: las casas de estudios deben sumarse a la buena nueva del socialismo.
"La ética socialista, la suprema felicidad social, la democracia protagónica revolucionaria, el modelo productivo socialista, la nueva geopolítica nacional, la consolidación de Venezuela como potencia energética mundial y la nueva geopolítica internacional", sería parte de la nueva configuración.
El vicerrector académico de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Eleazar Narváez, alerta que son tres los elementos clave a considerar en la reflexión sobre la reforma de la educación y universidad. "Está el de sentar las bases de la construcción del socialismo. La desproporción del poder que es dado al Estado, en comparación con el reservado al ciudadano; y las atribuciones y obligaciones que se otorgarían al presidente de la República que revelan una descomunal concentración de poder en manos del primer mandatario nacional".
Esta caracterización, considera Narváez, abre el camino para la instauración del "socialismo autocrático, el fundamentalismo autoritario y un exacerbado presidencialismo". Situación que derivará en "terribles consecuencias" para la educación y la universidad dado que son piezas fundamentales para que el Gobierno imponga su proyecto político".
En seguida, vaticina que el posible esquema constitucional implicaría que la educación sería puesta "al servicio del propósito de secuestrar las subjetividades de la población para implantar el pensamiento único". Esto, porque sería el mecanismo ideal para construir "la hegemonía" que decretaría la muerte de la libertad en el país".
Narváez vislumbra el cercenamiento de la autonomía universitaria al supeditar la institución a un Plan de Desarrollo Nacional que, de acuerdo con el proyecto de reforma, sólo sería formulado y dirigido por el presidente de la República.
La propuesta de otorgarle rango constitucional a las misiones, la evalúa Mariano Herrera, como una estrategia electoral. "Es tener grandes contingentes de electores a favor del Gobierno. Hasta ahora nadie ha medido la calidad y la cifra real de participantes. No están enfocadas en la producción de justicia social".
En lo pedagógico, destaca que se están graduando bachilleres a dos velocidades: en el sistema formal y paralelo, lo cual creará grandes diferencias en la preparación de los estudiantes y luego en lo profesional.
"Populismo educativo". Así califica Robert Rodríguez la pretensión de institucionalizar las misiones. "Se les da rango constitucional a las misiones que debían tener carácter coyuntural. Se emplean las políticas sociales como mecanismo de control social".
El Universal
gmendez@eluniversal.com
¿O será que no nos importa lo que le pueda pasar a nuestros hijos, con tal que sigamos recibiendo "beneficios" de este Régimen?
¿O será más fácil hacer como el avestruz y empacar las cosas e irse fuera del país?
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