1. En lugar de buscar un líder estaría buscando esa reforma que me permita aumentar mis posibilidades de que cualquier líder, mío o de otros, pueda hacer un buen gobierno así como disminuir las posibilidades de que cualquier líder, mío o de otros, me pudiese hacer daño. En tal sentido me quedaría con la constitución tal como está agregándole solo dos asuntos.
Repartir el petróleo. Hoy los ingresos provenientes de la liquidación del petróleo representan como 2.000 dólares por cada venezolano y dentro de lo previsto pueden fácilmente llegar a ser unos 5.000 dólares anuales. Nadie en su sano juicio le entrega tantos recursos a un solo presidente ya que no hay ni un solo presidente capaz de no volverse loco recibiendo tanto.
En tal sentido deberá constituirse, vía elección popular y donde cada venezolano puede votar por un solo candidato, una Junta Ciudadana de cinco miembros, para que dicha Junta decida cuanto del ingreso petrolero, después que PDVSA haya apartado todos los fondos que requiere para sus inversiones, pueden ser repatriados al país, de acuerdo a la capacidad que existe para digerir productivamente esos recursos, sin causar inflación. El remanente deberá ser depositado en una cuenta de inversión internacional para estabilizar los ingresos y cuya administración estará a cargo del Banco Central (independiente). Los ingresos repatriados se deben repartir 50%-50%, fifty-fifty, mitad para los ciudadanos y mitad para el sector público y este último en su turno también debe repartirlo fifty-fifty, mitad para el gobierno central y mitad para los poderes descentralizados.
Exorcizar el protagonismo. A todo funcionario público, en especial al Presidente, debe quedarle absolutamente vetado aparecer en cualquier información pública, o cualquier publicidad pagada privada, identificado con su nombre propio, debiendo solo ser referenciado con su cargo.
2. Las posibilidades de éxito para derrotar la propuestilla constitucional aumenta en la medida que aumenta el número de opositores a ella, independientemente de cual sea la estrategia final, abstenerse o votar. En otras palabras no hay que amarrarse a una opción sin antes tener la opción bien amarrada por lo que apoyaría cualquier esfuerzo opositor tendente a explicar las razones por las cuales debemos oponernos a la propuestilla constitucional, así como en predicar sobre lo bueno que en su lugar se podría hacer (ver lo anterior) y dejaría para el último momento la decisión sobre si abstenerse o votar.
3. No discutiría para nada sobre la validez del acto de votación o el del conteo de los votos sin antes de estar totalmente satisfecho con la validez del registro electoral, por cuanto pasar de un tema a otro puede causar la impresión que el tema anterior ha sido agotado, faltándole solo unos detalles.
4. Le pondría freno a la cantidad de variopintos grupos que acuden a instancias internacionales en nombre de una oposición por cuanto aun llenos de las mejores intenciones, solo crean confusión.
5. Le dirigiría una carta a los observadores internacionales, especialmente a los de la OEA, exigiéndoles que no acudan a ninguna elección venezolana hasta que se hayan asegurado, en un 100%, que no van simplemente a hacer el papel de tontos útiles.
6. Jamás dialogaría con una Asamblea Nacional que es de-facto absolutamente ilegítima.
Finalmente le recordaría a mis compatriotas que a nuestra querida nación no la podemos reencontrar en la senda donde la perdimos sino que tenemos que buscarla donde queremos que llegue a encontrarse y que para lograr llegar ahí, no le podemos dar el gusto a quienes disfrutan, gozan y ganan con que nos odiemos.
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